Hezbolá alcanza las afueras de Haifa tras una noche de intensos bombardeos de Israel al sur de Líbano

Israel, que el viernes asesinó a la cúpula militar de Hezbolá en un bombardeo al sur de Beirut que dejó al menos 45 muertos, tres de ellos niños, acusó a su enemigo de lanzar los cohetes «contra zonas civiles». Hezbolá informó en un comunicado que lanzó tres oleadas diferentes «contra bases militares» como parte de la respuesta a los golpes recibidos durante la semana. Uno de los objetivos fue la base aérea de Ramat David y otro el complejo militar Rafael, al norte de Haifa. La mayoría de los proyectiles fueron interceptados.

La coordinadora especial de la ONU para Líbano, Jeanine Hennis, advirtió que la región está al borde de una guerra que significará una «catástrofe inminente». No existe «ninguna solución militar que haga que ninguna de las partes esté segura», dijo en un breve comunicado publicado por la ONU.

Once meses de ataques con misiles, cohetes y drones han matado al menos a 23 soldados y 26 civiles en Israel y la vida diaria se ha convertido en una actividad de riesgo porque el escudo anti misiles no es capaz de garantizar la seguridad de los ciudadanos. Por eso más de 60.000 israelíes fueron evacuados y esto se ha convertido en una de las prioridades de Netanyahu, que quiere que vuelvan a sus casas.

Dentro de Líbano, más de 500 personas han muerto por ataques israelíes, la mayoría de ellos combatientes de Hezbolá y otros grupos armados, pero también más de 100 civiles y los desplazados podrían alcanzar los 100.000. Parece que ambos bandos cuentan con la presión interna que puedan ejercer estos desplazados como un arma más para lograr sus objetivos.

Con la «nueva fase» de la guerra en marcha y Líbano como nuevo foco central, Israel no descuida el frente de Cisjordania, donde no quiere testigos incómodos. El ejército cerró la oficina de Al Jazeera en Ramala y le acusó de «apoyar el terrorismo». El cierre se produce pocos meses después de que ya cerraran la oficina del canal de Qatar en Jerusalén. Al Jazeera está en el punto de mira del Estado judío y sus reporteros lo han pagado con la vida. Shireen Abu Akleh murió de un disparo en la cabeza cuando cubría una incursión militar en Yenín en 2022 y desde el estallido de la guerra en Gaza la cadena ha perdido a cuatro empleados por fuego israelí.