A escasos metros de la céntrica plaza de la Alameda de Coín se encuentra uno de los monumentos más peculiares del municipio. Al inicio de calle La Cruz, las tradicionales casas bajas contrastan con un imponente y solitario campanario. Es la Torre de los Trinitarios, ... el último vestigio de lo que fue un convento en el siglo XVII. En los próximos meses, una subvención de la Junta permitirá la creación de un punto de información turística en este espacio, así como la instalación de una nueva iluminación.
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La historia del Convento de los Trinitarios de Coín comienza en una zona diferente a su ubicación actual: el edificio original fue construido en el primer tercio del siglo XVI, en el Cerro de los Ángeles (Camino de Monda). En primer lugar fue ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, hasta que en 1504 la reina Juana autorizó la fundación en ese lugar del Instituto de Redentores, regentado por religiosos ermitaños de la Sagrada Orden de la Santísima Trinidad de los Calzados. Un año después, crearon el convento de trinitarios calzados para venerar a su titular, el Cristo de la Vera Cruz.
La gran sequía de 1607 hizo que el convento se trasladara al emplazamiento en el que se conserva actualmente su torre. Así, el nuevo edificio abrió sus puertas en 1655, y permaneció activo hasta 1835, año en el que fue abandonado por la orden trinitaria a raíz de la desamortización de los bienes eclesiásticos durante el gobierno de Mendizábal. Años después, el convento fue devuelto a la Iglesia y la orden de padres franciscanos se hizo cargo de él, según explican desde la Oficina de Turismo local.
Ya en el siglo XIX, los frailes franciscanos abandonaron el convento. En los años anteriores a la Guerra Civil, el edificio fue saqueado e incendiado, por lo que se perdieron tallas “de gran valor histórico”. La iglesia acabó siendo demolida debido a su mal estado, y las estancias que albergaron el convento se convirtieron en un colegio.
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Así, la torre de estilo mudéjar es la única pieza que perdura hoy en día: su diseño a base de cerámica vidriada y materiales típicos coínos como el cantillo la hacen muy peculiar, ya que además las características de su planta triangular solo se encuentran en la torre de la iglesia de Santa Ana en Archidona y la del Convento de Mínimas y Marroquíes de Écija (Sevilla). El tejado de esta peculiar torre conserva una veleta de forja en cuya pala se encuentra un ciervo, símbolo de la orden trinitaria.
Recientemente, el Ayuntamiento ha anunciado una actuación en este monumento histórico, para su puesta en valor como punto de información turística. Se trata de un proyecto que cuenta con una inversión de 68.000 euros y que consistirá en la mejora de las instalaciones interiores del antiguo convento y escuela, así como la instalación de paneles informativos. El concejal de Turismo, Cristóbal Ortega, indicó que la financiación del proyecto se realizará gracias a una subvención de la Consejería de Turismo de la Junta, que consta de 60.000 euros, mientras que los 8.000 euros restantes correrán a cargo de las arcas municipales.
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Ortega remarcó que la intervención no afectará a la estética de la Torre de los Trinitarios, “que se encuentra en buen estado”. “Vamos a mejorar la iluminación de la torre e instalaremos paneles informativos con la historia del monumento para convertirlo en punto turístico y cultural más atractivo”, indicó. Además, se prevé la mejora de las instalaciones anexas a la torre, con el objetivo de que puedan albergar encuentros y eventos sociales.
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