¿Se imagina salir a caminar y toparse con un zorro en pleno casco urbano? Pues es lo que le ocurrió en la noche de este martes a Karl Smallman, un vecino, inglés, afincado desde hace años en la Estación de Jimera de Líbar, en ... el Valle del Guadiaro, en la Serranía de Ronda. Se trata de uno de los dos núcleos de población con los que cuenta Jimera de Líbar, con 379 habitantes en total.
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«Lo pude grabar anoche (por el martes), en la plaza de San Roque, junto a las vías del tren, cuando realizaba una de mis habituales caminatas nocturnas de una hora en la zona. Me sobresalté cuando se frotó contra mis piernas. Era muy amable y empezó a jugar», explicó este jimerano de adopción y periodista de profesión y comentó: «Normalmente me encuentro ovejas, cabras e incluso algún jabalí, pero no zorros», añadió.
Pero Smallman no es el único en la Estación de Jimera que se ha encontrado con este mamífero. «Se deja ver desde primavera, de vez en cuando», comentó el alcalde de la localidad, Francisco Javier Lobo. Al parecer, el animal «es uno más en la Estación», tal y como dijeron algunos de sus vecinos que suelen echarle de comer. De ahí, que incluso se bromeé con su peso. «No pasa hambre, está bien alimentado», expresaron.
«Yo también lo vi este martes, en el puente junto al acceso a la Estación desde la carretera a Cortes de la Frontera y a unos amigos les ha hecho una visita en su casa», subrayó Beli Casillas, otra vecina de la zona.
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El alcalde explicó que, de momento, no ha causado ningún daño y que no se baraja la opción de capturarlo: «No lo capturaremos, es libre entre nosotros. Está siempre por la Estación», insistió el regidor.
Se comenta que algunos niños ya le han puesto nombre: Ambrosio; y que éste ha protagonizado hasta el robo de un bolso, por el método del tirón, que su dueña consiguió recuperar, afortunadamente: «No me imagino dando parte diciendo que un zorro le ha robado el bolso», exclamó la hija de ésta, Maite Sánchez.
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En tono más serio, otros serranos advierten del daño que podría causar el animal a otros como a las gallinas que se suelen tener en las fincas en la zona; y hay también quien apunta a posibles situaciones de peligro al tratarse de un animal salvaje: «No sé si puede llegar a ser peligroso... Enseña los dientes. Se ha metido en algunas casas, se ha subido a alguna cama...», puntualizó otra vecina.
«Es cuestión de hambre y de comodidad. Se habitúan a la presencia humana, comprueban que siempre se les echa algo de comer cuando aparecen, se comen los restos en campings, se meten en gallineros... No tienen recursos en el campo, muchas veces carecen hasta de agua... No es habitual que pase pero sí pasa», argumentó Andrés Rodríguez, biólogo de Ronda y la comarca, y puso como ejemplos otras zonas en Cazorla, donde es famosa la presencia de zorros entre los senderistas; o en la subida al Mulhacén, «donde hasta se acercaba uno a la gente, como si les pidiese comida», concluyó Rodríguez
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