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Cuevas Bajas y La Bisbal d’Empordá decidieron escribir juntos las páginas de su historia en el año 2013. Ambos municipios conectaron en aquél entonces de forma oficial y definitiva los más de 1.000 kilómetros que separan el pueblo de Nororma y ... el de Girona para rendir homenaje a la mezcla generacional que se vive entre las dos localidades. Según relata Manuel Lara, cueveño residente en La Bisbal d’Empordá y autor de varios libros que recogen las bases de este enlace entre pueblos, «Cuevas Bajas tenía 3.000 habitantes y más de la mitad lo abandonó en la segunda mitad del siglo XX». Al parecer, «más del 80% de los cueveños acabaron en La Bisbal».
Este hermanamiento, que luce en sendas placas conmemorativas a la entrada de los dos municipios, conlleva una serie de intercambios culturales que han empezado a dar sus frutos en los últimos meses. A parte de algunos homenajes –en La Bisbal d’Empordá inaugurarán una plaza con el nombre de su hermano malagueño, donde hay una calle con el nombre del municipio de Girona–, el vínculo se está estrechando con visitas organizadas por parte de ambos ayuntamientos.
El pasado cinco de septiembre, más de 50 vecinos de Cuevas Bajas se montaron en un autobús rumbo a La Bisbal para conocer ese lugar en el que la mayoría de sus antepasados se labró un futuro, y donde muchos decidieron quedarse y a día de hoy reciben a sus compatriotas, o a los de sus padres y abuelos.
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