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Tras la muerte del Rey Felipe V en 1746, el nuevo monarca Fernando VI mantuvo en su cargo de ministro de Hacienda a Zenón de ... Somodevilla y Bengoechea, el marqués de Ensenada. Este fue el promotor de una idea innovadora que ha acabado siendo una gran fuente de conocimiento sobre el origen, población y producción de los pueblos españoles: el Catastro de Ensenada. Con el objetivo de conseguir datos territoriales a nivel nacional para gravar con una única contribución todas las rentas provinciales, unos equipos llamados audiencias recorrieron todo el país para recabar la información de cada villa. En el caso de Coín, supone además su primer mapa conocido. ¿Cómo era este pueblo en el siglo XVIII?
Este mapa, incluido en el Catastro de la Ensenada y recuperado por la Fundación García Agüera del Archivo Histórico Provincial de Granada, dibuja con sencillos trazos lineales la vista de la villa de Coín. En una edición publicada por la Fundación en 2007, García Agüera reproduce con color esta obra: «En la parte superior, que ahora es el Sur, el azul del cielo que aquí tiene el color del agua, allá donde el Partido de las Fuentes, Albuqueria, los Llanos o Valdeperales, y desde la Sierra de la Villa hasta el milenario Nacimiento. Al Norte, el amarillo de las secas tierras de La Jara que alinda una de las fructíferas orillas de Río Grande. En medio, el verde poderoso de las fértiles huertas coineñas que, regadas desde levante a poniente, arropan a esas casas encaladas desde donde nuestros antepasados vieron la misma luz que nosotros».
El Catastro de la Ensenada se elaboraba por equipos llamados audiencias, que estaban presididos por el intendente, máxima autoridad de la provincia, o por un subdelegado, según recoge García Agüera. En Coín, como en el resto de villas, la recogida de información comenzaba con un bando en el que se requería a los vecinos la presentación de una declaración de personas y bienes.
Asimismo, el alcalde y concejales se reunían con el subdelegado del intendente y el escribano para contestar a 40 preguntas sobre el pueblo. A este acto solemne debía acudir el cura principal de lugar y un grupo de peritos elegidos por el ayuntamiento. Al documento resultante se le llama Respuestas Generales, y en él se recogen todos los datos sobre la localidad: «Coín contó con seis sesiones de interrogatorio, que comenzaron el 9 de agosto de 1752 y finalizaron el siguiente 17 del mismo mes y año», señala el documento recogido por la Fundación.
El libro editado por la Fundación García Agüera en 2007 adapta el texto original del Catastro y añade la documentación que Coín proporcionó en aquel tiempo para la elaboración de este documento: unas 700 páginas.
Estas respuestas desgranan cómo era la localidad del Valle del Guadalhorce a mediados del siglo XVIII: «Esta villa se denomina y llama la de Coín, una de las cuatro del corregimiento de la Hoya de Málaga, dista de dicha ciudad cinco leguas, y de la ciudad de Granada, su capital, veinte leguas».
¿Y qué extensión tenía la villa de Coín? El Catastro de Ensenada recoge que el término ocupa una legua de distancia de Levante a Poniente, y tres leguas de Norte a Sur, con ocho de circunferencia.
Según el documento, Coín contaba en el siglo XVIII con mil seiscientos vecinos, junto a veinte vecinos «que viven todo el año con sus familias en las casas de las haciendas». En esta villa se recogen mil cuarenta viviendas, «de las cuales hay veinte arruinadas, inhabitables».
Los datos que se recogen en el Catastro trascienden a todos los ámbitos: se puede conocer incluso el salario de los jornaleros, 400 en total en Coín, a los que se les pagaba dos reales diarios a cada uno.
García Agüera también resalta la importancia del agua como elemento diferenciador del desarrollo de Coín, tal y como se explica en el documento: dentro de la población funcionaban 15 molinos harineros que se servían del Nacimiento y del río de la Villa, junto a otros cuatro que molían con las aguas del río Pereila fuera del casco urbano. Asimismo, existían 12 molinos de aceite en la villa y tres en las afueras.
El Valle del Guadalhorce y Coín, conocido hoy día como la huerta de Málaga, era ya en el siglo XVIII una zona de amplia producción agrícola, donde se recogía trigo, cebada, maíz, garbanzos, habas, lino, cañamo, hortalizas, frutas, aceite, vino, pasas, higos, almendras y nueces, según se detalla en el Catastro.
En 2007, el presidente de la Fundación recreó este mapa histórico en una cerámica que se ubicaba a la entrada del casco urbano por el camino de Málaga, en la plaza de San Agustín. Además, realizó una postal conmemorativa del mismo que se incluye en el libro editado por él.
Desde su creación en 2005, la Fundación García Agüera ha sacado a la luz cientos de artículos sobre la historia coineña, todos ellos publicados de manera gratuita en su web y abiertos a cualquier consulta. José Manuel García Agüera, fallecido el pasado año, inició su extensa andadura cultural en Coín en el año 1984 con la Galería de Arte Alameda, posteriormente en G. A. Ediciones Coincidentes y en el seno de la Fundación García Agüera.
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