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Hay un día al año en el que el mollete no es el rey en los hogares y tiendas de Antequera. Se trata del 3 de febrero y los culpables son las rosquitas de San Blas, patrón de los problemas de garganta que triunfa entre las panaderías y los vecinos que van a por ellas, buscando además a un sacerdote que las bendiga antes de llevárselas a casa.
Así, además del dicho «por San Blas las cigüeñas verás», en Antequera se le suma el de las roscas en el día del santo bendito. Las panaderías reciben cerca de 20.000 encargos previos (la mitad de la población) que elaboran a mano desde la noche previa para que a primera hora sean recogidas por sus clientes.
Pero no sólo quieren la rosca, quieren que se las bendiga un sacerdote. Y aunque hay puestos que exponen carteles certificando que así ha sido, hay quienes quieren estar en ese momento para recibir más agua bendita si cabe. Uno de los sitios buscados es el veterano establecimiento de Alimentación Juan Ignacio en Plaza de San Sebastián, al que acude puntualmente el carmelita Antonio Jiménez.
Veneración en San Sebastián
En la iglesia mayor y colegial de San Sebastián se encuentra el altar de San Blas, imagen realizada por Andrés de Carvajal en el siglo XVIII, el mismo imaginero que realizara el Señor del Mayor Dolor que procesiona el Miércoles Santo. Para su festividad, el santo baja del altar para que los fieles se puedan acercar a venerarlo en su día.
El nuevo párroco, Serafín Corral, promovió este lunes una celebración religiosa a mediodía, compartiendo la vida del santo y rezando antes de bendecir las roscas a todas las personas presentes. En ella, se ofrecieron postales, oraciones y un lazo en relación al santo que se une a las postales y bendiciones que cada vecino guarda en casa.
Este santo del siglo IV fue médico y obispo de Sebaste (Armenia), patrón de las enfermedades de garganta y de los otorrinolaringólogos, porque se dice que salvó a un niño cuando se había atragantado con una espina de pescado. Hoy, en su oración se le pide: «Os suplico me alcancéis de nuestro Padre Dios, el remedio en nuestras necesidades, especialmente contra las enfermedades y los males de garganta, que dé Dios salud y paz a nuestra patria».
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