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Tras el revuelo mediático formado en torno al caso, la soldado malagueña que ha denunciado dos agresiones sexuales en el acuartelamiento de Bobadilla –una de ellas grupal y mediante el uso de narcóticos– ha solicitado ayuda psicológica al Ejército, según ha confirmado a SUR el Ministerio de Defensa.
La soldado, adscrita a la sección de policía y con ocho años de carrera militar, mantiene un contacto directo y casi diario con su comandante, a quien tuvo al tanto de lo sucedido desde el primer momento. De hecho, según las fuentes consultadas, él le animó a contar lo que le había pasado en comisaría.
El 15 de diciembre, tres días después de su primera denuncia, donde informó a los agentes de que había sido drogada tras haber estado con sus compañeros celebrando el día de la patrona del Ejército del Aire, la mujer acudió a ver al comandante con una amiga. «Venga, díselo», le animó esta última. Ese día, la soldado comunicó a su superior su sospecha de que habían abusado de ella tras suministrarle barbitúricos.
El letrado que la representa, Javier Rincón, de Rinber Abogados, ha explicado que, a la mañana siguiente de la supuesta agresión sexual, cuando la soldado fue al baño, le sorprendió encontrarse que debajo del pantalón tenía las medias puestas y encontró en ellas restos de semen, lo que unido a «un inusual dolor de cabeza», cuya sensación «no tenía nada que ver con una resaca» le hizo sospechar.
La secretaria general de Servicios Sociales de la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales de la Junta de Andalucía, Purificación Gálvez; la directora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), Elena Ruiz; y el delegado del Gobierno andaluz en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, han puesto a disposición de la soldado los servicios de información y asesoramiento a víctimas. Elena Ruiz ha expresado su «mayor repulsa» ante la presunta violación grupal de una militar. José Luis Ruiz Espejo, por su parte, subrayó que es algo «despreciable, rechazable y denunciable» suceda en el ámbito que suceda.
El comandante activó inmediatamente el protocolo de actuación frente al acoso sexual y por razón de sexo en las Fuerzas Armadas, publicado en el BOE en diciembre de 2015. El responsable del acuartelamiento ofreció a la soldado asistencia médica, jurídica y psicológica, que ella en un primer momento rechazó. Sin embargo, según fuentes de Defensa, la mujer llamó a las 11.00 horas de ayer solicitando ser atendida por un psicólogo, ayuda que se le ha prestado.
Con el fin de «protegerla», el comandante le ofreció cambiar de destino en comisión de servicios mientras se investiga el caso. Le hizo dos propuestas, la base aérea de Málaga o la Subdelegación del Gobierno, y la soldado rechazó ambas opciones. Como alternativa, le planteó cogerse vacaciones y ella aceptó.
En ese momento, no existía la posibilidad de apartar a los autores de la supuesta agresión grupal, ya que, ante las lagunas que presenta la mujer respecto a la noche de autos (la madrugada del día 11), todavía no han podido ser identificados. Tampoco había revelado aún el primer ataque sexual, que habría sucedido en septiembre y que acabó denunciando en comisaría el 22 de diciembre en una ampliación de su declaración inicial.
Cuando la mujer detalló a los policías esta agresión sexual, que sería la primera cronológicamente, sí identificó con nombre y apellidos al supuesto autor de la misma, un compañero del acuartelamiento. Tal y como ayer adelantó SUR, los agentes interrogaron al sospechoso en calidad de detenido. Tras prestar declaración en comisaría, el soldado denunciado quedó en libertad, a la espera de ser citado en el Juzgado de Instrucción número 2 de Antequera, que investiga la primera de las supuestas agresiones. Fuentes judiciales informaron de que el magistrado prevé inhibirse a favor del Juzgado Togado Militar de Sevilla, dado que los hechos habrían sucedido en el acuartelamiento, los implicados pertenecen al Ejército y no hay participación de civiles.
El comandante, según fuentes de Defensa, optó por no aplicar medidas cautelares ni apartar del servicio a este soldado hasta que avance la investigación (aún no ha sido citado por un juez en calidad de investigado), ya que, además, la víctima seguía de vacaciones. El 12 de enero, la soldado se dio de baja por «contingencia profesional», lo que supone que percibe su salario completo.
Cuatro días después, la mujer se presentó otra vez en comisaría y amplió la denuncia. La soldado declaró a los policías que le estaban viniendo «recuerdos vagos» de lo sucedido la noche del 11 de diciembre, «un hombre de tez morena que la movía mientras la cogía del brazo y le decía cosas», y un segundo individuo, más grande que el anterior, «con una respiración muy profunda», del que «notó el contacto de su costado izquierdo y su cara, muy desagradable».
De esta segunda causa –la supuesta agresión sexual grupal– entiende el Juzgado número 1 de Antequera, que ha archivado provisionalmente el caso para no agotar el plazo de instrucción, dado que, por el momento, no hay autores conocidos, aunque la Policía Nacional sigue investigando los hechos.
El pijama, las medias, la ropa interior y el saco de dormir que aquella noche usó la mujer han sido remitidos a los laboratorios de Policía Científica para extraer de ellos todo el material genético posible, ya que, según el abogado de la víctima, había restos de semen. Por otra parte, y tal y como ayer avanzó SUR, se ha tomado muestras de ADN a nueve soldados del acuartelamiento para cruzar ambos resultados.
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