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Para saber quiénes han sido los magnates de la tecnología que han acudido a la toma de posesión de Donald Trump basta con encender el teléfono móvil. Los propietarios de las aplicaciones que dominan nuestra pantalla estaban allí sentados. Instagram, Google, X, Uber, Amazon… Sus ... dueños rindieron pleitesía a un presidente al que en el anterior mandato despreciaron y ante el que ahora se han postrado sin escrúpulos.
En las imágenes de las distintas ceremonias, una de las primeras en mostrar el viraje de los hombre más ricos del mundo fue la tomada en el templo episcopal de San Juan, la conocida como 'iglesia de los presidentes'. Allí se reunieron el dueño de Amazon, Jeff Bezos; el líder de Apple, Tim Cook; el propietario de Meta –es decir, Facebook, Instagram y WhatsApp–, Mark Zuckerberg, y el máximo directivo de Google, Sundar Pichai. Los cuatro, con abrigos de un negro solemne, ocupaban los primeros bancos mientras Trump asistía a misa.
Pero el gran momento de los hombres más ricos del mundo se produjo en la ceremonia del Capitolio. Allí, Bezos y Zuckerberg, junto con sus esposas, Laura Sánchez y Priscila Chan, acompañados de Sundar Pichai, se sentaron junto a Elon Musk en uno de los lugares más destacados. Estaban colocados a la derecha del atril presidencial, a la misma altura que los exmandatarios, y justo por detrás de la familia del republicano. La cercanía era tal que incluso Bezos compartió confidencias con Lara Trump, una de las mujeres más poderosas del clan.
El poder de Silicon Valley y las firmas tecnológicas norteamericanas se visualizaba así con una presencia en la cumbre que nunca antes había tenido. Entre el público se encontraba Sam Altman, el propietario de OpenAI –lo que es lo mismo, ChatGPT, la Inteligencia Artificial más conocida del planeta–. También estaba invitado el dueño de TikTok, Chew Shou Zi. La noche anterior, la empresa china había financiado una fiesta para los influencers de derechas que pueblan su red en Estados Unidos.
Exceptuando Elon Musk, cuyo 'trumpismo' es de larga data, el resto son unos recién llegados al Versalles de la Casa Blanca y han pasado de ser unos opositores a convertirse en los compañeros de viaje de todo el movimiento que rodea al nuevo presidente. Un ejemplo es el creador de ChatGPT, quien ha recibido en las últimas horas reproches del Partido Demócrata, del que ha sido donante durante años, por haber entregado un millón de dólares para costear la toma de posesión de Trump. La formación de Biden insinuó que estaba dispuesta a investigar sus donaciones y Altman respondió con un irónico «qué curioso. Nunca pasó algo parecido cuando financié a los demócratas».
Este giro también es evidente en personas como Jeff Bezos, que además de Amazon es dueño del diario 'The Washington Post'. Su periódico fue hostil contra el primer mandato de Trump pero en la campaña decidió no apoyar a ningún candidato, algo que rompió con una trayectoria de 30 años en los que ha mostrado, elección tras elección, su respaldo a alguno de los aspirantes. Desde entonces, Bezos ha intentado por todos los medios mejorar su relación con Trump y en diciembre, una vez derrotada Kamala Harris, viajó a la residencia del presidente en Mar-a-Lago para expresarle su apoyo.
Un mes antes, quien había visitado Mar-a-Lago para una cena privada con el mandatario fue Mark Zuckerberg. En sus espaldas cargaba con la decisión de haber cerrado la cuenta de Donald Trump el 7 de enero de 2021 por el asalto al Capitolio. El viraje de Zuckerberg también ha sido radical. Según los portavoces del nuevo presidente, el dueño de Meta mostró su disposición a colaborar con la nueva Adminstración y apoyar la transformación de Estados Unidos que se va a poner en marcha.
Pero el creador de Facebook ha dado más pasos. Dos de los más significativos han sido la eliminación de los moderadores de contenido -una práctica que los republicanos equiparaban a la censura- y la supresión de las directrices DEI, siglas de diversidad, equidad e inclusión. Esta normativa que busca proteger a minorías en las empresas era para los conservadores una intromisión 'woke' en la empresa privada. Este cambio ha tenido su premio. Silicon Valley se sentaba este lunes junto al trono.
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