Los héroes silenciosos de la DANA en Álora: «Por favor no os olvidéis de ellos, nos necesitan»

Con el chaleco rojo de la Cruz Roja y las botas hundidas en el barro, Pepi Sánchez trabaja incansablemente en La Isla, una de las zonas más afectadas de Álora tras el paso de la DANA. «Por favor, no os olvidéis de ellos, nos necesitan,» pide con voz firme pero humilde, mientras ayuda a vaciar el sótano de una vivienda inundada. Sánchez ha recorrido kilómetros desde Jaén, concretamente desde La Carolina, y a pesar de su experiencia en situaciones de emergencia, sigue sin acostumbrarse a la magnitud del desastre. «Nosotros somos de Jaén, de La Carolina concretamente, Linares, y nunca había visto este desastre, nunca,» comenta, mientras extrae cubo tras cubo de barro junto a los vecinos afectados.

La dedicación de esta voluntaria es compartida por otros compañeros de la Cruz Roja, que, como ella, no dudan en responder a la llamada sin importar la distancia. La entrega con la que cada uno enfrenta esta crisis hace evidente su compromiso profundo. «Somos todos voluntarios,» dice Sánchez, consciente de que en cada acción ponen mucho más que tiempo o esfuerzo; entregan humanidad y cercanía a quienes más lo necesitan. Su trabajo habla por ellos, en cada casa a la que llegan y en cada familia que ayuda.

Lo que más ha sorprendido a Sánchez en medio de esta situación no es el desastre en sí, sino la generosidad y el compañerismo que han surgido entre desconocidos, todos unidos por una misma causa. «Es increíble, gente que no conocemos, compañeros nuestros mismos de Cruz Roja que no conocemos, y la forma de trabajar que tenemos en grupo,» comenta con admiración. En medio de la devastación, voluntarios y vecinos forman una cadena de solidaridad que sostiene a toda la comunidad. Desde cada esquina de La Isla se tienden manos, se comparten fuerzas y se ofrece consuelo. «Es como si todos sintiéramos que el dolor y las pérdidas son nuestras,» reflexiona Sánchez, consciente de que esta unión es tan poderosa como necesaria en estos momentos.

Para todo el voluntariado que se presenta, el compromiso de ayuda no termina aquí. «Hay que seguir ayudando a la gente. Porque esto no es cuestión de una semana y que pare aquí la cosa,» reflexiona. «Esto es cuestión de mucho tiempo, que no lo cansemos y que sigamos ayudándoles.» Con su experiencia, sabe que la recuperación va mucho más allá de una respuesta rápida y temporal; entiende que el impacto de la DANA requerirá de un apoyo prolongado, de una ayuda constante que no se detenga con el tiempo. La esperanza es que este espíritu de solidaridad se mantenga incluso cuando la emergencia deje de ser noticia, cuando las cámaras se hayan marchado pero las necesidades sigan allí.

Con el paso de las horas, Sánchez sigue trabajando sin descanso, consciente de la necesidad urgente y también de la fragilidad de estos primeros auxilios en comparación con la larga recuperación que aún queda por delante. «Pero a ver cuánto aguanta esto,» comenta, mostrando una mezcla de cansancio y realismo. «Hombre, yo creo que la gente es consciente de lo que hay y la cantidad de gente que ha desaparecido. Hay que seguir trabajando, seguir en todo lo que sea posible.» Para muchos, la ayuda recibida en estos primeros días marcará la diferencia en su esfuerzo por reconstruir sus vidas, en el desafío que enfrentan para recuperar la normalidad y sus recuerdos de entre el lodo.

Al final de la jornada, Sánchez se despide de otra familia con una mirada serena y puesta en el trabajo que aún queda por hacer. La espera otra jornada igual de exigente, igual de crucial para quienes lo han perdido casi todo. Mientras observa el horizonte, donde el día comienza a oscurecer, Sánchez lanza una última reflexión, casi como un ruego: «Por favor, no os olvidéis de ellos, nos necesitan.» Porque sabe, con la certeza de quien ha visto la dureza de esta tragedia de cerca, que Álora y sus vecinos necesitarán de este apoyo mucho más allá de estos primeros días.

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