Una farmacia centenaria que da nombre a un cruce de caminos en Antequera

Todo comenzó en Archidona, donde un matrimonio que regentaba una panadería quería que su hijo, José Villodres Cano, estudiara Farmacia en Granada para poder regentar una botica propia como así consiguió en febrero de 1921 en Antequera.

Empezó como «Farmacia Central Villodres», como recogen los albarelos que conservan, esos frascos pequeños donde guardaban sus remedios propios que hicieron tan célebres a las boticas. Hoy, como hace cien años, «la gente viene a que le escuchen, creemos que no se les presta la atención que deberían en los centros sanitarios, con un tiempo mínimo. Aquí nos plantean sus inquietudes, dolencias y dudas y nosotros les ofrecemos o aconsejamos una solución según el caso», comparte María Dolores Villodres Ramírez, nieta del fundador y madre de los dos hijos que son el presente y futuro de la farmacia.

En unos tiempos donde la sociedad y los negocios cambian de un día para otro, «las farmacias son de los pocos establecimientos por los que pasa todo el tejido social de una ciudad y que junto a los supermercados y servicios fúnebres, nunca dejarán de utilizarse por ser esenciales», apunta Enrique, bisnieto del fundador e hijo de María Dolores.

Del fundador, su nieta María Dolores comparte que «era una buena persona, atendía a quienes acudían a él. Mi madre recuerda que era tan bueno que se decía: Ve a Villodres que allí te lo dan. Fiaban mucho porque la gente necesitaba medicinas».

La guerra y la política

José Villodres Cano, además de farmacéutico, era persona muy activa en la política local, participando en varios partidos de ideología de izquierda. Con el inicio de la Guerra Civil, fue una de las primeras personas fusiladas en la ciudad.

Su viuda Dolores Podadera Hidalgo mantuvo la farmacia y sacó al frente su familia, con tres hijos, entre los que el pequeño, Manuel, fue quien siguió con la labor de su padre. Mantuvo la idea de los inicios y superó la complicada época.

Se casó con Ana María Ramírez Durán, quienes tuvieron siete hijos, entre ellos, María Dolores, la mayor, es farmacéutica y actual titular, quien se casó con Antonio Álvarez de Cienfuegos López, farmacéutico también al que conoció al estudiar la carrera en Granada.

Sus dos hijos, Enrique y Marina, forman la cuarta generación. «Nosotros seguimos con las directrices que nos marcaron nuestros bisabuelos y abuelos y que ahora nuestros padres nos han dejado: atender siempre a lo que necesitan los clientes», dice Marina.

De sus inicios en la zona comercial y de transportes (hubo una estación de autobús en la calle Calzada), aparte de los sucesos de la guerra, son muchas anécdotas que comparten: «Hay de todo en nuestro día a día, desde los que se marean aquí y les tenemos que atender, el día que nos robaron al cerrar por defunción, las curas que se hacen cuando alguien entra con una herida o algunos nombres con los que citan algunas medicinas...».

«Seguir dispensando y no vender, tiene que primar el carácter sanitario al comercial» es uno de los lemas que tienen presentes cada día en un lugar que no se conoce por ser el paso de las antiguas calzadas romanas ni el entorno del Mercado de Abastos, sino por el de una farmacia de 1921 de nombre Villodres.