Un buque de guerra ruso, frente al puente de Kerch atacado ayer por Ucrania.

Oleadas de drones navales ucranianos para destruir el puente más importante de Rusia

La estructura de 19 kilómetros que une Crimea con Rusia atacada el lunes es clave para que Putin mantenga el poder sobre una región que se anexionó en 2014

Óscar B. de Otálora

Martes, 18 de julio 2023, 00:31

Uno de los nuevos héroes de Rusia es el marinero Artem Zhiltsov. Este radiotelegrafista de una patrullera descubrió el 28 de octubre del año pasado el primer dron naval ucraniano que se dirigía hacia la flota rusa en Crimea, de noche y camuflado entre las ... olas. Pese a ello, consiguió neutralizarlo. Desde ese día, Ucrania ha enviado oleadas de estos novedosos dispositivos teledirigidos contra la flota rusa, pero también contra el puente de Kerch, atacado en la madrugada del lunes. Estos aparatos se han convertido en la honda de David contra el Goliat ruso y uno de los puntos débiles de la defensa de Crimea, un terreno clave desde que comenzó la invasión.

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La voladura de un tramo del puente de Kerch por al menos dos drones navales supone el segundo ataque a esta brutal infraestructura que simboliza el poder de Rusia sobre Crimea, un territorio usurpado a Ucrania que Moscú reclama como propio pero que Kiev se ha propuesto recuperar. Y además, es un ataque que deja al desnudo la debilidad de Rusia a la hora de asegurar el abastecimiento de una península que ocupó hace nueve años.

Ataque en el pilar 145

Crimea se declaró independiente de Ucrania en 2014 y seguidamente Rusia se la anexionó. En 2018, el propio Putin inauguró el puente de 19 kilómetros que une el continente ruso con la península. Se trata de una megaconstrucción con varios carriles y una línea de ferrocarril. Para hacerse una idea del tamaño de la estructura hay que tener en cuenta que dispone de 600 pilares para mantenerse de pie. El ataque del lunes se produjo en el pilar 145. Su papel es fundamental en las ambiciones de Putin.

El puente permite mantener abastecido un territorio que tiene problemas para dotarse de energía, productos alimenticios e incluso agua potable. Si no existiese esta conexión la alternativa sería utilizar las carreteras que atraviesan el Donbás y que, por lo tanto, se encuentran en la zona en la que ahora se están llevando a cabo los combates más duros. Y si los camiones con los productos básicos para Crimea no llegan por carretera, la alternativa es la flota de ferries que Rusia ha colocado en la península. Pero de nuevo aparecen los drones, que amenazan todo el tráfico naval en la zona.

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Arriba, soldados rusos comprueban los daños sufridos en el puente. Abajo, una foto de exhibición de los drones marinos y el marinero Artem Zhiltsov.

Por lo tanto, que el puente de Kerch quede desactivado es clave para Ucrania. Si Moscú no consigue garantizar el abastecimiento de sus ciudadanos, será más fácil para Kiev intentar recuperar la península. Y en Crimea, además, se encuentra Sebastopol, la sede de la flota Naval del Mar Negro, un puerto que ha servido desde el siglo XVIII para resguardar sus barcos de guerra en la región. Zelensky ya anunció que este verano reconquistarían Crimea, algo que ahora parece lejano al lento ritmo de la contraofensiva.

El primer ataque al puente de Kerch se produjo el 8 de octubre de 2022, cuando la explosión de un camión bomba destruyó parte de la estructura y dañó el vagón cisterna de un convoy de ferrocarril que trasladaba combustible a Crimea. Veinte días más tarde, Ucrania lanzó la primera oleada de drones navales contra la flota rusa de Sebastopol. Fue la noche en la que el marinero Artem Zhiltsov detectó por primera vez un ataque de estas embarcaciones teledirigidas. A partir de ese momento, los drones navales se convirtieron en una amenaza constante en las aguas de la península.

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Los rusos consiguieron hacerse con uno de estos inventos y descubrieron que el aparato que ponía en jaque su control sobre Crimea era un bote relativamente simple. A partir del motor de una moto de agua, los ingenieros ucranianos le habían colocado una antena del Starlink -el sistema de internet por satélite de Elon Musk- para poder manejarlo a distancia y un sistema de visión nocturna para poder conducirlo tras la puesta del sol. Y luego lo habían cargado de explosivos. Pese a su sencillez y escaso coste, eran capaces de hundir buques de guerra valorados en millones de euros y con tripulaciones adiestradas.

Tras la primera oleada de drones, llegaron otras que Rusia cada vez tardaba más en detectar. La Flota Rusa del Mar Negro se replegó a sus puertos con lo que Moscú perdió el control del mar de Azov. Ahora, los drones amenazan el puente de Kerch. Y si cae el puente, Crimea puede ser la siguiente pieza en derrumbarse.

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