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Mikel Ayestaran
Corresponsal. Jersusalén
Viernes, 23 de noviembre 2018, 21:46
Pakistán vivió un viernes sangriento con dos atentados que dejaron al menos 36 muertos y decenas de heridos en operaciones contra el Consulado de China en Karachi y contra un mercado en la zona tribal, en la frontera con Afganistán. A primera ... hora del día, un comando formado por tres hombres armados intentó asaltar la legación china en la capital económica del país para secuestrar a sus diplomáticos. El enfrentamiento con las fuerzas de seguridad se alargó durante casi una hora hasta que los agresores fueron abatidos.
Dos policías murieron en este atentado reivindicado por el Ejército de Liberación Baluchi, que busca la independencia de la provincia suroccidental de Baluchistán y emitió un comunicado en el que informó de que «no toleraremos la expansión militar china». Media hora después de que las armas callaran en Karachi se produjo el ataque suicida en el norte del país, pero ningún grupo reclamó la autoría de este atentado que dejó al menos 31 muertos en un bazar.
Los grupos armados baluchis tienen a los chinos en su punto de mira debido a su alianza comercial con el Gobierno de Islamabad. China cuenta con una gran presencia en la región paquistaní de Baluchistán debido al proyecto Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), un enorme plan de infraestructuras financiado por Pekín con una inversión de 60.000 millones de dólares (52.954 millones de euros al cambio) y cuyo punto clave es el puerto de Gwadar.
Como ocurre con los kurdos, los baluchis están separados por las fronteras que dividen Irán, Pakistán y Afganistán, y en el lado paquistaní, aunque su zona es rica en recursos minerales y gas, es la provincia más pobre del país. Los chinos quieren conectar Kasghar, en la provincia noroccidental de Xinjiang, con Gwadar para tener salida directa al mar y esa línea atraviesa el Baluchistán.
Pekín condenó «firmemente» el ataque contra su consulado y pidió a Pakistán «medidas concretas para garantizar la seguridad» de sus ciudadanos e instituciones en el país. El de este viernes es el segundo atentado de este tipo en los últimos tres meses ya que a finales del verano otro suicida baluchi se inmoló contra un autobús de trabajadores chinos y seis resultaron heridos. El primer ministro paquistaní, Imran Khan, calificó el atentado de «conspiración» contra la alianza económica entre Pekín e Islamabad.
Poco después de que la Policía lograra controlar la situación en el Consulado chino se produjo el segundo atentado del día, esta vez en la zona tribal fronteriza con Afganistán. Un suicida hizo explotar la carga que llevaba en una motocicleta en mitad de un bazar de la agencia tribal de Orakzai. El ministro de Información, Fawad Chaudhry, dijo que ambas acciones «parecen coordinadas» y adelantó que el Gobierno no cambiará su estrategia a la hora de combatir al terrorismo.
Además de los problemas internos de seguridad, el nuevo Gobierno de Khan, que tomó posesión el pasado mes de agosto, se enfrenta al cambio de política de Estados Unidos. Donald Trump ha decidido recortar su ayuda a Islamabad y esta misma semana recordó en las redes sociales que «ya no le pagamos los miles de millones a Pakistán, porque ellos tomarían nuestro dinero y no harían nada por nosotros; Bin Laden es un ejemplo perfecto, y Afganistán es otro. Eran solo algunos de los muchos países que toman de Estados Unidos sin dar nada a cambio. ¡Eso se ha terminado!».
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