Dennis, Sonny, Lisa... así son las víctimas del francotirador de Las Vegas

SONNY MELTON. Tenía 29 años y era enfermero en Tennesee. Fue al concierto con su esposa para celebrar el primer aniversario de matrimonio. Su mujer contó a los medios que Sonny la cubrió con su cuerpo cuando comenzaron los disparos.

DENISE SALMON BURDITUS. Tenía 50 años años y antes de morir en el tiroteo publicó esta foto junto a su marido en el concierto donde él pudo salvarse. Era una madre semi-jubilada y había viajado por diferentes ciudades durante muchos años junto a su marido, Tony, que tuvo que viajar debido a su trabajo militar.

SANDY CASEY. Tenía 35 años. Era profesora de enseñanza especial en California. Estaba comprometida para casarse y asistió al concierto con su novio y un amigo.

JESSICA KLYMCHUCK. Una madre soltera, con cuatro hijos, vivía en Valleyview. Estaba en Las Vegas con su prometido, Brett Irla.

CHARLESTON HARTFIEL. Tenía 34 años. Era policía de Las Vegas, miembro de las fuerzas armadas, padre y entrenador de fútbol juvenil.

ANGY GÓMEZ. Se encontraba en el concierto para realizar un nuevo trabajo de asistente de enfermería. La dispararon tres veces, una en el hombro y dos en el brazo. Su novio que se encontraba con ella trato de sacarla de la sala, pero fue imposible porque las las calles estaban bloqueadas e impedían llevar a la chica a un hospital cercano para salvar su vida.

LISA ROMERO. Tenía 48 años y era secretaria de la escuela secundaria en Gallup, Nuevo México. Amaba la música country.

QUINTON ROBBINS. Un estudiante de 20 años de edad en la Universidad de Nevada-Las Vegas, que es recordado por muchos como una "persona realmente increíble". Cuando Robbins (diabético) se agarraba el pecho, su novia pensó que algo estaba pasando con sus niveles de azúcar, lo que no se imaginaba es que una bala le había roto todo el cuerpo. Disfrutaba de la caza, la pesca y la música country, por lo que decidió ir a Las Vegas.

JENNIFER IRVINE. Tenía 42 años. Los disparos comenzaron y el grupo que iba con Irvine cayó al suelo, cuando estas quisieron mirar hacia donde estaba ella, se dieron cuenta que la chica no se movía. «Su vida terminó cantando, bailando y sonriendo"», cuenta una amiga de la víctima.

RHONDA DE ROCQUE. Tenía 42 años y vivía en Massachusetts. Era una devota testigo de Jehová que le gustaba cocinar para la familia y amigos. Asistió al festival junto a su marido, su hija de seis años y su suegro.