El pueblo crecía y crecía, por lo que se hizo necesario crear un nuevo templo más amplio y acorde con la importancia y población de la nueva Álora del siglo XVII. Así surgió la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, una majestuosa parroquia que ... tres siglos después sigue siendo una de las más grandes de la provincia, después de la Catedral de Málaga. Aunque tardó casi un siglo en construirse, este templo situado en la Plaza Baja se ha convertido en una de las insignias del municipio junto al Castillo Árabe, gracias a su peculiaridad y a su mezcla de estilos, con materiales traídos de otros puntos de Europa como Brujas (Bélgica).
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Álora alcanzó un gran desarrollo durante los siglos XV y XVI. En ese tiempo se construyó una iglesia sobre la antigua mezquita, situada en el castillo, que finalmente se quedó pequeña por el aumento de población. Fue entonces cuando se acordó edificar el actual templo de Nuestra Señora de la Encarnación en la Plaza Baja, una construcción que se acabó extendiendo durante un siglo (1600 a 1699), ya que no había grandes posibilidades económicas, según explica Maria José Sánchez, directora del Museo de Álora y doctora en Historia del Arte. «La base más importante de los ingresos parroquiales la realizaba el pueblo con su aportación diezmal, y son los fondos de la villa quienes costeaban las obras de las parroquias. En este caso, aunque no era un siglo de crisis, hubo muchos imprevistos y el rey Felipe IV recaudaba impuestos que finalmente se usaban para adecentar la villa».
De planta basilical, el templo consta de tres naves, separadas por gruesas columnas toscanas hechas a base de grandes sillares, sobre las cuales se alzan arcos de medio punto donde se representan pinturas de los Apóstoles. Según apunta Sánchez, la iglesia de la Encarnación de Álora cuenta con unos 900 metros cuadrados, y llama la atención por tener sillares de piedra a la vista tanto en el exterior como en el interior, y se vincula al modelo creado por la Real Colegiata de Santa María de Antequera. «Aunque se construyó en el siglo del barroco, sus sillares ausentes de decoración recuerdan a la arquitectura renacentista, como en El Escorial. El artesonado mudéjar también se hizo en el siglo XVII pero es un estilo del siglo anterior. En definitiva, es un templo que aglutina varios estilos anteriores».
La piedra usada para su construcción procede del Monte Hacho, mientras que la madera de la armadura fue adquirida en Flandes a través de la casa de comercio de Málaga, de los señores Bombarte de Brujas. Concretamente, según detalla la directora del museo, el párroco de la época, don Ciriaco Pérez Barriendos, pagó por este material 8.000 reales, mientras que la traza y condiciones de la obra de madera las dio el maestro mayor de la misma, Pedro Díaz de Palacios. «Él era maestro mayor de las obras de la catedral de Málaga desde el 19 de junio de 1599, por lo que supervisó y dirigió muchos otros proyectos del Obispado de Málaga. Su intervención prolonga este renacimiento tardío hasta buena parte del siglo XVIII dando lugar a un barroco clásico, por lo que podría considerarse manierista», destaca Sánchez.
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Además de la madera de Brujas, la iglesia cuenta con material importado de América, según se detalla en la obra de José Morales 'Álora: cal y embrujo'. Su conjunto de armadura es similar al tipo que el maestro Díaz proyectó en otras iglesias, como en la de San Pedro de Málaga. Según explica Sánchez, esta armadura se encargó en 1629 pero su instalación no finalizó hasta después de 1686. Asimismo, el templo contiene pinturas murales con la técnica de la grisalla, un arte que sólo se ha desarrollado en dos puntos de la provincia: Álora y Antequera, en el Convento de La Magdalena.
Las imágenes escultóricas más relevantes del templo son la de Jesús Crucificado, obra de Navas Parejo, que preside el altar mayor; una Dolorosa anónima del siglo XVII, en la nave de la Epístola, y un San Francisco de Asís en la nave del Evangelio. La gran colección de arte con la que contaba la iglesia se vio mermada durante la Guerra Civil, ya que aunque se consiguieron rescatar numerosas imágenes, la iglesia sufrió destrozos, según apunta la directora del museo municipal.
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Ya en la década de los 60, la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación sufrió varias remodelaciones para eliminar problemas existentes. Tras eliminar toda la cal de las columnas y paredes en 1971, en 1983 se inició una gran reforma en el interior del templo, que consistió en instalar cámaras de aire en las tres paredes del altar mayor, además de bajar el nivel del suelo y colocar las balaustradas de madera. Una de las paredes de la sacristía también sufría continuas humedades, por lo que se instaló otra cámara de aire en esta zona. Mientras se llevó a cabo esta obra, el culto tuvo lugar en la iglesia de la Veracruz.
Asimismo, entre noviembre de 1988 y noviembre de 1991 la Escuela Taller de la localidad proyectó la restauración y conservación de la torre de la iglesia de la Encarnación, una obra en la que participaron los alumnos de los módulos de albañilería, herrería y forja, cantería y carpintería. Tras esta mejora se han realizado otras tareas de iluminación y mejora de la estructura del templo, hasta llegar a su estado actual. Hoy en día, la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación de Álora es la tercera más grande de la provincia, después de la Catedral de Málaga y de la iglesia de San José Obrero en Carranque, que le arrebató la segunda posición tras su construcción en los años 70.
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Esta iglesia acoge a principios de agosto los cultos a la patrona de Álora, la Virgen de Flores, que tras la celebración de la romería el 8 de septiembre regresa al santuario de Nuestra Señora de las Flores.
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