El príncipe Guillermo y Kate Middleton, en una imagen de archivo. Reuters

Falta un libro en Buckingham Palace

Virginia Knörr Barandiaran

Directora de VK Comunicación

Lunes, 18 de marzo 2024, 21:08

Estoy pensando en enviar un ejemplar del libro 'El silencio no es rentable', escrito por Herb Schemert y William Novak, al Palacio de Buckingham. Todo apunta a que no lo han leído y les hace falta hacerlo con urgencia. Este libro, escrito hace algo más ... de 40 años y que tiene como epicentro los problemas de imagen de la Mobil Oil Company, explicaba claramente por qué quedarse callado no era una buena estrategia. También animaba, con ejemplos del daño que ocasiona seguir la estrategia contraria, a que las empresas e instituciones lideren la información sobre sí mismas, lo que hacen, el porqué, sin avergonzarse de lo que son y más aún cuando estalla una crisis.

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Eso lo vemos frecuentemente en nuestro día a día: desde las pequeñas cosas de amigos o familia, que te molesta no saber o enterarte por terceros, hasta cuestiones de mayor trascendencia que ocurren en los ámbitos políticos, empresariales o deportivos. Todo eso tiene gran impacto y del tipo negativo.

Pero en las últimas semanas, y con especial incidencia los últimos días, estamos leyendo lo que se ha llamado ya el 'Kategate', que resume una pésima gestión de la comunicación desde hace ya meses. Han puesto a rodar la bola de la desconfianza y la pérdida de credibilidad y eso es muy difícil de parar.

Empezaron mal, con un oscurantismo impropio de una institución pública, y cuyo valor y función reside en el valor que le otorga en este caso el pueblo británico. Pero han ido empeorando cada día, ya que a la no información, que de entrada permite la duda y la rumorología, han sumado la mentira. O dicho de otra manera, la manipulación de la verdad. Y cada día será peor si no hacen algo para remediarlo.

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Pensar que una red social y un Photoshop podían arreglar este desaguisado es de ingenuos o ignorantes y ninguno de los dos perfiles debería estar a cargo de la comunicación de una institución como la Casa Real británica. Si es un ejercicio de ingenuidad… tenía yo un cliente que solía decirme: «No quiero boyscouts en el campo de batalla». Tenía razón. La comunicación no es un juego, y menos aún la comunicación de crisis. Que tengamos acceso a determinados canales, más que una oportunidad de comunicar mejor, en muchos casos es una fórmula para magnificar nuestros errores.

Si ustedes no han leído el libro de Schemert y Novak se lo recomiendo y estoy segura de que después de leerlo sabrán por qué quiero enviárselo a la familia real británica.

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