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Hace 3 años diagnosticaron al pequeño Gabriel una diabetes mellitus tipo 1. Tenía 2 años y estaba en la guardería. Desde entonces necesita atención continua, ya que los niveles de azúcar o insulina pueden provocarle entrar en coma. Dispone de un dispositivo por el que ... cada 5 minutos comunica al móvil de sus padres los niveles a seguir.
Hoy tiene 5 años y cursa sus estudios en el colegio con el resto de niños de su edad. Durante casi estos tres años de enfermedad, su madre ha podido acogerse a una ley para niños con enfermedades graves y cáncer, por la que permite a una pareja, si ambos trabajan, que uno pueda pedir dedicarse exclusivamente al hijo, sin perder el empleo ni el sueldo, pero sin tener que ir a trabajar. Luis Robledo y María Teresa Mañas tenían claro quién de los dos pediría esta licencia. Él trabaja en la banca y ella es enfermera en el hospital de Antequera.
Pero este 6 de junio le notificaron que tenía que reincorporarse al 50 por ciento en el centro sanitario, por lo que ya no puede estar las 24 horas con él. Esta diabetes «sin cura, está catalogada como grave y necesita una vigilancia y atención urgente y constante». Le habían permitido, por la disposición de la ley, estar siempre pendiente de él, pero ahora «sin haber cambiado ninguna circunstancia en la ley ni en la enfermedad de mi hijo, no me la reconocen». Cuando peor se encuentra, aguarda en el patio del colegio para estar cerca si le necesitaba.
No entienden cómo ahora le restan «un derecho que sí fue reconocido por este mismo hospital hace casi tres años, pero que sin haberse producido cambios, no lo renuevan». Al recibir la orden, ha intentado recibir respuestas del mismo hospital, de la Delegación de Salud, del Defensor del Pueblo, de la Justicia y de los medios de comunicación para que alguien les escuchen.
Comparte que «nadie elige la diabetes, pero Gabriel sí elige seguir en el cole, seguir con sus amigos y hacer una vida como cualquier niño y nosotros sí elegimos tener la posibilidad de que nuestro hijo lleve esa vida». La madre explica que su hijo tiene un sensor de glucosa y «la insulina se la damos por una bomba que tiene en el cuerpo». «Si no actuamos a tiempo dándole azúcar o insulina, puede entrar en coma, ya sea por estar por debajo o por encima del nivel».
El médico determina en su informe «que tenga cuidados continuos, directos, permanentes, urgentes y las 24 horas». Ahora, «si viene una bajada o subida de azúcar puedo salir, pero si todo va bien, del hospital al colegio, mínimo tardo 20 minutos, si no hay tráfico». El martes «tuvimos una buen susto que tuvo una hipoglucemia grave que aunque le estaban dando azúcar, él no remontaba. Cuando yo llegué al colegio, estaba a punto de perder la conciencia».
No entiende «cómo se puede poner en riesgo la vida de mi hijo». Insiste que «yo no estoy de vacaciones; ojalá mañana salga una cura, que él haga una vida normal y corriente y yo me vaya a trabajar como antes». «Yo lo único que quiero es cuidar a mi hijo. Que me devuelvan lo que tengo por derecho, que no tenga situaciones que ponen riesgo en su vida».
La Delegación de Salud de Málaga ante su denuncia, expone: «Dado que en el momento actual el niño no se encuentra ni ingresado ni en una fase crítica del tratamiento, se le ha concedido una reducción de jornada del 50% para adaptar el horario a las necesidades de dicha unidad familiar con la reducción de jornada y percibiendo el 100%».
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