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Cualquier cosa podía ocurrir. Los que vivieron embadurnados por episodios con fusiles, mosquetones, pistolas y granadas de mano tenían claro que el peligro acechaba y que el fin de sus vidas podría estar escrito sin poder evitarlo, aunque vivieran en un pequeño pueblo del norte ... de Málaga. En plena Guerra Civil Española, hubo un día que marcó el antes y el después en la historia de Campillos, donde ahora, 88 años después, han salido a la luz los cuerpos de más de un centenar de vecinos que perdieron la vida en el mismo lugar donde se han localizado. Un mes de trabajo de campo es lo que ha necesitado un equipo de investigadores para la localización de dos fosas comunes en el Cementerio de Campillos, que han sido posibles gracias a un convenio de colaboración entre la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía y la Universidad de Málaga. «La investigación apunta que el día 13 de septiembre de 1936, las tropas sublevadas ocupan Campillos y ese día el cementerio del pueblo es testigo de las ejecuciones y enterramientos clandestinos de todos aquellos que estaban en contra de la rebelión contra el legítimo gobierno de la República, hubieran tenido o no participación en los asesinatos cometidos entre julio y septiembre de 1936», explica a SUR la profesora del Departamento de Ciencias Históricas de la UMA, María José Berlanga, una de las coordinadoras de los trabajos.
El estado en que queda la capital granadina tras la sublevación condicionaría la actuación del ejército rebelde sobre los municipios del norte de la provincia de Málaga, por lo que ya en el verano del 36, varias operaciones tendrían lugar desde Ronda a Loja con el fin de comunicar Granada capital con los territorios rebeldes. Es en ese punto en el que las actuaciones del general Varela–con una columna procedente de la zona de Puente Genil, Estepa y La Roda–comenzaría el avance sobre la comarca de Antequera ocupando Fuente de Piedra, Humilladero y Mollina tras efectuar un movimiento envolvente sobre Antequera que llevó al general a establecer en ella su Estado Mayor y partir desde ahí para los siguientes movimientos.
Según apunta Berlanga, en Campillos, a partir del 20 de julio de 1936 son detenidos varios vecinos de índole conservadora: algunos llevados al depósito municipal y otros trasladados al cuartel de la guardia civil para ser ejecutados días después en distintos lugares. Y en este escenario, el avance de las fuerzas militares sublevadas conlleva que, desde Sevilla, el 12 de septiembre de 1936, el Capitán de Estado Mayor del Negociado de Operaciones difunda la orden general para la ocupación de la localidad. «Así, la Columna de El Saucejo tiene orden de ocupar Campillos el día 13, población en la que pernoctarán las tropas y ese mismo día de la ocupación, el cementerio municipal de Campillos se convierte en testigo de las ejecuciones y los enterramientos de las víctimas que hemos localizado», detalla la coordinadora de los trabajos.
De momento, lo único que han podido hacer con lo que tienen aprobado en el convenio es la localización de las dos fosas, cuyo siguiente paso será la exhumación que es la siguiente convocatoria y seguramente dé para dos años de trabajo. «Tenemos los nombres de las personas que fallecieron por estudio de archivo pero aún no tenemos unidos los nombres con los cuerpos, eso lo haremos en el siguiente paso, aún estamos estudiando los hallazgos aunque pudimos interpretar que eran fosas de la Guerra Civil porque había una víctima con impacto de bala y otros cuerpos con fracturas de golpes y las manos en una posición con los brazos maniatados», asegura Berlanga, quien reconoce que las evidencias desde el primer cuerpo fueron muy claras.
En cuanto a las víctimas, los investigadores han documentado más de 120 cuerpos–tanto algunos detenidos en julio de 1936 por ser de índole conservadora como republicanos–con edades dispares desde jóvenes hasta personas mayores de 69 años de las cuales el 10% son mujeres. «Esta cifra está por encima de la media de mujeres que se localizan en las fosas andaluzas que está en torno al 3-5%», apunta la profesora de la UMA, quien detalla que las profesiones de las personas localizadas también están claras tras el estudio de archivo y testimonios orales con familiares, con lo que identificaron profesionales como jornaleros, empleados de banca, ferroviarios, panaderos, y abogados, entre otras.
La investigación empezó hace un año con la consulta de diferentes archivos tanto civiles como militares, entre ellos el Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla y el Archivo Histórico Provincial de Málaga, además de una prospección mediante la técnica de georradar. Después de cuatro semanas, los profesionales han cerrado la primera fase de una investigación que buscaba localizar un enterramiento común en el camposanto tras haber sido esta posibilidad un tema de conversación muy recurrente en el pueblo siempre con el hallazgo de dos fosas con unas dimensiones parecidas, en torno a 15 metros de largo por 2 metros de ancho.
Junto a Berlanga, Encarnación Barranquero, del Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la UMA; así como un antropólogo forense y dos arqueólogos, han conformado el equipo de trabajo que ha finalizado los trabajos como parte del Plan Estatal de Exhumaciones de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, cuya siguiente fase será la exhumación de los cuerpos.
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