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Trump se dirige a los simpatizantes reunidos en el mitin de Tulsa. Reuters
Trump ironiza con el 'kung flu' y ataca a Biden como «marioneta» del extremismo

Trump ironiza con el 'kung flu' y ataca a Biden como «marioneta» del extremismo

El presidente de EE UU da su primer mitin con menos seguidores de los previstos y seis miembros de su equipo aislados tras dar positivo al Covid-19

M. Pérez

Domingo, 21 de junio 2020, 22:23

Hubo menos expectación de la esperada en el regreso de Donald Trump a los mítines en la noche del sábado en Tulsa (Oklahoma), pero el presidente cumplió con creces en lo que respecta a sus excesos verbales. Criticó el «extremismo de la izquierda radical» y a sus «matones» (los manifestantes antirracistas que participaron en los disturbios con la Policía de días pasados), calificó a su oponente demócrata, Joe Bideen, de «marioneta» de ese mismo movimiento y se autoerigió en garante de la «ley y el orden» en un país que, según él, se hubiera ido al traste sin su mano firme.

Como era de esperar, también hizo un hueco para su particular sentido del humor y habló de lo bien que ha gestionado el 'Kung Flu', una ironía destinada a vincular la epidemia con China, pese a encontrarse en Oklahoma, un Estado que empieza a arrojar contagios de manera preocupante tras haber pasado casi sin notarlo el pico de la pandemia.

El Covid-19 planeó sobre el mitin de diversas maneras. Seis miembros del equipo electoral del líder republicano dieron positivo en los test unas horas antes del acto de Tulsa. Hubo que aislarlos. La influencia de los brotes se hizo notar en la participación. Aunque acudieron miles de personas –solo el lugar elegido podía albergar a 30.000 seguidores–, era posible observar filas enteras de asientos vacíos y no se llegó al millón de simpatizantes que quería reunir Trump en las calles en su primera demostración de fuerza electoral. El miedo retrajó a los republicanos, pese a que en los accesos se repartieron mascarillas y tomó la temperatura a los asistentes.

A los que sí acudieron a su llamada les llamó «guerreros» y les contó cómo ha conseguido un «éxito increíble en la reconstrucción de Estados Unidos», pese a que el coronavirus sigue avanzando por el país, resurgen los focos en al menos tres Estados y las perspectivas económicas no son nada halagüeñas.

Trump demostró que la realidad es la que él confecciona. Rehusó utilizar mascarilla, al igual que los electores que se apretaban en el pabellón. No importaban las advertencias que las autoridades sanitarias del condado habían hecho desde días antes sobre la necesidad de aplicar las medidas de seguridad y evitar las masificaciones. Fue un mitin como aquellos anteriores a la pandemia. Eso sí, llamó cierta atención que el discurso del candidato resultara hasta cierto punto desordenado y atropellado, como si estuviera encadenando tuits en una noche de especial ingenio.

El presidente volvió al Washington posterior al 25 de mayo, cuando las protestas por la muerte del afroamericano George Floyd a manos de la Policía desencadenaron un potente movimiento antirracial en las calles. Alabó al Partido Republicano por ser las siglas «de la libertad, la igualdad y la justicia para todos». «Somos el partido de Abraham Lincoln», apostilló, antes de mostrar una vez más su desprecio a los participantes en aquellas protestas.

«Veis a esos matones. La gente los llama manifestantes. Los estadounidenses han visto a los radicales de extrema izquierda quemar edificios, saquear negocios, destrozar la propiedad privada y herir a cientos de policías», dijo el inquilinio de la Casa Blanca, que propuso una reforma legislativa para que quien queme una bandera estadounidense sea encarcelado durante un año. Él mismo se arrogó ser garante de la «ley y el orden», como cuando posó con una Biblia delante de una iglesia en Washington después de que los servicios de seguridad y la Guardia Nacional le abrieran camino disolviendo a palos una concentración ciudadana.

«Arma de doble filo»

Quizá todavía bajo el susto de los casos de Covid-19 detectados en su equipo, el presidente se refirió a los test de detección como un «arma de doble filo». «Esta es la parte mala... Cuando haces pruebas a tanta gente, vas a encontrar más casos. Entonces le dije a mi gente que por favor retrasara las pruebas», dijo a la audiencia y a miles de familias que escucharon atónitos sus palabras desde casa. Más tarde, un portavoz de la Casa Blanca matizó que Trump «obviamente bromeaba».

El último capítulo lo reservó a la razón intrínseca de su presencia en Tulsa: la carrera electoral. Aunque él tiene 73 años, dijo ver más débil a su rival, Joe Biden, de 77, y que precisamente ayer regresaba también a la arena electoral. Trump consideró que su adversario es una «marioneta» de la «izquierda radical» y de China, y lo presentó –ya es tradición en el republicano– como un político que «no ha hecho nunca nada» en medio siglo de carrera en Washington. Biden le respondió luego pidiendo que se realicen más test del Covid-19 y con mayor urgencia como forma de detener la pandemia en el país.

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