Los padres de Yotam Haim lloran desde hace casi tres semanas la desaparición de su hijo. Vivía en Kfar Aza, uno de los kibutz masacrados por Hamás, y en su casa están convencidos de que se encuentra entre los más de 200 rehenes bajo control ... de los terroristas. La familia no para de recibir muestras de cariño en forma de visitas. Hace poco estuvo por allí Netta, una treintañera que hubiera pasado desapercibida en el vecindario si no fuera porque, en 2018, arrasó en Eurovisión. La cantante que dio la victoria a Israel con la pegadiza 'Toy', y que hizo bailar con su coreografía -en la que se mueve como una gallina- hasta al mismísimo Benjamín Netanyahu, es una de las artistas israelíes que estos días recorren hospitales, acuden a funerales o arengan a las tropas de su país.
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Netta Barzilai no acudió a casa de los Haim por casualidad. Tuval, el hermano del joven que se teme esté secuestrado por Hamás, es su batería y, ahora, también una de las decenas de israelíes que esperan la vuelta de un familiar procedente de la «telaraña» -como la definió una de las cautivas liberadas- de túneles que las milicias palestinas poseen bajo Gaza. «Todavía estoy en shock. Y tengo fuertes ataques de pánico cada vez que abro Instagram, porque tengo miedo de descubrir a otro amigo que perdí», compartía la cantante en redes junto a un mosaico con las imágenes de varios rehenes. Todos son menores. En otros mensajes asegura «rezar por días mejores». Ni gota del colorido maquillaje, ni rastro de los llamativos atuendos que la suelen acompañar en sus actuaciones frente a una despreocupada audiencia.
La estrella del pop israelí, que cumplió el servicio militar obligatorio en la banda musical de la Marina, ha visitado también a ciudadanos del sur del Estado hebreo que tuvieron que abandonar sus hogares y ahora viven acogidos en hoteles del mar Muerto. Otros como Berry Sakharoff, uno de los rockeros más aclamados del país, se han plantado directamente en una base del ejército. «No se adormecerá ni dormirá el guardián de Israel», entonó ante los soldados vestidos de uniforme, conscientes de que el concierto era sólo un pequeño oasis en su realidad. Harel Skaat se valió de la misma melodía en el hospital Tel Hashomer -el más grande del país- en la ciudad de Ramat Gan. Fue con intención de levantar el ánimo a los heridos y acabó en el refugio del edificio, con ellos y sus familiares, mientras se sucedían los cohetes en el exterior.
Hanan Ben Ari, que antes de coger el micrófono formó parte del ejército, prefirió ponerse a disposición de sus compatriotas para actuar donde lo reclamaran, desde bodas -muchos soldados y reservistas se han dado el 'sí quiero' en los últimos días- a habitaciones de hospitales. «Esto es lo mejor que sé hacer, cantar con la gente», explicó a sus 200.000 seguidores en redes sociales. Y, mientras, además, ha lanzado el hit 'Birthplace' «dedicado a mi nación». Su productor técnico, Aviv Bera'am, perdió la vida en el sangriento asalto del kibutz Kfar Aza. «Una canción no puede curar el dolor, pero puede mostrar amor», aseguró el cantautor Shlomo Artzi en un vídeo entre lágrimas tras visitar a la familia de Jonathan Rom, uno de los jóvenes que se divertían en el festival 'Supernova' cuando Hamás sembró el terror. No pudo, sin embargo, acabar con la música.
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