Su aspecto asilvestrado se camufla al mezclarse con el resto de ingredientes. Intenta pasar desapercibida, pero hay quienes incluso hacen más de 130 kilómetros en coche para celebrar su gran día. Isabella Maruozzo –Miss Tagarnina, como ella misma se identifica– y su pareja Claudio Rubio ... han llegado desde Granada porque desde hace tres años tienen esta cita marcada en el calendario. Su apodo se debe al ramillete de esta planta autóctona de Villanueva del Rosario que tiene enredado en el pelo a modo de adorno. «Venimos a celebrar el Día de la Tagarnina porque aquí se pasa muy bien, sobra buen rollo y disfrutamos de este guiso tan rico», cuenta a SUR Maruozzo, quien no duda que volverá a repetir el próximo año. Mientras tanto, en la entrada de la Plaza Nueva del Saucedo, es imposible no pararse a observar a las responsables de que el guiso de tagarnina cobre vida. «Esto está de rechupete, pero no podemos desvelar el secretillo de la cocina», exclama una y otra vez Juanita Sanmarcelino mientras sirve un plato detrás de otro.
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Cuatro días son los que las mujeres voluntarias del pueblo han dedicado a la preparación del gran día. «Llevamos desde el miércoles lavando y preparando casi 500 kilos de tagarnina, que son auténticas del campo para que tenga su saborcito bueno», señala Sanmarcelino. El siguiente paso para hacer el guiso es el sofrito con ajo, cebolla, pimiento rojo, pan y almendras. A esto se añaden unas pequeñas tortillas en forma de bola que se hacen con ajo, perejil molido, huevo leche y «el secretillo, que no puede faltar», apunta Ana María Moreno, quien también lleva cuatro días dedicada a la elaboración de las cuatro ollas de gran tamaño junto a Teresa Luque, Paquita Peláez y otras mujeres del pueblo.
En sus manos aún se evidencian los picotazos. No hace ni 24 horas desde que estuvo recogiendo tagardinas –como él prefiere llamarlas–para que no falten en casa. Antonio García no utiliza guantes para escamondar las plantas porque quitarle los pinchos e irse de tagarninas es algo que forma parte de su rutina desde que era niño. Su hermana Cristina García vive en Arroyo de la Miel, pero este día también es una cita imprescindible a la que no falta. «Las tagarninas de abril para mí y las de mayo para mi caballo», sostiene la vecina de Villanueva del Rosario, quien asegura que este es el mes clave para recogerlas, antes de que se pongan duras y se suban. «Tengo tagarninas congeladas desde hace dos años, las cuezo y las congelo porque la usamos para hacer el guiso, tortillas y revueltos», cuenta.
Paco Álvarez explica cómo el pueblo, en los años de hambre, se surtía de lo que podía, ya fuese criando gallinas o cerdos. «El campo nos daba tres alimentos, no muy nutritivos, pero sí muy exquisitos que son las setas, los espárragos y las tagarninas, la gente los cogía para comérselos o venderlos», relata el vecino. En este sentido, hace nueve años que Villanueva del Rosario decidió crear el Día de la Tagarnina para homenajear ese caldillo hecho con esta planta autóctona que hace muchos años fue el alimento de sus vecinos. «Una comida es el paisaje metido en un plato, antes comíamos lo que había alrededor, no venía comida de fuera», señala el saucedaño.
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Sentados en la grada que forma parte de la plaza, desde donde pueden observar las actuaciones del día, Ángel Valderrama y Severine Carrión también saborean el caldo de tagarnina, aunque en su libro de recetas del día a día tampoco falta este plato. «Hemos venido desde Zalea porque nunca nos perdemos esta cita, normalmente solemos comer tortilla y guiso con las tagarninas que compramos en Sevilla y Jeréz», añade Carrión, quien tiene claro que el siguiente punto del recorrido en el pueblo será el Horno de Teodoro. «Una torta de pellizcos puede ser el broche de oro perfecto para esta tarde, es el producto más irresistible del pueblo», señala.
Cada vez que se acaba una olla, entre tres vecinos traen la siguiente, mientras la cola sigue aumentando. La siguiente en pedir es Sara Belkhiri, tiene 17 años y para ella el Día de la Tagarnina es un evento muy especial porque lo lleva viviendo desde pequeña. Junto a ella, su amiga de Carbonera, Nerea Villodres ha venido al pueblo porque tampoco se pierde esta fiesta en la que no falta música, comida y hasta 19 stands de productos locales de la zona. «Esta fiesta reúne a muchos vecinos de los otros seis pueblos de la Sierra Norte de Málaga porque es una de las citas más importantes del año en nuestro pueblo», asegura el alcalde de la localidad, Ignacio Ramos, quien vive la fiesta junto a sus vecinos.
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Esta fiesta, declarada Fiesta de Singularidad Turística Provincial, reunió este sábado a cientos de personas cuyo único objetivo era pasarlo bien al ritmo del coro rociero Nuestra Señora del Rosario, Álvaro Alcaidhe, Dando la nota y Furtivos del rock. La tagarnina, que puebla las sierras de Hondonero y Camarolos, es muy apreciada por los saucedeños y eso es evidente por el cariño con el que todos hablan de ella. «Somos muy afortunados porque estamos en un entorno privilegiado, con una sierra que no nos merecemos, las lluvias habrán fastidiado la Semana Santa pero ha hecho que sea una santa semana con la abundancia de agua tan necesaria», señala con orgullo Álvarez, quien afirma que esta sencilla planta silvestre se merece más que un homenaje.
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