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Julio J. Portabales
Alameda
Lunes, 30 de septiembre 2024, 00:21
María Rodríguez Zambrana lleva nueve años inmersa en una de las tradiciones más emblemáticas de su pueblo, Alameda: la recreación histórica de la vida y muerte de José María 'El Tempranillo'. «Me encanta hablar del tema», comenta la malagueña, quien siempre ha sido una gran ... admiradora de los bandoleros, especialmente de «José María», como lo llama cariñosamente. Esta pasión por la figura del famoso bandolero ha sido una fuente constante de aprendizaje para María, quien disfruta compartiendo su conocimiento y entusiasmo con los demás.
Desde que la Asociación Cultural de Recreaciones Históricas «Vida y Muerte de José María El Tempranillo» comenzó con esta iniciativa en 2015, María ha estado presente en todas las representaciones, siendo una pieza clave en este proyecto que ha conseguido reunir a todo el pueblo en torno a una de las figuras más emblemáticas del bandolerismo andaluz. Cada septiembre, la asociación revive la leyenda de este célebre bandolero, llevando la historia a las calles y, sobre todo, a las nuevas generaciones.
El Tempranillo no es un personaje cualquiera. Fallecido en Alameda el 22 de septiembre de 1833, su figura ha sido comparada en innumerables ocasiones con la de Robin Hood, ya que defendía a los más pobres y se enfrentaba a las injusticias, tal como lo hacía el legendario héroe inglés. «Su historia aún late en este pueblo», dice María con una mezcla de orgullo y nostalgia. Y es que en Alameda no solo tienen una tumba que lo recuerda, sino una semana entera dedicada a honrar su vida con representaciones que cada año transportan a los habitantes y visitantes al pasado.
«Al principio todo era más pequeño«, comenta María. »Las primeras representaciones las hacíamos con lo justo, éramos pocos y los escenarios eran limitados«. Sin embargo, con el paso del tiempo, el interés creció de manera sorprendente. Tanto los vecinos como los turistas quedaron fascinados con la recreación, y el proyecto fue tomando forma hasta convertirse en una festividad importante para el pueblo.
A lo largo de estos años, María ha interpretado diversos personajes. Aunque confiesa haber disfrutado de todos, su papel favorito fue el de chismosa: «Era un grupo de mujeres que seguían siempre a El Tempranillo. Algunas estaban enamoradas de él, otras lo criticaban… y yo estaba en medio de ambas, en una especie de tira y afloja«, recuerda entre risas. Este año, su personaje fue una lavandera que, mientras trabajaba, conversaba con otras mujeres sobre los bandoleros.
José Antonio Rodríguez Martín, un profesor jubilado de la localidad, es el encargado de dar forma a estas escenas, escribiendo los guiones con la meticulosidad de quien conoce cada rincón de la historia del pueblo. «No solo cuenta la historia de El Tempranillo, sino también la de todos nosotros», comenta María, destacando la importancia de preservar no solo la leyenda del bandolero, sino también las raíces culturales de Alameda.
Nueve años después, María ha visto cómo la recreación ha evolucionado, creciendo en participación y en detalles, pero también ha notado ciertos cambios que la inquietan. «Cada vez hay menos gente interesada en estas cosas», comenta con cierta preocupación. Sin embargo, aún hay esperanza, ya que asegura que «sigue viniendo mucha gente a verlo. Estas cosas forman parte de lo que somos, de nuestra identidad, y no se encuentran en ningún otro lugar, solo aquí, en Alameda».
El cuidado que ponen en cada representación es palpable. El pueblo entero se adentra en el espíritu del siglo XIX: banderolas adornan los balcones, las calles se transforman en el escenario de aquella época, y las vestimentas cuidadosamente conservadas durante el año se reparten entre los actores para que todo sea lo más fiel posible. «Nosotros entregamos los trajes y, cuando todo termina, nos los devuelven para que estén listos para el siguiente año», explica María. Mantener la autenticidad es una prioridad para la asociación, que incluso contrata profesores de interpretación para pulir los detalles de las actuaciones. «Ellos vienen un par de veces por semana antes del evento, pero también trabajamos mucho por nuestra cuenta para que todo salga perfecto», añade.
A pesar de lo complicado que puede parecer coordinar todo, María no duda en señalar el apoyo del Ayuntamiento como fundamental. «Ellos nos ayudan con la infraestructura, organizando el espacio, poniendo las mesas, e incluso dando de comer a las asociaciones que vienen de fuera«, comenta con gratitud. Es un esfuerzo colectivo que demuestra que, cuando una comunidad se une por una causa común, las tradiciones no solo sobreviven, sino que florecen.
Para María Rodríguez Zambrana, ser parte de esta recreación va mucho más allá de un simple papel en una obra. Es el reflejo de su amor por la historia de su pueblo y el compromiso de mantener viva la esencia de 'El Tempranillo' para futuras generaciones. «Todo esto es parte de nuestra herencia, y es algo que no debemos perder», afirma con una sonrisa.
Cada septiembre, las calles de Alameda vuelven a llenarse de vida, de historias de bandoleros, de risas y de nostalgia. Y mientras María sigue al pie del cañón, con la mirada puesta en el pasado y la esperanza en el futuro, es evidente que la leyenda de José María 'El Tempranillo' seguirá viva, no solo en los libros, sino en los corazones de aquellos que, como ella, creen en la magia de la historia compartida.
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