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DARÍO MENOR
Lunes, 25 de febrero 2019, 00:03
La conferencia sobre pederastia eclesial celebrada en el Vaticano en los últimos cuatro días, una cita inédita en la Iglesia católica que había generado enormes expectativas, concluyó ayer con una declaración del Papa que supo a poco y que provocó indignación en las asociaciones de víctimas de sacerdotes y religiosos abusadores. Esperaban una retahíla de medidas concretas, pero se encontraron con una declaración de intenciones que recuerda que la mayor parte de los abusos se dan en las familias y enmarca este problema en un contexto social más amplio. Francisco les presentó a las Iglesias locales ocho directrices a seguir partiendo de pautas «ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial». Entre ellas destaca el compromiso de llevar ante la Justicia «a cualquiera que haya cometido tales crímenes».
No es algo nuevo, pues ya lo planteó el pasado mes de diciembre durante su discurso a los miembros de la Curia romana. Queda ahora en manos de los presidentes de los episcopados, patriarcas de las Iglesias orientales y superiores de las congregaciones religiosas que esas normas se cumplan y la comunidad católica ponga fin a décadas de encubrimiento y negación del problema.
1 Cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Iglesia.
La protección de los menores. Cambiar la mentalidad para combatir la actitud defensiva-reaccionaria de salvaguardar la Iglesia.
2 La Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes y nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso.
Seriedad impecable. La Iglesia no se cansará de hacer todo lo necesario para llevar ante la justicia a cualquiera que haya cometido tales crímenes y nunca intentará encubrir o subestimar ningún caso.
3 Transformar los errores cometidos en oportunidades para erradicar este flagelo y jamás caer en la trampa de acusar a los otros.
Una verdadera purificación. Transformar los errores cometidos en oportunidades para erradicar este flagelo y jamás caer en la trampa de acusar a los otros.
4 La exigencia de la selección y de la formación de los candidatos.
La formación. La exigencia de la selección y de la formación de los candidatos.
5 Aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación, y que ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado.
Reforzar y verificar las directrices de las Conferencias Episcopales. Aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientación, y que ningún abuso debe ser jamás encubierto ni infravalorado.
6 La Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia.
Acompañar a las personas abusadas. La Iglesia tiene el deber de ofrecerles todo el apoyo necesario, valiéndose de expertos en esta materia.
7 La protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual. Que en las normas jurídicas vaticanas aprobadas en 2010 -donde fueron añadidos como nuevos casos de delitos la adquisición, la retención o divulgación de material pornográfico- se eleve la de edad inferior a 14 años.
El mundo digital. La protección de los menores debe tener en cuenta las nuevas formas de abuso sexual. Que en las normas jurídicas vaticanas aprobadas en 2010 -donde fueron añadidos como nuevos casos de delitos la adquisición, la retención o divulgación de material pornográfico- se eleve la de edad inferior a 14 años.
8 Se necesita la acción represiva judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal.
El turismo sexual. Se necesita la acción represiva judicial, pero también el apoyo y proyectos de reinserción de las víctimas de dicho fenómeno criminal.
En su mensaje al final de la misa celebrada en la Sala Regia del Palacio Apostólico con la que se clausuró la cumbre, Francisco echó mano de las estadísticas para recordar que el ejemplo más habitual de esta lacra tiene como protagonista a una niña que sufre abusos por parte de un varón que es familiar suyo directo.
Luego centró el foco en la pederastia eclesial. «La inhumanidad del fenómeno a escala mundial es todavía más grave y más escandalosa en la Iglesia, porque contrasta con su autoridad moral y su credibilidad ética», reconoció. El Pontífice pidió a los 190 presidentes de episcopados y miembros de la alta jerarquía eclesiástica que participaron en el simposio que afronten con «mayor seriedad» el problema, recordándoles el «deber de escuchar atentamente el sofocado grito» de las víctimas.
Insistió Bergoglio en que la «misión» de la Iglesia es proteger a los niños de los «lobos voraces». Su objetivo debe ser «escuchar, tutelar, proteger y cuidar a los menores abusados, explotados y olvidados, allí donde se encuentren» por encima de cualquier «polémica ideológica o periodística».
Las asociaciones de supervivientes de sacerdotes y religiosos pederastas, que han planteado una suerte de 'cumbre paralela' estos días en Roma con continuas protestas en las calles, se tomaron como un insulto la alocución de Bergoglio. «El Papa ha dado un guantazo a las víctimas», lamentó el español Miguel Hurtado, fundador de la asociación Infancia Robada.
«Se ha pasado la mitad del discurso hablando de abusos fuera de la Iglesia, pero las decenas de víctimas que hemos venido a Roma esta semana hemos sido abusados dentro de la Iglesia por sacerdotes católicos, por monjes católicos, por maestros católicos», dijo. Hurtado consideró «muy genéricos» los ocho puntos detallados por el Pontífice para atajar esta lacra y criticó algunas ausencias del discurso, como la expulsión de los obispos encubridores, la necesaria indemnización económica a las víctimas o la obligación de entregar los archivos sobre abusos a las autoridades.
El pasado sábado el influyente cardenal alemán Reinhard Marx, consejero directo del Papa, reconoció la destrucción por parte de la Iglesia de algunos archivos relativos a casos de pederastia, que «hubieran podido documentar estos actos terribles e indicar el nombre de los responsables».
Francesco Zanardi, fundador de la asociación de supervivientes italiana Rete L'Abuso, se mostró igual de desilusionado por el resultado de la cumbre. «Esperábamos mucho más», dijo, lamentando la falta de procedimientos concretos. «La Iglesia se está aún interrogando por el problema, ¿pero cómo puede ser después de tantos años? Las ocho medidas son frases hechas. Ya se sabe que hay que proteger a los niños».
Zanardi consideró que «la campaña de 'tolerancia cero' frente a los abusos presentada por el Vaticano ha acabado convirtiéndose con este encuentro en una campaña de 'credibilidad cero'» para la institución. «El discurso final del Papa no vale para nada», sentenció.
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