La ONU denuncia que la anarquía y el caos impiden la entrada de ayuda en Gaza

«Debe establecerse un mecanismo para garantizar que hay un mínimo de ley y orden que permita la distribución de ayuda, y por eso es tan necesario un alto el fuego», añadió tras denunciar que Israel ni siquiera permite a la llamada 'Policía azul' (palestina) escoltar a los convoyes por ser un cuerpo local vinculado a la administración de Hamás.

Además, a punto de cumplirse la primera semana desde el inicio de las 'pausas tácticas' concedidas por el ejército israelí para facilitar la entrada de ayuda humanitaria mediante un cese de los bombardeos durante once horas al día en el corredor que une Kerem Shalon con Jan Younis, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lamentó que apenas han tenido impacto en los suministros a la población, según Richard Peeperkorn, representante de la entidad de la ONU en los territorios ocupados.

Los militares publican cada día imágenes de camiones cruzando a Gaza y acusan a las agencias de Naciones Unidas de no hacer su trabajo. «En el lado palestino del cruce de Kerem Shalom hay cientos de palés de ayuda esperando su recogida y distribución», señaló el mayor Ghassan Alian en un comunicado.

El Canal 12 de la televisión hebrea reveló que el martes se produjo una tensa reunión entre el ministro de Exteriores, Israel Katz, y la coordinadora de Asuntos Humanitarios y de Reconstrucción de la ONU, Sigrid Kaag. La responsable del organismo internacional confesó a Katz que el caos y el crimen se extienden por Gaza y que, si la situación no cambia, pronto la ONU no podrá seguir operando en la Franja e Israel se deberá hacer cargo de la gestión humanitaria.

Cada vez que la Policía gazatí ha intentado proteger algún convoy, Israel ha atacado a los agentes del orden porque los considera parte del aparato de seguridad de Hamás. Algo similar ocurre con el resto de trabajadores de las instituciones públicas. De hecho, en las últimas horas un ataque mató a cinco operarios del Ayuntamiento de Gaza que trataban de reparar un pozo de agua.

A este problema se une que el alto precio del tabaco en Gaza ha dado lugar a una estructura de contrabando de cigarrillos que amenaza a los convoyes de ayuda de la ONU. Los cigarrillos pueden costar hasta 25 dólares cada uno en una región devastada por la guerra. Las bandas han encontrado formas de introducirlos junto con las entregas humanitarias.

Benjamín Netanyahu no quiere ni a Hamás ni a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en Gaza el día después al final de la guerra. El primer ministro concedió este viernes una entrevista al portal Punchbowl en el que habló muy por encima del futuro que planea para la Franja y afirmó que cree que van «a tener que llevar a cabo una desmilitarización sostenida, que sólo puede hacer Israel para evitar cualquier intento de resurgimiento del terrorismo». El primer ministro apuntó que «tiene que haber una entidad que se encargue de la distribución de ayuda humanitaria y de la administración civil, y eso tiene que hacerse con la cooperación con la asistencia de los países árabes», detalló sin entrar a detallar los nombres de los Estados que tiene en la cabeza.

La falta de un plan alternativo claro a Hamás se ha convertido en uno de los debates internos más intensos entre ejército y Netanyahu. El portavoz de los militares, Daniel Hagari, llegó a confesar esta semana que la idea de destruir el movimiento islámico, hacer que desaparezca, «es simplemente engañar al público».