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El 'soft power' -o poder blando- que ejercía EE UU en el exterior a través de la ayuda humanitaria no es lo único que caerá ... bajo los recortes de Donald Trump. La diplomacia tradicional sufrirá el embate con el cierre de una docena de consulados para el verano, según adelantan Reuters y 'The New York Times'.
Serán, sobre todo, los situados en Europa del Este, un flanco en el que las nuevas relaciones fraternales entre Trump y su homólogo ruso dan suficiente tranquilidad al mandatario estadounidense como para relajar su presencia. Además, la lista incluye oficinas en ciudades estratégicas como Florencia, Hamburgo, Estrasburgo y Ponta Delgada y también se barajan cierres en Brasil y Turquía, lo que afectará la capacidad de Estados Unidos para coordinar asistencia humanitaria y vigilar conflictos en la región.
La confianza de Trump en manejar personalmente la diplomacia y renunciar al multilateralismo le hace desconfiar de la política tradicional, en la que ve la sombra del 'estado profundo'. Sin embargo, con cada consulado que desaparece la CIA pierde un punto de apoyo, las relaciones se debilitan y las agencias encargadas de combatir el crimen organizado, el terrorismo o la trata de personas pierden una fuente clave de información. Las medidas podrían debilitar los esfuerzos del Gobierno estadounidense para establecer alianzas y recopilar inteligencia.
El cierre de consulados y oficinas diplomáticas traerá consigo el despido de numerosos empleados locales que trabajan en las misiones diplomáticas, quienes constituyen dos tercios de la fuerza laboral del Departamento de Estado y se consideran fundamentales para el conocimiento del entorno local por parte de los diplomáticos estadounidenses. Las embajadas albergan también a oficiales de distintas agencias, incluyendo militares, inteligencia, aplicación de la ley, salud, comercio y tesorería, quienes monitorean desarrollos en la nación anfitriona y colaboran con funcionarios locales para contrarrestar amenazas como el terrorismo, enfermedades infecciosas y crisis económicas.
Junto a la preocupación que trae el alineamiento de EE UU con Rusia, los aliados temen que Washington esté cediendo influencia a rivales como China. La disminución de la capacidad diplomática y de asistencia podría limitar la habilidad de Estados Unidos para responder a crisis internacionales, promover la democracia y defender sus intereses en el extranjero.
El efecto es un autoaislamiento que deja el terreno libre para que China y Rusia avancen sin resistencia en el tablero internacional. Pekín ya ha superado a Washington en número de misiones diplomáticas en el mundo y ha intensificado su presencia en África, Asia y América Latina, aunque EE UU todavía tiene más legaciones en Europa.
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