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Los vecinos de Genalguacil y Jubrique, en el Bajo Valle del Genal con 393 y 523 habitantes, respectivamente, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), aunque la población de hecho es mucho menor; nunca imaginaron que podían estar encerrados en sus casas por un incendio, ... tampoco por un virus, como ocurrió en marzo del pasado año, pero así fue y así ha sido. Los habitantes de estas dos pequeñas localidades, en cuanto a población, casi mil personas sobre el padrón, se vieron obligados ayer a cerrar puertas y ventanas y a mantenerse en sus hogares durante toda la tarde (casi seis horas) por el incendio que está devorando Sierra Bermeja desde la noche del jueves, una medida preventiva, por su seguridad, ante la formación del pirocúmulo (también llamado nube de fuego) que igualmente conllevó la retirada del personal de tierra del Infoca. Estas llamas ya han matado a uno de los suyos.
El nerviosismo, la angustia y el miedo (también la indignación, ya que se ha asumido en la zona que el fuego habría sido provocado, por lo que se desea que se haga justicia) crecieron aún más entre los vecinos de Jubrique y Genalguacil que, apenados por la situación, vieron como en pocas horas sus cielos los tapó casi completamente el humo: «En cuestión de dos horas se ha pasado de una foto a otra», explicaba Veremundo Álvarez, con familiares en Genalguacil, refiriéndose a una panorámica de su pueblo con solo la columna de humo, primero, y totalmente con el cielo encenizado, después.
Su padre, Juan Álvarez, apenas podía responder a las preguntas de este periódico sobre los hechos que se vivían: «Es normal que estemos preocupados, se está quemando casi todo el término... Un desastre y muy grande», indicó.
Desde la misma localidad, Melody Melgar, natural de Algatocín, a pocos kilómetros, pero residente en Genalguacil, dijo: «Hasta ahora (primera hora de la tarde de ayer) no había llegado el humo aquí, la gente está muy nerviosa», relató, esperando entonces que cambiase el viento, como luego sucedió. «Solo se ve humo, nada más», manifestó. Esta vecina reconoció muy a su pesar que pensó en la posibilidad de ser evacuados.
Antonio Rubio, al que casi no le salieron tampoco las palabras, mostró su gran preocupación, superado por la situación, embargado por la incertidumbre: «No vemos nada, no sabemos dónde está la candela (en alusión a las llamas), no se ve nada, tenemos que estar con las puertas y ventanas cerradas y ya está». A su mente le vinieron las imágenes de la noche del jueves, cuando se declaró el incendio (los dos focos, uno en el término de Genalguacil y otro en el de Jubrique), bajo la oscuridad, pareciendo ya un pasaje infernal y lejos aún de ser lo que es en la actualidad, un monstruo: «Daba susto cuando comenzó...», recordó este genalguacileño. «No los sabemos, vamos a ver...», respondió a Diario SUR sobre la posibilidad de que tenga que abandonar su casa.
En Jubrique, los vecinos recibieron un audio de WhatsApp del alcalde, Alberto Benítez (esta vía permite casi la plena comunicación instantánea entre el máximo responsable municipal y los jubriqueños). «Nos obligan a una orden de confinamiento, a todo el pueblo, nadie puede salir de sus casas, tenemos ahora mismo el riesgo de explosión por el tipo de nubes y el humo del incendio, por favor compartir», decía el regidor en su mensaje. «Imagínate recibir un audio así de tu alcalde...», comentó Fabiola Benítez, una vecina de esta población, que añadió: «Estamos muy preocupados. Tenemos mucho miedo, pensábamos que esto iba un poco mejor por aquí y de repente se ha liado todo. Estamos llenos de humo, los arriates parecen que tampoco pueden echar agua por el humo», explicó.
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Además, en su caso, la angustia es mayor puesto que su pareja es efectivo del Infoca y está trabajando duramente, como sus compañeros, para intentar frenar el avance de las llamas. «Entra a trabajar a las siete, me quedo sola con los niños, sin saber si nos van a evacuar o no o lo de la explosión, tenemos mucho miedo», insistió.
La jubriqueña recordó la mala experiencia de este verano con el incendio que calcinó alrededor de 400 hectáreas también en Jubrique, por el que el Ayuntamiento incluso llegó a poner a alerta a los vecinos, de madrugada, con un megáfono, en un vehículo, ante una posible evacuación del pueblo, pidiendo a las familias que estuviesen preparadas. Finalmente no fue necesario este extremo. «Hace un mes y pico pasamos por lo mismo», dijo, reviviendo aquella pesadilla menor que la actual, y añadió que aún no se había preparado para una posible evacuación.
Finalmente, el confinamiento por el pirocúmulo se levantó sobre casi las diez de la noche, sin que se produjesen consecuencias por la nube de fuego en las localidades, en las que, no obstante, se pidió evitar desplazamientos innecesarios.
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