SALVADOR ARROYO
Miércoles, 23 de enero 2019, 00:05
bruselas. Ante la evidencia, claridad. Y el hartazgo del 'Brexit' obliga a ello. Después de que Bruselas ignorase el mismo lunes la iniciativa que Theresa May había presentado a los parlamentarios británicos en Westminster, eludiendo cualquier pronunciamiento oficial, ayer la Comisión Europea lanzó una especie de 'basta ya'. Sin palabras gruesas, pero contundente, se planteó que «si no hay acuerdo, es obvio que en Irlanda habría una frontera dura», dijo Margaritis Schinas, portavoz jefe de Jean-Claude Juncker.
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El compromiso que la Unión Europea tiene con los Acuerdos de Viernes Santo, que pusieron fin en 1998 a tres décadas de conflicto civil en la provincia británica, no cambia. Continúa siendo firme. Pero «inevitablemente hay que considerar» la situación de riesgo que se produciría con un divorcio traumático ante un escenario que nadie en la UE quiere y que, de hecho, se ha convertido en su principal bandera ante Londres. Levantar una frontera dinamitaría el proceso de paz y dificultaría la cooperación transfronteriza. Hasta ayer ese 'blanco y en botella' no se había llegado a verbalizar con tal transparencia públicamente.
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