¿Por qué la Iglesia de Alpandeire es tan grande?

El profesor de Historia del Arte de la Universidad de Málaga (UMA), Sergio Ramírez, ha publicado un artículo sobre el templo, en el que se aborda cómo se gestó el proyecto, a tenor de sus investigaciones y se ensalza la figura del arquitecto malagueño Antonio Ramos, su autor, también maestro mayor de la catedral de Málaga y que, según expone Ramírez, sigue siendo una figura desconocida, en lo que al resto de su obra se refiere. «Más allá de su desempeño en las obras de la catedral de Málaga, durante el siglo XVIII, continúa siendo poco conocido en sus actuaciones en templos de la diócesis de Málaga», dice e invita a avanzar en este estudio a patir de la Iglesia de Alpandeire que, además, no ha sido retocada.

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Al parecer, el templo primitivo con el que contaban los vecinos de este pueblo era muy pequeño y en el que «no cabía ni la cuarta parte» de la población entonces, «ruinoso», «apuntalado», «con riesgo de desprendimientos» y problemas de humedad, en la parte baja del casco urbano. Además, la contribución económica de una vecina, de Isabel Florentina Martín, soltera e implicada en los asuntos religiosos locales; y la del cura, Alonso Gil Ordóñez, que procedía de una familia bien posicionada y que a su muerte era, probablemente, el vecino más rico del pueblo, influyeron en las características de la Iglesia, así como el tesón de ambos ante las autoridades pertinentes, empeño que supieron trasladar al resto de los vecinos que se implicaron en esta demanda con el fin de renovar su iglesia, en este caso en la parte alta del municipio. «Su aportación resultó trascendental en la construcción y el aderezo de la Iglesia. No llegó a verla concluida» afirma Ramírez sobre el cura.

Por otro lado, este autor también destaca en su artículo que Ramos asumió de forma directa este proyecto, lo que no era habitual: «No siempre se encargó él de sus reformas. Desconocemos la razón por la que trató de un modo tan directo y particular esta empresa, confiriéndose unas características que no concordaban con lo que allí se requería», relata Ramírez, que añade que quizás el hecho de que fuese un proyecto de nueva construcción, sin restos de otro templo o inmueble, sin limitaciones y en el que pudiera demostrar toda su creatividad, le animó a tomar las riendas del mismo.

Con dos momias

Los planos iniciales fueron rechazados, calificando la actuación como «deforme y ridícula», pero la insistencia de sus benefactores y el pueblo en general hizo que finalmente las obras se iniciasen y concluyesen. La Catedral de la Serranía, que comparte rasgos con la Iglesia de Santa Ana, de Manilva, y el palacio episcopal de Málaga, entre otros; se hizo de materiales poco nobles, propios de la época. Guarda detalles arquitectónicos de gran bellezas y en su cripta hay dos cuerpos momificados que se han relacionado con un matrimonio benefactor. No se descarta que fuesen los de Florentina y el cura, aunque no existen datos que confirmen sus identidades.

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