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Dicen que nadie es profeta en su tierra y en el caso de Ronda, son varios los ejemplos. Vicente Gómez Martínez Espinel, Vicente Espinel, nació en la ciudad del Tajo el 28 de diciembre de 1550 y está considerado uno de los escritores más reconocidos del Siglo de Oro, admirado por grandes figuras como Cervantes o Lope de Vega, entre otros, y, sin embargo, su impronta en su municipio casi no puede seguirse. Actualmente, el teatro municipal lleva su nombre, el Teatro Municipal Vicente Espinel. A Espinel se le atribuye la invención de la décima o espinela y también haber añadido la quinta cuerda a la guitarra española.
Según ha explicado la investigadora Aurora Melgar, al frente de la Biblioteca de la Serranía, se trata de uno de «los más célebres hijos de Ronda. Fue sacerdote, músico y escritor». Fue autor de la obra Vida del escudero Marcos de Obregón, de la que se han celebrado su 400 aniversario desde su primera edición en 1618. «De la obra decía Juan Manuel Rivera Valenzuela, que todos los niños llevaban este libro a las escuelas, a medidados del siglo XVIII», ha comentado Melgar.
En esta obra, Espinel describe a Ronda de la siguiente manera, y concretamente se refiere a la Mina, una captación de agua excavada en la piedra del Tajo que en la actualidad se puede visitar en el complejo de la Casa de Rey Moro:
«Esta ciudad fue reedificada de las ruinas de Munda, que ahora llaman Ronda la Vieja: ciudad donde tan apretado se vio Cesar de los hijos de Pompeyo, que confiesa él mismo que siempre peleó por vencer, y allí por no ser vencido. Está edificada sobre un risco tan alto, que yo doy fe que haciendo sol en la ciudad, en la profundidad, que está dentro de ella misma, entre dos peñas tajadas, estaba lloviendo en unos molinos y batanes, que sirven a la ciudad, de donde subían los hombres mojados; y preguntándoles de qué, respondían que llovía muy bien entre los dos riscos que dividen la ciudad del arrabal. Dígolo a fin de que cuando esta ciudad se edificó, por la falta que había de fuentes arriba les fue forzoso hacer una mina, rompiendo por el mismo risco hasta el río, que no hay en toda ella cosa que no sea de la misma dureza de la piedra, en que hay cuatrocientos escalones, poco más o menos, por donde bajaban por agua los míseros esclavos cautivos, en el cual trabajo morían algunos….. Sea como fuere el edificio de la mina es hecho con mucho trabajo y cuidado y de las más memorables obras que hay de la antigüedad en España…».
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