Ha sido una imagen poco habitual en Francia. El empresario Bernard Arnault, propietario de LVMH y considerado el quinto hombre más rico del planeta, ha comparecido este jueves en el Tribunal de París. Lo ha hecho como testigo en el caso de Bernard Squarcini, el ... responsable de los servicios de Inteligencia durante la presidencia de Nicolas Sarkozy (2008-12), acusado de haber espiado entre 2013 y 2016 al entonces periodista, y diputado desde hace siete años, François Ruffin. Como era previsible, Arnault ha negado cualquier implicación en esta trama tentacular, aunque ha sorprendido por su lenguaje sin tapujos y a veces mal educado.
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El presidente del gigante del lujo pagó en 2021 una multa de 10 millones de euros que le sirvió para evitar una imputación en este caso. A pesar de ello, Ruffin -un político de izquierdas muy conocido en Francia- acusó a Arnault de ser «el impulsor» y «el principal beneficiado» del presunto espionaje llevado a cabo por Squarcini. Este influyente excomisario, cuya trayectoria mantiene similitudes con la de José Manuel Villarejo en España, es acusado de haber utilizado sus contactos en las altas esferas policiales y judiciales en beneficio de sus actividades de «asesoramiento económico», básicamente para LVMH. Lo juzgan por tráfico de influencias, recopilación fraudulenta de datos personales o malversación de fondos públicos, entre otros diez delitos.
Ante el tribunal, el multimillonario ha intentado desmarcarse de este espinoso caso. Ha responsabilizado de ello a Pierre Godé, su exnúmero dos fallecido en 2018 y que no puede defenderse. Además, ha declarado que «no tuvo ninguna constancia» del espionaje al medio de izquierdas Fakir. Además de su cargo como diputado -actualmente en el grupo de los verdes tras haber roto en junio con Jean-Luc Mélenchon, principal referente de la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos)-, Ruffin es el director de esta revista y autor de varios documentales, entre ellos 'Merci Patron!' (¡Gracias jefe!) sobre la figura de Arnault y su responsabilidad en la desindustrialización del norte de Francia.
Con un estilo parecido al de Michael Moore, esa película cosechó un gran éxito de crítica y público en 2016. Y supuestamente motivó el espionaje que sufrió Ruffin. «Si hubiera sabido que LVMH quería infiltrarse en Fakir, me hubiera opuesto a ello», ha asegurado Arnault. «Infiltrarse en una banda de payasos no sirve para nada. (…) No me corresponde a mí juzgar las acciones de una persona fallecida», ha añadido el propietario de Louis Vuitton o Christian Dior.
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Su tono se ha endurecido con el paso de las horas y ha mantenido un tenso diálogo con el abogado de Ruffin. El hombre más rico de Francia «le ha acusado de hacer solo elucubraciones» y «decir imbecilidades». Al final de la audiencia, el diputado le ha respondido en los pasillos del Tribunal: «Arnault se enfrenta en raras ocasiones a personas que lo contradigan. Por este motivo, cuando le toca hacerlo, dice que se trata de imbecilidades o acusaciones sin fundamento. Pero en este caso el grupo LVMH aparece en todos lados».
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