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Con Donald Trump, el estado de alarma es permanente. No ha cumplido cien días desde su regreso a la Casa Blanca y el mundo parece ... metido en una batidora. El presidente estadounidense presume a menudo de sus buenas relaciones con su homólogo ruso, Vladímir Putin, pero acaba de atizarle durante una entrevista en la NBC. Dijo estar «muy enojado» con el mandatario del Kremlin por haber cuestionado el liderazgo del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en el proceso de paz impulsado por Washington. Y amenazó con «aranceles secundarios», su arma preferida, al petróleo ruso. Eso sí, anunció que en los próximos días hablará de nuevo con Putin para engrasar sus relaciones.
Da la sensación de que nadie se puede sentir aliado de Trump. Tampoco Putin, que lleva semanas festejando que el magnate se haya puesto de su lado en la guerra que el Kremlin mantiene con Ucrania desde 2022. Ese supuesto apoyo quedó en entredicho durante la intervención de Trump en la NBC. «Si Rusia y yo no podemos llegar a un acuerdo para poner fin al derramamiento de sangre en Ucrania, y creo que es culpa de Rusia, voy a imponer aranceles secundarios a todo su petróleo», avisó.
El enfado de Trump tiene su origen en las descalificaciones lanzadas por Putin contra Zelenski, a quien el presidente ruso niega legitimidad para dirigir Ucrania porque ya se ha cumplido el plazo de su mandato. El líder del Kremlin defiende el establecimiento de un Gobierno de transición. Por su parte, Kiev argumenta que no ha habido nuevas elecciones porque el país está en guerra. Este domingo, el ejército ruso lanzó una oleada de 111 drones contra Ucrania. Los proyectiles alcanzaron varios edificios y un hospital militar en Járkov y causaron dos muertos y 25 heridos
Al magnate neoyorquino, que abroncó a Zelenski en el Despacho Oval y que ha llegado a calificarlo de «dictador», no le han gustado sin embargo la críticas de Putin al dirigente ucraniano. «Sus palabras no van en la línea correcta», lamentó.
Y en otro giro de su escenografía geopolítica, el presidente norteamericano amenaza ahora a Moscú con aranceles y con cerrar su mercado de hidrocarburos. «Eso significaría que si compras petróleo de Rusia, no podrás hacer negocios en Estados Unidos», avisó . Los aranceles podrían oscilar entre el 25 y el 50%. La economía rusa, muy dañada después de tres años de grandes inversiones en armamento para afrontar la guerra, necesita recuperar su espacio internacional para salir adelante.
Putin, que ve cómo sus tropas avanzan –aunque lentamente– en el frente de batalla, confía en el desplome militar ucraniano, sobre todo si Kiev deja de recibir el apoyo de EEUU. Pero Trump es impredecible. El presidente norteamericano prometió durante la campaña electoral que pondría fin la guerra en Ucrania. Nada más llegar en enero a la Casa Blanca inició los contactos con Moscú y Kiev. Hace apenas unos días, Rusia y Ucrania, con la mediación de EEUU, acordaron en Riad (Arabia Saudí) un alto el fuego parcial y limitado que permitiría la navegación segura en el Mar Negro y detendría los ataques a instalaciones energéticas. En una negociación paralela, Washington trata de quedarse con la riqueza mineral de Ucrania en compensación por la ayuda prestada hasta ahora.
En la misma entrevista con la NBC y en otro giro, Trump reabrió la puerta del acuerdo. «Putin sabe que estoy enojado. Y sabe que la ira se disipa rápidamente... si él hace lo correcto». Tienen cita telefónica esta semana.
Trump no para. «No podemos dejar que Irán tenga un arma nuclear», dijo hace tres semanas tras haber enviado una carta al Gobierno de Teherán para negociar un acuerdo sobre desarrollo atómico. Este domingo ha amenazado a Irán con «bombardeos que no ha visto jamás y con aranceles» si su Gobierno no llega a un pacto con Washington. Horas antes, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, había rechazado la oferta de negociar «cara a cara» con la Casa Blanca, aunque se mostraba dispuesto a continuar los contactos a través de mediadores.
A Trump no le gustó esa respuesta y desplegó todo un catálogo de advertencias, incluso militares. Desveló que funcionarios estadounidenses e iraníes están hablando, pero no dio más detalles. «Si no llegan a un acuerdo, habrá bombardeos», advirtió. «Pero también existe la posibilidad de que, si no llegan a un pacto, les imponga aranceles secundarios como hice hace cuatro años», añadió.
En su primer mandato (2017-21), el magnate retiró a Estados Unidos del acuerdo alcanzado en 2015 entre Irán y las potencias mundiales que imponía límites estrictos a las actividades nucleares de Teherán a cambio de un alivio de las sanciones. Desde entonces, la República Islámica ha superado con creces los límites acordados en su creciente programa de enriquecimiento de uranio, según los servicios de Inteligencia de EEUU e Israel.
Washington acusa a Irán de tener una agenda clandestina para desarrollar su capacidad de crear armas nucleares, más allá de su programa de energía atómica destinada al campo civil.
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