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PABLO M. DÍEZ
Corresponsal en Pekín
Lunes, 14 de marzo 2022, 11:11
En un viaje a Corea del Norte en 2016, Anna Fifield, entonces corresponsal de 'The Washington Post' en Asia, obligó a los funcionarios de la propaganda a que encendieran el sofisticado TAC alemán del que estaban alardeando ante los medios extranjeros en la maternidad de ... Pyongyang, que resultó que ni siquiera estaba enchufado. La anécdota, en apariencia trivial, refleja el coraje de esta periodista neozelandesa por descubrir la verdad, lo que tiene el doble de mérito en uno de los países más herméticos y misteriosos del mundo. Un afán profesional que le ha reportado no solo grandes exclusivas, sino también un libro magnífico sobre su joven dictador, 'El gran sucesor', publicado en España por Capitán Swing. Forjada como corresponsal del 'Financial Times' en Washington, Beirut, Teherán y Seúl entre 2001 y 2013, estuvo destinada con «The Washington Post» en Tokio y Pekín entre 2014 y 2020. A sus 46 años, dirige el periódico '«The Dominion Post' en Wellington, desde donde nos atiende por Skype.
- Lo primero, enhorabuena por su libro. Sé bien lo difícil que resulta escribir sobre un país tan cerrado como Corea del Norte y es impresionante toda la nueva información que ha descubierto sobre Kim Jong-un. Se suele pensar que no es muy estable o, directamente, que está loco. Pero usted sostiene justo lo contrario. Después de entrevistar a tantas personas que le han conocido, ¿cómo describiría su carácter?
- Su infancia fue tan anormal y disfuncional que es como si durante toda su vida hubiera sido formado para convertirse en un dictador. No lo pasó bien en Suiza. Tuvo muchos problemas con el idioma; primero en una escuela en inglés y luego en alemán. Creo que le frustraba no poder comunicarse con la gente. Pero, además, tuvo que ser un auténtico «shock» para él pasar de ser un príncipe en Corea del Norte a pretender que era un chico normal en Suiza. De repente, ya no era el «número uno», sino uno más, lo que hubo de afectarle mucho. Todo lo que aprendí sobre su infancia y cómo fue criado demuestra que, desde niño, le dijeron lo especial que era, que procedía de una familia divina y que un día tomaría el poder. Se lo dijeron cuando tenía solo ocho años. Lo que su tía me contó es que, en ese cumpleaños, le dieron un uniforme y los generales de verdad se inclinaron ante él y le saludaron con respeto… Para él, fue imposible tener una vida normal. En realidad, pienso que no tenía opción de renunciar al poder por su infancia tan extraña.
- ¿Y cómo pudo pasar en tan poco tiempo de ser un estudiante apocado en Suiza a convertirse en un dictador despiadado, capaz de matar a su tío, Jang Song-thaek, y a su hermanastro, Kim Jong-nam?
- Le he preguntado a varios psicólogos por Kim Jong-un. Aunque no creen que se pueda diagnosticar a una persona a distancia, unos cuantos pensaban que, por haber estudiado en Suiza y conocer el mundo exterior, todos sus retratos lo pintan como un niño malcriado, un niño mimado. Pero no hay historias que sugieran que sea un psicópata. Lo que quería mostrar en el libro es lo racional que es. Mucha gente no pensaba que podría dirigir Corea del Norte, incluyéndome a mí. Pero no tanto por él como por el sistema. Yo no creía que el régimen pudiera tolerar a este chaval de 27 años, joven e inexperto. Pero se ha probado a sí mismo y lo ha hecho aprovechándose de la «Vieja Guardia» del régimen, usando los mecanismos de la propaganda, el Ejército y al «hombre del dinero», que era su tío por sus buenas relaciones con China. Los usó a todos ellos y, cuando ya no los necesitaba, los mandó matar o los envió al gulag, porque su conocimiento era útil para él, pero también una amenaza para su liderazgo. Se deshizo de su tío, Jang Song-thaek, porque realmente pensaba que era un riesgo para él, ya que era muy carismático y tenía muy buenos contactos con China. Además, quería demostrar que nadie está a salvo en su régimen, ni siquiera su tío o, como se vio después, su hermanastro. Fue un mensaje muy claro para que nadie le desafiara.
- El régimen justifica su programa nuclear como un elemento de disuasión frente a un posible ataque de Estados Unidos. ¿Es esa la verdadera razón o es solo la élite tratando de proteger sus privilegios todo el tiempo que puedan?
- Probablemente ambas cosas. Corea del Norte repite y exagera las acciones de EE.UU. desde la guerra (1950-53) para mantener a su pueblo unido. Aunque magnifica la amenaza del mundo exterior, creo que ha habido momentos en las últimas décadas en los que la Casa Blanca ha estado tentada a cambiar el sistema. Pero el régimen, y especialmente Kim Jong-un, han hecho muchos avances en sus armas nucleares, en parte para evitar un ataque de EE.UU. y en parte para captar su atención. Washington no se preocuparía de este pequeño Estado, atrasado y dictatorial, si no fuera porque su programa nuclear es creíble. Pero también creo que dicho programa enciende un sentimiento de orgullo nacional en Corea del Norte. Incluso muchos de los desertores que he entrevistado estaban orgullosos de que su país, tan pobre, hubiera podido conseguir algo tan difícil como fabricar armas atómicas. Especialmente cuando Japón y Corea del Sur no lo han hecho. Eso les hace sentir que es un logro.
- ¿Cuál fue la entrevista que más le costó conseguir?
- Por supuesto, la tía materna de Kim Jong-un, quien emigró a EE.UU., pero antes vivió con él, lo cuidó en Pyongyang y se hizo pasar por su madre en Suiza. Lo conoce, o lo conocía, mejor que nadie. Me las arreglé para localizarla en EE.UU. y convencerla para que hablara conmigo. ¡Y todavía no sé por qué lo hizo! Estoy muy contenta de que lo hiciera pero, incluso cuando ya habíamos acordado vernos en Nueva York, en realidad pensaba que no iba a aparecer.
- ¿Cuál fue su impresión sobre ella?
- Los medios surcoreanos especulaban con que se había sometido a cirugía plástica. Pero, en cuanto la vi, la reconocí al instante. Estaba exactamente igual que en sus fotos antiguas, pero también se parecía mucho a su hermana y madre de Kim Jong-un, por lo que me perturbó cuál era su papel dentro de esta familia. Tanto ella como su marido querían contarme cosas buenas de Kim Jong-un, pese a que se habían exiliado en EE.UU. y tenían tres hijos americanos. Aun así, seguían siendo muy leales a la familia, pero no sé por qué y me sorprendió mucho.
- ¿Por qué fracasaron las negociaciones con Trump? Como bien dice en su libro, solo dos personajes tan poco convencionales como ellos podían alcanzar un acuerdo histórico.
- El entonces consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, lo estropeó todo porque no quería el acuerdo. Creo que la segunda cumbre, en Vietnam en 2019, fue muy muy precipitada y no se habían hecho los suficientes preparativos. Y había gente como Bolton, que estaba en contra. Así que fracasó estrepitosamente. Yo era algo optimista en ese momento porque, como todo lo demás había fallado, debían probar algo nuevo. Pero, obviamente, no fue así.
- ¿Hasta dónde cree que estaba dispuesto a llegar Kim Jong-un? ¿Y cómo podían Trump y el resto de la comunidad internacional confiar en Corea del Norte conociendo su experiencia?
- Kim Jong-un nunca renunciará a sus armas nucleares. Le dan seguridad y son la razón por la que todo el mundo se ocupa tanto de él. Ha visto lo que ocurrió en Libia y probablemente esté muy atento a lo que está sucediendo en Ucrania ahora mismo. Cuando renuncias a tus bombas atómicas, pierdes mucho poder y el líder se vuelve vulnerable. Esa es la lección que ha aprendido de ambos y no se arriesgará. No creo que renuncie a ellas, pero puede encontrar un camino intermedio sacrificando alguna parte o iniciando algún tipo de apertura al mundo. EE.UU. no quiere aceptar a Corea del Norte como un Estado nuclear, pero lo cierto es que lo es, lo reconozcan o no. Si se pudiera congelar, verificar y controlar su programa atómico, sería mejor, porque ahora mismo Pyongyang puede enriquecer uranio cada día. Mientras más dure esta situación, más potente se volverá su capacidad disuasoria nuclear.
- Tras la pandemia del coronavirus, Corea del Norte está todavía más cerrada que antes, lo que ha detenido el crecimiento económico de los últimos años que había traído el comercio con China y la proliferación de los mercados callejeros («Jangmadang»). ¿Cómo puede afectar este cierre a Kim Jong-un? ¿Sufrirá el país otra hambruna como en los años 90?
- La pandemia ha hecho más daño a Corea del Norte que las sanciones, porque cerró sus fronteras incluso antes de que Wuhan fuera confinado. Ya llevan más de dos años así y no hay comercio con China, que era el salvavidas de Corea del Norte. Creo que deben estar atravesando una situación realmente nefasta. Incluso Kim Jong-un ha avisado de que puede venir otra hambruna, lo que es la más clara señal de la dificultad de estos momentos. No solo para la gente normal, sino también para el propio Kim Jong-un, que ya no disfruta de las cosas a las que está acostumbrado porque sus «hombres del dinero» no pueden viajar por el mundo en busca de fondos para él.
- Hay muchas especulaciones sobre su salud. ¿Cree que vivirá muchos años? Y, si muere de repente, ¿quién puede sucederle: su hermana o su hermano mayor? ¿Es posible una Corea del Norte no regida por la dinastía Kim?
- Su salud es realmente mala. Lo vimos muy obeso y con dificultades para respirar en sus cumbres en Singapur y Hanói. Desde entonces, ha perdido mucho peso, pero tiene una pinta terrible. Solo podemos especular con que ha estado enfermo o se ha puesto a dieta. No lo sé. Su salud es el mayor riesgo para su régimen, y lo digo muy en serio. Para alguien que ha llegado tan lejos con tal de mantener el poder, incluso matando a su tío y a su hermanastro, es extraño que no se haya cuidado más. Si muriera, es imposible predecir lo que ocurrirá. No creo que su hermana pueda tomar el poder, no solo porque es joven, sino porque es una mujer y eso crearía mucha confusión en Corea del Norte. Pienso que la «Vieja Guardia» no la aceptará, pero no hay nadie más. Todo el régimen de los Kim se basa en esta idea mítica de la sangre del monte Paektu y solo ellos pueden gobernar Corea del Norte. Creo que ella lo intentaría, pero no sé si lo logrará. Incluso aunque se produzca el colapso del régimen, la situación más probable es que los generales tomen el poder y formen una Junta militar como en Birmania (Myanmar). Eso es algo que China vería bien porque quiere estabilidad y le serviría para poner a alguien de su cuerda.
- ¿Ha descubierto algo nuevo sobre sus hijos? Lo único que conocemos es que ha tenido una hija y, posiblemente, dos más, pero no sabemos si alguno es un varón.
- No tengo ninguna información nueva sobre sus hijos. Solo sé que tiene estos niños, que son muy pequeños. Todos tienen menos de diez años y ninguno podrá ser el líder pronto.
- Para terminar, ¿qué futuro le ve a Corea del Norte?
- Escribí el libro porque estaba equivocada. No pensé que Corte pudiera cambiar de una segunda generación a una tercera, y Kim Jong-un ha hecho más que suficiente en estos diez años. Así que no sé si tengo buenas predicciones para el futuro. Antes de la pandemia, diría que no había síntomas de inestabilidad dentro de Corea del Norte, nada que amenazara su control a corto plazo. Pero la pandemia lo ha cambiado todo. Es el mayor reto para el régimen, mucho más que las sanciones económicas porque el país se ha aislado todavía más del mundo exterior y limitado todo su comercio. Deben de estar sufriendo mucho, pero la verdad es que no lo sabemos porque nadie entra ni sale de Corea del Norte. Ahora, el mayor reto tras su década en el poder será recuperarse de la pandemia. Si Kim Jong-un se las arregla para salir adelante los dos próximos años, puede que esté bien en el futuro.
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