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Una mezcla de sintonías llama la atención desde fuera del edificio. Para estar a escasos pasos de un centro educativo, la sensación más bien recuerda a una feria de esas en las que diferentes culturas se entrelazan en un mismo espacio. De cualquier forma. En ... forma de plato típico, juego tradicional o acertijos sobre secretos bien guardados de cada país. Hay veces en las que la intuición no falla y eso es lo que demuestra cada día el Instituto Público Los Montecillos de Coín en el que estudian más de 1.000 jóvenes de 22 nacionalidades distintas. «Cada profesor se ha encargado de coordinar un país, eligiendo a los estudiantes procedentes de cada uno de ellos y así se ha creado esta iniciativa llamada 'Feria de las Culturas'», cuenta la directora del centro Conchi Navarro nada más llegar al instituto, quien lleva una chilaba abierta de color morado, mimetizada desde el primer momento con el ambiente.
Sofía Kovalska tiene 16 años y es de Ucrania. Llegó al centro hace cinco años cuando su madre decidió mudarse a Coín, siendo este el destino elegido por el que siempre había sido «el amor de su vida», relata la joven a SUR. Junto a ella, llegó al instituto una mochila llena de aprendizaje, ya que su madre siempre le aconsejó aprenderse 30 palabras diarias en español, lo que la estudiante a día de hoy agradece y recuerda como una anécdota. Delante de ella, reposan diferentes productos típicos de su país como carnes ahumadas con queso, empanadas con puré o un refresco llamado 'kva taras', al igual que lo hacen otros en los distintos 'stands' que hay colocados por el instituto diferenciados por los distintos países.
«El objetivo de esta iniciativa es seguir apoyando la diversidad, es muy importante que entiendan que este es un espacio donde hay cabida para todo el mundo», sostiene el profesor de inglés del centro, Cameron Coello, a quien es difícil reconocer por su caracterización inglesa, ya que es uno de los encargados del espacio dedicado a Reino Unido. A sus 14 años, Cloe Brown es una de las seis alumnas inglesas que estudian en el centro, quien se encarga de explicar a quienes se acercan cómo se llaman los productos que hay sobre la mesa. «En casa mantenemos la tradición de comer comida típicas de nuestro país como este 'yorkshire puddin', las scoons o las 'sausage rolls', explica la joven mientras señala cada plato que ha preparado.
En el otro lado del polideportivo en el que se encuentra instalada la feria multicultural, Siggi, de 12 años de edad, es de Islandia y tiene en sus manos un plato con 'Flatkokur', uno de las recetas tradicionales de su país que suelen cocinar en casa después de un año y ocho meses viviendo en Coín. «Me gusta este instituto porque hay mucha diversidad y conoces a muchos niños de todos los países», asegura.
En cada mesa hay decoración de los países a los que representan, además de un reto que funciona de paso previo a degustar los diferentes platos, ideado también por los propios estudiantes. Después de un mes de preparación en horas libres–sin perder clases, como reitera la maestra Elena López–, la feria de las culturas se vive como un paréntesis en un día lectivo que nada tiene que ver con el aburrimiento, aunque sí con el aprendizaje. «Llevo aquí toda mi vida, pero en casa mantenemos las costumbres de Suecia, ya que celebramos la Navidad el 24 de diciembre y nuestra comida suele ser también sueca», explica Emma Moreno, quien tiene 13 años y nació en Estocolmo.
El recorrido por los distintos puestos del instituto hacen viajar por Francia, Alemania, China o Argentina, entre otros muchos destinos. «Esto se llama bonobono, esto es cremona, esto es torta frita, alfajores de maicena y pasta flora», reordena Lucía Trentacossti, una joven de 12 años de Argentina, quien reconoce estar encantada con vivir en Coín, aunque las navidades suelen ser duras por «extrañar» a su familia.
La gran fiesta continúa en el patio exterior, donde la diversidad asoma con diferentes arcoíris pintados en una fuente y un banco. En este espacio, se alternan los puestos de 'henna' con los bailes de flamenco, ya que los dos 'stand' más grandes son de Marruecos y España. «Nos encanta Coín, pero mantenemos nuestras costumbres con la hora del té y productos típicos de nuestra tierra gracias a la cantidad de carniceros y fruteros árabes que hay en el pueblo», cuentan Hajar Ben y Aya García. Enfrente, los rosquillos y hornazos típicos de Coín reúnen a otros estudiantes con banderas de España, algunos pasos del flamenco y ganas de seguir cruzando fronteras paseándose por el instituto en el que cada día dan un paso más hacia la diversidad multicultural
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