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Más de cuatro siglos de ocupación dejaron un gran baúl de recuerdos en el actual Castillo de la Estrella de Teba. Así lo contrata un equipo multidisciplinar de profesionales que llevan ya tres años en el enclave en búsqueda del rescate de una estampa de ... antaño a la actualidad. En pleno Valle de Guadalteba, este castillo destaca por su gran tamaño, ya que llegó a tener más de una quincena de torres dentro del recinto amurallado que abarcó 25.000 metros cuadrados. De los muchos episodios que atravesó el castillo, el más notable es el que se vivió durante la toma por parte de las tropas castellanas del rey Alfonso XI. Con el fin de localizar los restos del hábitat, cómo se organizó y evolucionó el enclave, el grupo PRINMA de la Universidad de Granada está llevando a cabo su tercera campaña de excavaciones, este año centrada en la villa del castillo. «Estamos enfocados en conocer cómo eran las viviendas, las zonas de almacenaje, así como la zona productiva», cuenta a SUR el director de las excavaciones, Juan Antonio Rojas. Esta nueva campaña la han empezado con el descubrimiento del hallazgo que localizaron el año pasado: más de un centenar de cuerpos en un vertedero de restos humanos.
Han hallado huesos de todo tipo, sobre todo de gran tamaño como húmeros y tibias. «Creemos que esos cuerpos perdieron la vida por una epidemia generalizada de sífilis que hubo en torno al siglo XVII en la zona, lo que hemos podido descubrir por marcas en sus huesos, ya que no solo era una enfermedad pulmonar o muscular», asegura el director. Este vertido de restos humanos es uno de los elementos que más llama la atención del equipo, ya que los restos de cientos de personas que han encontrado están aportando datos de la gran epidemia que afectó a la población tebeña, lo que evidencia que el tratamiento de la misma fue desigual.
«Esta iglesia parece ser de mediados del siglo XIV cuando las iglesias aún se comportaban como cementerios porque aún no se habían ido a las afueras de los pueblos», explica Rojas. Sin embargo, el arqueólogo señala que los restos humanos parecen haber sido vertidos desde otro lugar, ya que es inusual encontrar dentro de una iglesia una zona de enterramiento tan desordenada.
Hasta el mes de mayo, el equipo estará haciendo el trabajo de campo en el enclave y a pesar de que llevan solo dos semanas excavando, los expertos destacan la aparición de una serie de estructuras que, probablemente, se correspondan con algunas de las viviendas que ocuparían el interior del castillo, todas ellas «en un considerable estado de conservación», aseguran. Conforme vayan avanzando en el proceso de investigación, harán diferentes tipos de estudios centrados en descubrir cómo era el modo de vida de la Teba medieval y moderna mediante el análisis de los restos procedentes del consumo, como son los vegetales, animales, cerámica u otros elementos que componían la vida rutinaria de la sociedad.
El primer año, la investigación se centró en los accesos en la zona militar; el segundo, en la iglesia del castillo; mientras que este año y el próximo serán en la villa. «Hasta ahora, hemos conseguido ver la evolución de la iglesia porque no es un edifico que se crea y se modifica sino que, a lo largo de sus 300 años aproximados de vida, tiene bastante cambios y uno de los más reseñables es el que se asocia a la época de la fundación del condado de Teba cuando se empiezan a hacer reformas en el castillo que, siendo medieval, era algo más defensivo, no tan nobiliario», relata Rojas. Además, observan que en la iglesia se produjo un embellecimiento que evidencia la época histórica en la que el condado de Teba comenzó a agrandar su poder y destacar en la zona.
Otro de los objetivos del amplio trabajo de investigación de seis años de duración, según cuenta su director, es conocer más sobre el tema hídrico, concretamente, sobre cómo se abastecía de agua la población, ya que, a pesar de conocer varios aljibes, no saben cómo se producía la gestión del agua. Esto podría guiar a los investigadores para averiguar otros temas sociales y económicos de la época. El proyecto, dirigido por el profesor Alberto García y el arqueólogo malagueño Francisco Melero, también cuenta con el trabajo de Marina Trani y Juan Manuel Ríos, miembros del equipo multidisciplinar responsable del Proyecto General de Investigación que están llevando a cabo. Al igual que en campañas anteriores, los trabajos son financiados íntegramente por el Ayuntamiento de Teba.
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