El día que Cervantes fue acusado por irregularidades con el cereal en Teba

Durante el invierno de 1591, más precisamente en febrero, Nicolás Benito, ayudante de Cervantes, se presentó en Teba con una misión de gran urgencia: reunir cebada y trigo para poder abastecer a los arrieros encargados de trasladar los alimentos al puerto de Sevilla. El gran problema vino porque Benito no poseía la autorización necesaria para incautar estos productos. Según cuentan los textos históricos, el ayudante accedió al granero local forzando la puerta y sustrajo unas 1137 fanegas de trigo y otras 500 de cebada. El cereal, que era usado de manera habitual por los agricultores tebanos, fue transportado hasta Antequera para finalmente ser transformado en bizcocho, un alimento que sostendría en sus empresas navales a la Armada.

Un año más tarde, el 19 de septiembre de 1592, el corregidor de Écija, Francsico Moscoso, condenó a Miguel de Cervantes, supervisor de todo lo que sucedió en Teba, culpable tras el robo de los cereales. La resolución dictó que debía devolver el cereal o pagar 79.800 maravedíes, una suma que en aquella época era considerada exorbitante. Sus problemas no se quedaron ahí, dos días después también fue imputado por la venta no autorizada de cereal y presuntas irregularidades contables.

Acorralado por las acusaciones y sus problemas con las deudas, Cervante apeló a su superior, Pedro de Isunza. El Proveedor General hizo de intercesor en su caso no solo ayudando a pagar la fianza necesaria para evitar que Cervantes terminara en prisión, sino que también defendió su inocencia en un memorial dirigido al Rey en diciembre de 1592.

Esta amarga experiencia que el escritor español tuvo en el municipio de Teba no quedó en el olvido en su memoria. Tanto es así, que más de dos décadas después, la localidad malagueña reapareció, de manera escrita, en la vida de Cervantes. En su novela 'Rinconete y Cortadillo', una de las escenas hace mención al municipio: uno de los personajes, un mozo de la esportilla, pregunta a los protagonistas si son ladrones. Ante esto, Cortado responde con ironía: «Ni somos de Teba ni de Murcia», jugando con la sonoridad de ambas localidades y asociándolas, con un guiño de humor, a cierta picardía. «Es una pequeña venganza literaria», explican algunos historiadores.

Hoy, Teba no solo rememora estos episodios con orgullo, sino que también ha encontrado en ellos una oportunidad para celebrar su historia y su vínculo con Cervantes. El reciente ingreso del municipio en la Red de Ciudades Cervantinas supone un reconocimiento a su patrimonio cultural y literario. Este logro posiciona a Teba como un destino clave para los amantes de la literatura, la historia y la obra del autor de 'Don Quijote de la Mancha'.

La localidad ya planea eventos, rutas culturales y encuentros que refuercen su conexión con Cervantes y su legado. Desde los días en que las fanegas de trigo viajaron a Antequera hasta este presente lleno de cultura y turismo, Teba ha sabido transformar un episodio de conflicto en una oportunidad para el orgullo y la identidad local.