Julio J. Portabales
Álora
Domingo, 29 de septiembre 2024
«La Hemiruta es muy especial para mí, por todo el esfuerzo que han tenido que hacer mis padres», compartía emocionado Juan Diego Moreno, un niño de 11 años diagnosticado con hemiparesia desde su nacimiento en 2013. Estas palabras las pronunció desde la cima del ... monte Hacho, después de completar junto a otras mil personas el ascenso solidario organizado para visibilizar esta condición neurológica. A su lado, el triatleta y campeón mundial en tres ocasiones, Eduardo Oliva, que con una discapacidad en su rodilla izquierda, acompañó a Juan Diego en este recorrido, simbolizando el espíritu de superación que ambos comparten.
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La historia de Juan Diego y su familia es inspiradora. Juan Antonio Moreno Taobada y su mujer recibieron la noticia del diagnóstico de su hijo poco después de su nacimiento. Los médicos confirmaron que padecía hemiparesia, una condición neurológica que afecta a uno de cada mil niños y provoca la parálisis parcial de un lado del cuerpo. «No es una enfermedad», aclara su padre, subrayando la importancia de comprender que la hemiparesia no solo afecta la movilidad, sino que en algunos casos también puede influir en otras áreas, como la cognitiva o la auditiva.
Con la necesidad de dar a conocer esta condición y fomentar una mayor inclusión, en 2017, la familia de Juan Diego, junto a amigos cercanos, decidieron crear la Hemiruta. «Queremos que haya más visibilidad y empatía hacia estos niños«, explica Juani Moreno, el padre de Juan Diego. Desde sus humildes inicios, con unos 300 participantes, la Hemiruta ha crecido significativamente. En su octava edición, ha logrado reunir a más de mil personas, consolidándose como un evento solidario de gran relevancia en el municipio de Álora.
El domingo, a partir de las 9.00 horas, los participantes se congregaron en el Santuario de Nuestra Señora de Flores, en el casco histórico de Álora. Las camisetas naranjinegras, con la palabra Hemiruta estampada en el pecho, predominaron en el ambiente, mostrando la unión de quienes se sumaron a esta causa. Los participantes, tanto niños como adultos, se prepararon para completar los 3,5 kilómetros de ascenso al monte Hacho, una ruta que ha adquirido un simbolismo especial con los años.
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A lo largo del recorrido, la organización no solo facilitó el ascenso, sino que también dispuso de actividades interactivas para los más pequeños, quienes participaron en una gymkana centrada en los récords Guinness de deportistas paralímpicos. Esta iniciativa no solo hizo el trayecto más entretenido, sino que también buscaba educar y concienciar sobre las capacidades y logros de personas con discapacidades. Cada niño llevaba un pasaporte en el que se les colocaba una pegatina al superar cada prueba, una forma lúdica de mantener el espíritu competitivo y solidario de la jornada.
Al llegar a la cima, los participantes fueron recibidos por las impresionantes vistas del Valle del Guadalhorce y el icónico banco del guante, que simboliza la hemiparesia. «Cuando te pones una manopla de cocina, pierdes la capacidad de mover los dedos y la fuerza en la mano. Así es como se siente un niño con hemiparesia», explicaba Juani Moreno.
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Tras el esfuerzo, la convivencia y el compañerismo marcaron el resto del día. Una paella para más de 600 personas, una barra con bebidas a precios populares y una tienda de merchandising hicieron que el ambiente en la cima del monte Hacho fuera tanto festivo como solidario. Uno de los momentos más emotivos fue la charla entre Juan Diego Moreno y Eduardo Oliva, quien, además de ser tricampeón mundial de triatlón, ha superado sus propios desafíos físicos. La conversación entre ambos, cargada de emoción y risas, fue seguida con atención por todos los asistentes, dejando una huella imborrable en quienes pudieron presenciarla.
La Hemiruta no es solo un evento deportivo, sino una celebración del coraje, la superación y la esperanza. Lo que comenzó como una pequeña iniciativa familiar se ha convertido en un símbolo de lucha e inclusión para aquellos que viven con hemiparesia y sus familias. Con cada paso hacia la cima, cada prueba superada y cada abrazo compartido, la Hemiruta nos recuerda que la visibilidad y la empatía pueden abrir caminos hacia una sociedad más inclusiva. La historia de Juan Diego y su familia, así como la participación de cientos de personas que se suman cada año, muestran que, aunque la hemiparesia sea una condición poco conocida, el apoyo y el esfuerzo conjunto pueden marcar la diferencia en la vida de quienes la padecen.
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