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El ataque de objetivos militares en territorio ruso por parte de Ucrania con armas europeas ya no es una línea roja para el bloque. Cuando han pasado más de dos años del inicio de la agresión de Moscú, el debate para levantar estas restricciones se ... ha instalado en el seno de la Unión Europea (UE) y de la OTAN. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, aseguró este martes tras el Consejo de Defensa del bloque que hay países comunitarios que están levantando estas limitaciones y que entienden que Kiev debe atacar objetivos militares en Rusia bajo los mismos términos en los que lo hace el Ejército del Kremlin. «Es una acción legítima y está dentro de la ley internacional, pero es una decisión que debe tomar cada Estado miembro. Nadie forzará a nadie a actuar de una forma o de otra a nivel europeo», aclaró.
Hasta el momento, la imposibilidad de que Ucrania responda a los ataques rusos ha provocado que la guerra sea «asimétrica». «Más y más se hace crucial porque los bombardeos contra Kiev vendrán desde territorio enemigo», aseguró Borrell, en referencia a los misiles de larga distancia que lanza el Kremlin desde su territorio.
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Así las cosas, el alto representante destacó que esta decisión no es contraria al Derecho de guerra, pero apostó por encontrar un equilibrio entre la defensa propia y el riesgo de escalada en el conflicto que supone el uso de material aliado en este tipo de ataques.
El debate a nivel de la UE y la OTAN, impensable hace apenas un mes, cuenta con diferentes puntos de vista, desde países que están completamente a favor, a aquellos que están dubitativos y los que los rechazan frontalmente. Borrell confía en que estas posiciones vayan variando a medida que pase el tiempo. El secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, por su parte, se mostró favorable a que los países aliados den este paso.
Mientras Estados Unidos, Alemania e Italia, entre otros, se opusieron a levantar su veto, la ministra de Defensa de Países Bajos, Kajsa Ollongren, defendió que sin este paso adelante Ucrania «lucha con una mano en la espalda». Lo mismo dijo su homólogo estonio, Hanno Pevkur, quien apuntó que permitir los ataques ucranianos a objetivos en territorio ruso «no contribuye» a una escalada del conflicto. El ministro letón, Andris Sprüds, defendió, igualmente, el derecho de Ucrania de defenderse «por todos los medios a su alcance», incluyendo los ataques defensivos en Rusia.
En paralelo, la UE quiere impulsar el envío de armas a Kiev con el uso de los beneficios extraordinarios de los activos rusos inmovilizados, lo que permitirá una inyección de 3.000 millones de euros anuales adicionales al Mecanismo para la Paz. Y esta discusión continúa a nivel técnico entre los Veintisiete.
Precisamente este martes, Bélgica y Ucrania firmaron un acuerdo bilateral de seguridad con el que el país europeo se compromete a entregar treinta cazas de combate modelo F-16 a Kiev en los próximos cuatro años. Zelenski ha viajado a Bruselas para la firma con el primer ministro belga, Alexander de Croo, que anunció que Bélgica destinará 977 millones de euros este año al apoyo a Ucrania.
El país se suma así a la lista de países europeos que han prometido apoyo a Kiev. Mientras, la UE sigue imponiendo nuevas restricciones a Moscú. El bloque anunció este martes un nuevo régimen de sanciones que afectará a unas veinte personas involucradas en la violación de los derechos humanos, la represión y acciones que vulneren la democracia y el Estado de Derecho. Europa bloqueará, además, aparatos y tecnologías que puedan servir para la represión interna en Rusia. La nueva ronda de castigos responde al aumento de la represión por parte de las autoridades rusas, entre ellas la muerte del opositor Alexei Navalni, en febrero de este año.
La Inteligencia ucraniana informó este martes de que las Fuerzas Armadas de Rusia han «intensificado» el reclutamiento de mercenarios africanos para reforzar sus filas. En particular esta situación se manifiesta considerablemente en Burundi, Congo, Ruanda y Uganda. Según destacó Kiev, el Kremlin promete un pago inicial en efectivo de algo más de 1.800 euros, así como un salario mensual de otros 2.020 euros, seguro médico y pasaporte ruso para el voluntario y sus familiares.
También indicó que Moscú ya puso en marcha meses atrás una campaña de reclutamiento de mercenarios de Nepal, pero que, con el paso de las semanas, «desertaron en masa» debido a las numerosas bajas en el frente y al «trato brutal de los comandantes de campo rusos».
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