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Escasa presencia de mujeres en cargos directivos, un sector primario desconocido y denostado y una marcada tradición masculina son las principales problemáticas detectadas en el diagnóstico sobre la participación femenina en las cooperativas agroalimentarias de la zona norte de Málaga, cuyos resultados salen a la ... luz tras más de medio año de trabajo. Este estudio, promovido por la Asociación de Mujeres 'Flor de Albahaca' de Humilladero con la financiación del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM), ha sido elaborado por la empresa Consultoría Rural. «Aunque encontramos mayor paridad en los trabajadores de estas cooperativas, la discriminación la vemos en los órganos de representación y en los consejos rectores. En estos ámbitos, las mujeres no suelen participar en la toma de decisiones», señala Isabel Muñoz, experta en Igualdad de Género y Desarrollo Rural y coautora del diagnóstico junto a María Luisa Gómez Moreno, profesora titular de Geografía y Desarrollo territorial de la UMA.
En este estudio se ha contado con la participación de personas referentes del ámbito cooperativista a nivel nacional, junto a una encuesta a nivel territorial en ocho cooperativas de la zona norte de Málaga. Son más de 2.900 las personas asociadas a estas cooperativas de la provincia, de las cuales el 30% son mujeres. A nivel nacional, el nivel medio de mujeres socias es del 27%. «La gran diferencia la encontramos a la hora de hablar de cargos directivos: solo hay un 3% de presidentas en estas cooperativas malagueñas, una cifra más baja que la media nacional, que es del 4,4%».
Así, según explica Muñoz, aunque hay mayor paridad en los puestos de menor rango, los escalones directivos no suelen estar ocupados por mujeres. «No se acaban quedando o no se postulan para ello. Todo ello también viene fomentado por una arraigada tradición, en la que los varones eran los que heredaban las tierras. Hay mujeres socias, pero no se sienten involucradas como para presentarse al consejo rector».
A ello se le suma la «doble jornada», por el cuidado de los hijos. La responsable del estudio señala que además existe una «huida ilustrada femenina rural» en la que las jóvenes no encuentran su desarrollo en los pueblos y se marchan a zonas urbanas. «Existe una visión negativa del territorio rural y del sector primario. Hay muchos estereotipos, pero la realidad es que la agricultura y la ganadería están muy tecnificadas y cada vez son más innovadoras», apunta.
En este sentido, Muñoz recalca la facturación de estas cooperativas, que suman más de 50 millones de euros. «Son muy importantes, vertebran el tejido económico de muchos municipios».
La directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba, Rosa Gallardo, también reivindica el papel de la mujer en el cooperativismo agroalimentario: «Se han dado pasos importantes, pero queda un camino larguísimo por recorrer. Y es relevante que tratemos de identificar cuáles son las dificultades que impiden que la mujer tenga presencia en los órganos de decisión. Tienen mucho que aportar. Nuestros pueblos requieren de la presencia activa de la mujer en todos sus ámbitos».
Así, el estudio aboga por poner en marcha diferentes medidas que favorezcan la inclusión femenina en los órganos de dirección de las cooperativas. Uno de los puntos principales es un mayor conocimiento del territorio rural y del sector primario, que permita «fomentar el orgullo rural» y romper estereotipos, visibilizando a mujeres referentes en estos ámbitos. «Hay un buen nicho laboral, en la provincia hay tres institutos vinculados a la familia agraria y todos los alumnos encuentran trabajo», señala Muñoz, que explica que otro de los retos es dar a conocer las cooperativas y su importancia en el tejido económico rural.
Por otra parte, se propone fomentar la corresponsabilidad en las familias, «para evitar que las mujeres se vean en la tesitura de elegir entre la maternidad y su desarrollo profesional en el sector», además de promover una legislación con la que se incentive la participación de las mujeres en los órganos de dirección. Según destaca la coautora, del estudio, «hay que fomentar el cooperativismo como un nicho laboral, donde hacen falta todo tipo de perfiles, desde una comercial que hable tres idiomas a una bioquímica».
Uno de los ejemplos más representativos es el de Carmen Bernal, presidenta de la Cooperativa Nuestra Señora de Las Virtudes, de Fuente de Piedra, y única mujer miembro del Consejo Rector de Dcoop. Bernal entiende que muchos jóvenes no quieren mirar al sector agrario como futuro laboral, en parte porque se les amenazaba con que «si no quieres estudiar te vas al campo». Pero en su caso siempre pensó en el relevo generacional y en qué pasaría en un futuro con la explotación familiar. Y no se arrepiente de su decisión: «En los pueblos se vive mejor que en las grandes ciudades. He ganado en calidad de vida. Puedo gestionar el tiempo mejor. Estoy en mi explotación, estoy en lo mío».
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