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Una bolsa de tela del Decathlon con ropa, otra de plástico con medicinas, un bolso con el monedero y la documentación y alguna que otra maleta... Es lo que les dio tiempo a coger ayer a los vecinos del Valle del Genal que fueron desalojados ... de sus viviendas por el incendio de Sierra Bermeja. Unos pocos enseres, los que consideraron imprescindibles en cuestión de media hora, el tiempo que tuvieron para abandonar sus hogares los habitantes de Jubrique, Genalguacil, Faraján, Alpandeire, Júzcar y Pujerra. Éstos, en torno a 1.600 personas, que se suman a los evacuados en la Costa (más de 2.500 personas en total) por esta catástrofe; recurrieron, principalmente, a la solidaridad de sus familiares y amigos en otras localidades como Ronda, Arriate, Cortes e incluso Algeciras o San Pablo de Buceite.
Los que no contaban con esta alternativa fueron acogidos por Algatocín, situado también en el Valle de Genal, a donde llegaron jubriqueños; y por Ronda, donde acudieron el resto. Por la tarde, se concentraron todos en las instalaciones del Pabellón Deportivo San Francisco, en el barrio del mismo nombre, en la ciudad del Tajo, donde se montó un amplio dispositivo por parte del Ayuntamiento, con la colaboración de efectivos de Protección Civil, de distintas poblaciones; Policía Local, Policía Nacional, 061... Un sinfín de profesionales que fueron recibiendo a los damnificados por esta tragedia que está devorando Sierra Bermeja. A ellos se sumaron cientos de voluntarios, especialmente, de las hermandades rondeñas. «Venimos a ayudar, a lo que sea, aquí tenéis nuestras manos», dijo Francisco Pérez, del Huerto. Del Santo Entierro se dedicaron a registrar a los desalojados y a servir comida, entre otros.
Durante la sobremesa, la que impuso ayer este particular infierno, María del Carmen Barroso y su hijo, Abraham López, trataban de pasar el trago: «No creíamos que iba a llegar el fuego, ya nos confinaron por el humo y el pirocúmulo... Nos alertó la Guardia Civil de que teníamos que abandonar el pueblo. La verdad es que tenemos miedo, por las casas, pero sobre todo por la gente que está trabajando allí, ya murió un pobre bombero...», declararon. Y añadieron: «Era terrible lo que se veía desde nuestra casa (en alusión a las imágenes del incendio por la noche). Ojalá los cojan, a los que han hecho esto, para que sientan el pavor que nosotros estamos sintiendo».
Prácticamente en la mesa de al lado, Rafael Chicón y su familia, con una niña de 9 años, de Pujerra; mostraron su preocupación pero mantuvieron la esperanza de que el fuego no llegase finalmente a su pueblo: «No creo que llegue a Pujerra. Todo el término está lleno de castaños prácticamente y estos están limpios, el terreno está desbrozado. He dejado a los animales preparados (en su finca particular), en un lugar en el que estuviesen más protegidos del humo», relató. El sentimiento de indignación, el cabreo, por el hecho de que el incendio haya sido, como parece, provocado, también se apoderó de estos pujerreños: «Tenemos un sentimiento de impotencia...», expresó.
Para Francisco Guerrero y Juan Fernández, también de Pujerra, sería una ruina para este municipio que las llamas finalmente calcinasen los castaños: «Nosotros vivimos de eso. He visto incendios, pero con la mala leche de este, nunca. El pueblo se ha quedado vacío, lleno de humo...», describió.
Le ayudaron a ello Juan Andrades, de Faraján: «Está todo ardiendo como la pólvora, hay mucho monte, lleva cinco días ardiendo»; y José Manuel Martín y Daniel del Río, de Júzcar: «Una sensación muy rara... Todo era naranja, hasta el rostro de la gente. Se veía una lengua de fuego en lo alto del monte y en nada bajó y la teníamos encima... Impotencia, eso sentimos, creo que se ha actuado tarde, se ha centrado todo en Estepona...», consideró este vecino.
«Estoy destrozada»
«Lo han dejado mucho tiempo, no tenían medios los que estaban aquí, sabíamos que iba a llegar y ha llegado. Desde el miércoles pidiendo más medios», opinó Raquel Mena, de Alpandeire, con los ojos lagrimosos. «Estoy destrozada... es un medio de vida lo que se está quemando», insistió. Mena se dedicó, al igual que otros de sus vecinos, a ayudar a los suyos, dando viajes con su coche desde Alpandeire hasta la ciudad del Tajo.
«Lo que se ha quemado no lo conocemos verde ninguno de los nacidos ya, estamos tranquilos, no hay quien pueda con la Naturaleza, no podemos hacer nada», se resignaba Salvador Aguilar, de Jubrique. Su vecina, María Cavas, subrayó: «Se nos están quemando los campos, esa preciosidad de Sierra que teníamos, ahora está todo quemado, tan feo... No entiendo cómo puede haber personas que puedan hacer tanto daño», terminó, sobre el origen del gran incendio.
Ronda se preparó ayer para acoger a alrededor de un millar de personas. Se habilitaron camas, de Cruz Roja, en el pabellón de San Francisco y otros espacios pero finalmente, estas instalaciones cerraron sus puertas, ya que los evacuados se reubicaron con familiares y en distintos establecimientos, según indicaron desde el Ayuntamiento rondeño. No obstante, se mantuvo la organización ante la previsión de llegada de más desalojados a este punto y desde primera hora de hoy vuelve a estar operativo.
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