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EFE
Domingo, 22 de marzo 2015, 19:06
La mujer linchada por una turba que la acusó de quemar un Corán ha sido enterrada hoy en Kabul entre medidas de seguridad y ante decenas de personas que han reclamado justicia, mientras que el presidente afgano, Ashraf Ghani, ha formado una comisión de investigación.
El cuerpo de la joven, de 27 años, llamada Farjonda, ha sido llevado a hombros por mujeres, algo inusual en un entierro islámico, como muestra de su lucha en defensa de los derechos de la mujer, y su funeral ha sido transmitido por televisiones locales. A la ceremonia en el cementerio de Panjsad en el distrito 11 de Kabul, cerca de donde vivía la víctima, han asistido representantes gubernamentales, parlamentarios y de sociedades civiles.
Algunos de los asistentes advirtieron a un conocido mulá o líder religioso, Ayaz Niazi, de que no participara en el funeral después de que en la oración del viernes supuestamente justificara el linchamiento.
Farjonda murió el jueves después de que una multitud, en su mayoría hombres jóvenes, la golpeara con palos, patadas y la tirara piedras, antes de quemar su cuerpo y arrojarlo al río Kabul. El suceso ocurrió en el céntrico santuario Shah-Do-Shamshira Shrine y la Policía detuvo después al menos a once personas, en una investigación que sigue abierta tras no encontrar pruebas de que la mujer, que padecía problemas mentales, quemara una copia del libro sagrado sino unos simples papeles.
Investigación
El Gobierno afgano ha suspendido hoy de sus funciones a trece policías, uno de ellos jefe de distrito, destinados a la seguridad en la zona del suceso cuando ocurrieron los hechos, ha informado una fuente del Ministerio del Interior afgano.
La difusión en redes sociales de fotografías y vídeos del linchamiento de la joven, que estaba graduada en una escuela religiosa y llevaba velo, llevó a grupos de internautas del país a demandar justicia y promover protestas para los próximos días.
El presidente afgano constituyó anoche una comisión de investigación integrada por líderes religiosos, parlamentarias y activistas por los derechos de las mujeres. El presidente Ghani, Naciones Unidas y organizaciones civiles han condenado el suceso.
La sociedad afgana es muy sensible a casos de blasfemia y profanación del Corán, que suelen generar represalias violentas. Al menos cuatro civiles murieron en 2013 después de que varios hombres dispararan durante una protesta contra un policía que profanó un libro sagrado, en el sur de Afganistán.
En 2012, la quema de ejemplares del Corán, que habían sido retirados de una prisión y llevados a la base militar de Bagram, cerca de Kabul, y que se produjo por error según una investigación militar estadounidense, desató una ola de violencia en distintos puntos del país en la que murieron unas treinta personas.
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