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La naturaleza es sabia. Es uno de los mantras a los que suele aludir José Miguel Guzmán cuando pasa junto a las chumberas y las ... describe. Éstas están situadas en la Finca Altollano, en territorio de Coín. Allí, desde hace cuatro años, mientras muchos buscan desconectar y descansar en la playa, él y su familia se vuelcan en la cosecha del chumbo, una fruta subtropical que forma parte de la tradición gastronómica andaluza desde hace siglos, aunque no siempre haya tenido el reconocimiento merecido.
Desde los primeros días de agosto hasta mediados de septiembre, cuando el sol más aprieta en Málaga y el Valle del Guadalhorce tiene que realizarse la recogida de estos suculentos frutos en esta explotación que tiene más de dos hectáreas de superficie y más de un millar de chumberas.
José Miguel, junto a su mujer, Magdalena, y sus dos hijos, Alicia y Adrián, no descansan durante cerca de mes y medio en pleno verano. La cosecha del chumbo les absorbe. Cada mañana, de lunes a domingo, se adentran en su particular bosque de cactus para recoger sus espinosos frutos.
Aprovechan la claridad que propicia el sol para comenzar a la sombra la cosecha manual y pormenorizada del que se conoce también como higo chumbo. «Estamos habituados a pincharnos», asevera Magdalena. Como prueba, muestra el reverso de sus antebrazos salpicado de puntos rojos.
En estos días de verano, además de hacer la minuciosa recogida de estos subtropicales, también tienen un cometido importante, su comercialización.
«No resulta fácil vender los chumbos aquí en la provincia de Málaga», asegura José Miguel, quien se dedica buena parte del año a buscar clientes. La mayor parte de ellos son fruterías de Coín y otros puntos de la provincia de Málaga. Desde hace ya más de dos años, la familia Guzmán decidió registrar una marca comercial para que se les identificara. Buscaron un nombre sencillo, fácil de recordar y castizo: 'El Tío Lo Chumbo'.
Cada domingo, en verano, es habitual encontrar a esta familia detrás de un expositor con el que cuentan en el Mercado Agroalimentario del Valle del Guadalhorce, en Coín. Allí venden directamente a los consumidores los frutos que ellos mismos han recogido tan sólo unas horas antes en su finca, que se encuentra a muy pocos metros, al otro lado del centro comercial La Trocha.
Sin hacer mucho ruido mediático, con el boca a boca, José Miguel y su familia están consiguiendo lo más difícil hoy en día, que sus frutas se vendan en el entorno, bajo la filosofía de kilómetro cero. «En muchas fruterías nos comentan que sus clientes llegan pidiendo nuestros chumbos, porque lo identifican ya con la marca», asegura, orgulloso, José Miguel.
Él mismo no podía imaginar el éxito que está alcanzando, a base de mucho trabajo, con el negocio de 'El Tío Lo Chumbo'. Cuando adquirió la Finca Altollano, situada en un lugar estratégico en la entrada de Coín, no imaginaba que iba a dedicarse a las chumberas. De hecho, empezó plantando olivos en un terreno ligeramente inclinado.
Pero, tras un tiempo, observó que estos árboles no crecían a buen ritmo. Al ver que el antiguo propietario tenía algunas chumberas, probó a plantar algunas más. Primero, lo hizo en una parte de la parcela más cercana a La Trocha, pero después comenzó a hacerlo de forma muy ordenada y con bastante separación en la ladera donde había puesto los olivos.
«Me gusta tenerlo todo muy ordenado», señala este empresario de Coín, que disfruta junto a su familia con su dedicación a un fruto que forma parte fundamental del verano tradicional en Málaga.
Ahora, José Miguel planea completar la Finca Altollano con otro cultivo de origen tropical, que puede tener más rendimiento y tiene menos espinas, la pitaya o fruta del dragón. En concreto, espera plantar un millar de plantas.
El consumo del chumbo no provoca estreñimiento ni mucho menos. Es uno de los falsos tópicos que se relacionan con esta fruta que vino de América hace siglos y que forma parte del paisaje del interior de la provincia de Málaga.
El consumo de esta fruta es recomendable por tener un efecto saciante y, al mismo tiempo, ser idóneo para la microbiota intestinal. Además, es rico en magnesio, calcio, fósforo y potasio, así como en las vitaminas A, B3 y C.
En los últimos años, la plaga de la conocida como cochinilla del carmín está acabando con muchas chumberas en el sur peninsular. Para evitar que el algodoncillo blando que genera este insecto acabe con la planta hay que actuar rápido.
Los sabe bien la familia Guzmán, que con frecuencia limpian sus chumberas para que sigan rindiendo, frente a las muchas que están siendo abandonadas en la provincia por esta enfermedad.
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