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Julio J. Portabales
Domingo, 19 de enero 2025, 00:18
Caminaron, caminaron y volvieron a caminar. Con lo puesto, angustiados y sin un rumbo fijo, pero con la certeza de que lo que había sido su hogar ya no era un lugar seguro. Ese sentimiento lo vivieron los pueblos del norte de Málaga y la ... serranía de Cádiz en plena Guerra Civil, cuando las tropas nacionales tomaron las localidades de la zona norte y centenares de personas abandonaron sus casas para buscar refugio en otros puntos de la provincia, tratando de evitar ser capturadas.
Casi un siglo después, estos municipios no olvidan el sufrimiento de sus antepasados, que perdieron todo mientras buscaban un cobijo seguro. La Marcha Las Huías es una ruta iniciada en 2023 que reúne a cientos de personas de diferentes puntos de la geografía malagueña. Juntos recorren un camino que concluye en un punto común, recordando un episodio histórico profundamente marcado en la memoria de los más mayores. En su tercera edición, este evento tendrá lugar el sábado 25 de enero, con Alcalá del Valle como destino final.
Teba será uno de los puntos de salida de esta caminata, recordando especialmente el éxodo que vivió su población. El 15 de septiembre de 1936, los nacionales tomaron el municipio en una operación que también incluyó Antequera, Ronda, Campillos, Sierra de Yeguas y prácticamente toda la zona norte de la provincia. El avance de las tropas desde Sevilla y Cádiz, a través de la sierra, tenía como objetivo principal llegar a Málaga capital.
Juan Fuentes, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria de Histórica de Teba, explica que la noche del 14 de septiembre es conocida como «la noche de la huía». Recalca el uso de la palabra 'huía' en lugar de 'huida', ya que es el término utilizado tradicionalmente por los mayores. Esa noche, la mayoría de la población de Teba abandonó el pueblo por miedo a las represalias, conscientes de que las tropas ejecutaban a personas a su paso.
Con lo imprescindible en sus manos, las familias buscaron refugio en la zona del frente que aún resistía. «El frente se mantuvo en Ardales hasta febrero de 1937. También contaban con refugio en Casarabonela y el Valle de Abdalajís, que seguían en manos de la República», detalla Fuentes. Su propio testimonio es especialmente impactante: «Mis padres, con seis y ocho años, llegaron a un cortijo en Casarabonela, donde pasaron cinco meses con otros vecinos de Teba». Muchos otros se refugiaron en sierras y montañas cercanas, enfrentando condiciones extremas.
El 7 de febrero de 1937, Málaga cayó completamente bajo el control de las tropas franquistas, junto con los frentes republicanos que resistían en lugares como Ardales y Casarabonela. Algunas familias huyeron hacia Almería, mientras que muchas regresaron a sus hogares tras escuchar que solo serían perseguidas las personas que hubieran cometido «delitos de sangre». Sin embargo, el regreso fue difícil. Muchas familias encontraron sus casas saqueadas y desvalijadas: «Dejaron pertenencias de gran valor y, al regresar, se encontraron con que todo había sido robado. Las puertas estaban abiertas y no quedaba nada», recuerda Fuentes. Además, los hombres mayores fueron arrestados al regresar, encerrados en cárceles improvisadas hasta demostrar su inocencia. «Los que habían cometido delitos de sangre nunca volvieron», afirma.
Esa noche, la desesperación se apoderó del pueblo. Los habitantes, con lo mínimo en sus manos, abandonaron sus hogares sin saber a dónde ir ni qué les depararía el futuro. Las familias se dispersaron en busca de refugio, llevando consigo no solo el miedo, sino también la incertidumbre que marcaría sus vidas. Incluso los niños, que años después contaron sus historias de escape, vivieron aquella huida con una mezcla de angustia y desorientación. «Recuerdo con claridad cómo se vivió en el pueblo esa sensación de desesperación», dice Juan Fuentes, quien vivió de cerca los relatos de aquellos tiempos. Hoy en día, la participación de tantos jóvenes en la marcha no solo es un homenaje, sino una manera de transmitirles el peso de esa memoria histórica.
La Marcha de las Huías es una manera de mantener viva la memoria de aquellos tiempos y trasladarla al presente. Para Juan Fuentes, participar cada año es una experiencia profundamente emotiva, ya que le recuerda lo que sus padres y muchos otros sufrieron siendo niños. «Es cierto que nosotros lo hacemos en un ambiente más festivo, casi como una marcha senderista con un día de convivencia. Pero también intento imaginar cómo fue para ellos, caminando sin comida y muchas veces a oscuras», reflexiona.
Fuentes también establece un paralelismo con situaciones actuales, como las vividas por los refugiados en Ucrania o Gaza, donde miles de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares. «Desgraciadamente, esto sigue ocurriendo», afirma. Para él, este tipo de eventos son fundamentales para no olvidar y preservar la memoria colectiva: «Es algo que nunca debe quedar en el olvido».
La Marcha Las Huías continúa siendo un acto de memoria histórica y reivindicación, un recordatorio de la injusticia vivida por tantas familias que tuvieron que abandonar su hogar a la fuerza. En su tercera edición, se espera una mayor participación, con un significativo acompañamiento de generaciones jóvenes que, a través de esta ruta, aprenden sobre los difíciles momentos que marcaron la historia de su tierra. Además, la marcha sigue siendo una herramienta clave para la sensibilización y el fomento de la paz, dejando claro que, a pesar del paso del tiempo, la memoria histórica debe ser preservada y transmitida a las nuevas generaciones.
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