Vino atraído por la costa, pero se terminó quedando en el interior. Como a muchos foráneos, la Serranía de Ronda le cautivó. Hace ya casi ... dos décadas que Karl Smallman vive junto a su mujer Jill en uno de los pueblos menos habitados de esa comarca, Jimera de Líbar, en el abrupto y espectacular Valle del Guadiaro.
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«Queríamos una mejor calidad», aduce este periodista británico, que tras un cuarto de siglo trabajando como fotógrafo en la ciudad inglesa de Worcester, pensó que aún estaba a tiempo para cambiar de aires y emprender una nueva vida en un destino que está a unos mil cuatrocientos kilómetros de distancia en línea recta y dentro de Europa, aunque con tradiciones y formas de entender la existencia muy distintas.
«Nos topamos con Jimera por casualidad, pero nos enamoramos de este bonito pueblo de inmediato; tenía todo lo que queríamos y buenos enlaces de comunicación (tren) y fácil acceso a buenos servicios, incluida la atención sanitaria», explica este profesional de la comunicación, que nació en el condado de Staffordshire, en el centro de Inglaterra.
Con una dilatada experiencia en su país, Karl se propuso continuar trabajando en el sector de la comunicación. Así, colaboró o trabajó con algunos medios de habla inglesa, lo que compatibilizó con la creación y diseño de páginas webs. Entre sus últimos hitos, estuvo la creación de su propia página sobre el pequeño paraíso que lo acoge, SecretSerrania, una guía turística sobre la comarca de Ronda.
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Lo de emprender en España fue un reto más en su vida: «Hubo algunos momentos difíciles, pero tenemos una buena red de apoyo de amigos casi exclusivamente españoles».
Aprender la lengua castellana, con el acento andaluz en el interior de Málaga es otro de los hitos que Karl y Jill están superando con los años. En este sentido, asegura que se las arreglan y aprenden algo nuevo todos los días: «Cada pueblo de la Serranía tiene un dialecto distinto y, al parecer, a menudo, tienen diferentes palabras para el mismo objeto: el reto puede ser divertido».
De la Serranía de Ronda se queda con «su paisaje increíble, los vinos y los quesos locales, los buenos restaurantes, los eventos culturales y la amabilidad de la gente».
Y, en el ámbito provincial, le sorprende aún «la gran variedad de paisajes que tiene, desde playas hasta montañas y todo lo demás».
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En su opinión, hay muchos secretos por descubrir aún para los turistas en la provincia de Málaga, «principalmente por falta de promoción».
Karl, como muchos otros foráneos, entienden la Serranía como un lugar único con muchos matices, tantos como pueblos tiene. Es complicado elegir entre los 23 pueblos cuál es su favorito. Desde luego, no titubea al señalar el que le acoge, Jimera de Líbar, pero también añade Atajate, con el que le une una carretera directa que permite a Karl ir en tan sólo unos minutos, por sinuosas curvas, desde el Valle del Guadiaro al del Genal.
Dentro de Atajate, que, en el último censo oficial, dejó de ser el pueblo menos habitado de Málaga, este periodista británico señala, más concretamente, el Audalazar, un coqueto restaurante donde la tradición y la vanguardia culinarias han forjado una gran alianza gastronómica. Tanto él como su mujer Jill se llevan muy bien con los propietarios. «Nos tratan como si fuéramos familia».
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Desde hace tiempo, asegura que no tienen motivos ninguno para volver a su país de origen. Y, eso, a pesar de los contrastes térmicos de la Serranía de Ronda: «Los inviernos pueden ser muy fríos y el verano, extremadamente caluroso, pero los colores de todas las estaciones lo compensan con creces».
Como muchos extranjeros que se han venido a vivir a España, Karl deja atrás a muchos familiares y amigos. Hasta que llegó la pandemia, con frecuencia los solía recibir en su casa de Jimera. Pero, este año también viajar se ha vuelto complicado por las huelgas y los problemas en los aeropuertos europeos.
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Pero, sobre todo, lo que más echa de menos Karl es a su madre. La distancia la palía «gracias a la tecnología moderna», que les permite hablar al menos dos veces a la semana.
Desea que pronto se recupere la normalidad de antes de la pandemia para seguir siendo el anfitrión de muchos amigos y colegas. Muchos de ellos repiten porque se enamoran de la Serranía de Ronda.
«¡Aquí siempre hay algo nuevo por descubrir!», exclama. A este respecto, define su forma de vida actual: «Estamos tan cerca de la Costa del Sol y tan lejos en el tiempo; esto para nosotros es la verdadera España».
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Con casi dos décadas de vida en la Serranía de Ronda, Karl, que, en la actualidad, es redactor de 'SUR in English', la cabecera de Prensa Malagueña, es un gran conocedor de las virtudes de la comarca donde habita.
Pero también sabe de sus problemas y sus amenazas. Entre ellas, la principal es la despoblación rural, que reconoce que le preocupa bastante. «Debemos mejorar la confiabilidad de los principales servicios que alentarían a las personas a moverse y trabajar desde aquí (teléfono, Internet y electricidad)», propone como una de las medidas necesarias.
Karl también reclama que se restauren los servicios de trenes que se cortaron durante la pandemia.
Además, cree que es necesario estudiar los planes de parques solares y las torres de distribución que «dañarían permanentemente la apariencia de los impresionantes valles de la Serranía, uno de los puntos de venta más importantes para fomentar un turismo más responsable de aquellos que disfrutan de la naturaleza»
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