Las autoridades de Irán volvieron este viernes a estirar la jornada de voto hasta la medianoche para intentar conseguir el mayor número posible de votos en el pulso por la presidencia. En medio de la incertidumbre por conocer si el país gira al reformismo o ... se mantiene en la vía ultraconservadora abierta por Ebrahim Raisi, fallecido hace un mes en accidente de helicóptero, el dato que más preocupaba en la cúpula del régimen era el de la participación. En primera vuelta fue de un 39,9%, la más baja de la historia de la república islámica.
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El Líder Supremo, Alí Jamenéi, votó a primera hora de la jornada y declaró a los medios que había oído «que la pasión y el interés de la gente es mayor que en la primera vuelta». El reformista Masoud Pezeshkian, acompañado del exministro de Exteriores Javad Zarif, y el ultraconservador Saeed Jalili también votaron temprano y se recluyeron en sus cuarteles generales para seguir la jornada en Teherán. A media jornada las autoridades aseguraron que la participación iba mejor que la semana anterior, pero hay que esperar a conocer los resultados oficiales.
El presidente de Irán es una figura importante para temas domésticos como la economía y los derechos sociales. También tiene influencia en política exterior en asuntos como la negociación nuclear, aunque la última palabra es siempre la del Líder. Pezeshkian y Jalili son dos modelos antagónicos, pero siempre dentro de los límites marcados por el régimen, que con este pulso clásico entre las dos corrientes del sistema intenta resucitar el voto en un país donde una parte importante de la población no vota para castigar a las autoridades.
En las presidenciales de 2021 todo estaba diseñado para la victoria de Raisi y el Consejo de Guardianes no aceptó a candidatos reformistas. Esta vez ha sido diferente y se ha permitido competir a esta corriente política que ofrece una imagen más amable del sistema de cara al exterior.
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Jalili, conocido por su intransigente postura antioccidental, se opone a las medidas para restaurar el acuerdo nuclear de 2015 con las potencias mundiales. Pezeshkian pide «relaciones constructivas» con los gobiernos occidentales para poner fin al aislamiento de Irán durante los últimos años. El reformista apela a recuperar el diálogo que permita levantar las sanciones impuestas por Donald Trump que ahogan a la economía iraní.
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