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Miguel Pérez
Domingo, 17 de noviembre 2024, 19:48
Después de negarse durante casi mil días de guerra, que se cumplen mañana, el presidente Joe Biden ha autorizado a Ucrania a utilizar misiles de largo alcance contra Rusia a solo dos meses de dejar la Casa Blanca. La decisión resulta del todo sorprendente en ... este momento, El aún inquilino del Despacho Oval se había resistido a dar este paso a pesar de todo tipo de presiones, incluso de algunos socios europeos, y ahora, en su retirada, se muestra dispuesto a abrir la puerta a una escalada bélica con Rusia a pocas semanas de la investidura de Donald Trump. El republicano es partidiario de limitar el envío de arsenales a Kiev y ha garantizado ser capaz de solucionar la guerra «en un día». La promesa es notablemente absurda, pero ahora es posible que Trump se encuentre con un embrollo bélico mucho mayor del que esperaba en el este de Europa.
La autorización permitirá al ejército ucraniano utilizar los misiles ATACMS dentro de territorio ruso, aunque de momento es posible que la licencia quede restringida a la región de Kursk. ¿Por qué? Porque allí han sido desplegados los 10.000 soldados de élite norcoreanos que colaborarán con las tropas rusas para expulsar a los ocupantes ucranianos al otro lado de la frontera.
El descubrimiento de que el régimen de Pyongyang había optado por reforzar a Moscú con sus propios regimientos descolocó por completo al Pentágono y la Casa Blanca hace semanas. Después de una serie de reuniones celebradas en secreto, Biden parece querer disuadir y enviar un mensaje a Corea del Norte -más que a Rusia- sobre la posibilidad de diezmar su ejército con uno de los misiles balísticos más eficaces del arsenal estadounidense. Sin embargo, es una apuesta de riesgo. Implica un juego de guerra a cuatro bandas y con una potencia nuclear imprevisible como la dirigida por KIm Jong-un.
Según ha avanzado la invasión desde febrero de 2022, EE UU ha enviado a la exrepública soviética material militar cada vez más sofisticado. Los primeros misiles balísticos ATACMS tenían el alcance limitado a 165 kilómetros e iban acompañados de la restricción de uso solo como defensa en el propio terreno ucraniano. Ahora todo eso cambia. Las últimas remesas tienen la capacidad de volar hasta 300 kilómetros y los militares podrán transportar las lanzaderas a Kursk y disparar desde allí. Ya utilizan material militar de EE UU en Kursk, como armas largas y granadas, sin que haya habido represalias y eso también ha contribuido a que Washington apueste por ir un paso más lejos.
Un poder sorprendente
Un problema que surge ahora es que Biden deja en manos del presidente Volodímir Zelenski un poder muy sustancial y capaz de generar consecuencias internacionales impredecibles; todo lo que se quería evitar hasta ahora. Fuentes bien informadas han indicado a medios estadounidenses que la limitación de uso de los ATACMS a Kusrk sería solo temporal y que, según discurra el conflicto, podría extenderse a otras zonas.
Si Kiev quisiera realizar una acción demoledora para amenazar todo este juego de equilibrios internacionales y propiciar una escalada global, podría disparar estos cohetes a las ciudades del interior de Rusia y causar unos estragos que el Kremlin atribuiría a la munición occidental. De hecho, Vladímir Putin ha manifestado en varias ocasiones, la última en septiembre, que el empleo de armamento europeo y americano en su suelo constituye una «línea roja». «Eso cambia la esencia misma, la naturaleza del conflicto». alertó Putin, quien anoche insinuó que la decisión de Biden acerca al planeta a una tercera guerra mundial. Polonia, por su parte, dijo que éste es «un lenguaje que el presidente ruso entiende».
En el sentido táctico, el despliegue de los ATACMS parece enfocado a reequilibrar el teatro de operaciones de Kursk tras la introducción de las tropas norcoreanas, Moscú prepara una gran ofensiva con 50.000 militares para expulsar a los ocupantes ucranianos. Los estrategas occidentales consideran que el Kremlin concentrará a las unidades norcoreanas en esta misión y así algunos batallones rusos quedarán más liberados para continuar avanzando en el Donbás y ganar posiciones en el frente. De hecho, en este mes los invasores han ocupado alrededor de una decena de poblaciones ucranianas.
Por lo demás, los misiles de largo alcance tienen una efectividad estratégica relativa en territorio ruso, a no ser que se dirijan a las ciudades y aldeas para sembrar el terror civil. Su alcance no llega a Moscú, situado a más de quinientos kilómetros, y el Kremlin ha tenido la previsión de retirar durante los últimos meses al interior del país los arsenales y, sobre todo, los aeródromos desde los que despegan los aviones de combate y los cazabombarderos, de modo que queden fuera del radio de acción de los ATACMS. No obstante, pueden provocar graves daños en las concentraciones de tropas enemigas y destruir arsenales y nudos logísticos ruso-norcoreanos en Kursk.
Nadie sabe que pasa por la cabeza de Biden en estos momentos de salida de la Casa Blanca. Su obsesión es Rusia, China y Corea del Norte en política exterior (además del respaldo a Israel) y es consciente de que Trump tiene otra manera de pensar y una batería de decretos presidenciales para firmar desde el primer día que anularán muchas de sus iniciativas. La decisión ha sido tomada en medio de un absoluto hermetismo. Ni siquiera se filtró durante la Cumbre Asia-Pacífico celebrada el viernes en Perú, Biden, el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, y el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, firmaron allí una resolución que condena «enérgicamente» el despliegue de tropas de Corea del Norte en Rusia para «expandir peligrosamente la guerra de agresión contra Ucrania».
Se trata de una de las últimas medidas antes de irse del veterano mandatario, que ha contribuido a mantener viva la defensa por las armas de Ucrania durante estos mil días que han llenado los campos de sangre. La otra es asegurar que recibirá 6.000 millones de dólares en nuevos arsenales antes de que Trump comience su presidencia. Y eso que Zelenski ya se había encomendado al refranero: a rey muerto, rey puesto. El mismo dirigente ucraniano que hace justo un año aseguró que Trump «no puede ganar la guerra en un día» ha dicho ahora que lo hará mejor de lo que lo ha hecho Joe Biden. «Está claro que con las políticas del equipo que liderará ahora la Casa Blanca la guerra terminará antes», aseguró Zelenski el sábado en una entrevista televisada.
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