Excavaciones arqueológicas en la Cueva de Ardales. SUR

La Cueva de Ardales salta de nuevo a la investigación internacional con más de cincuenta dataciones que demuestran el uso por Neandertales y Homo sapiens

La revista científica Plos One, editada en Estados Unidos, avala la antigüedad del arte paleolítico en la cavidad con pinturas de más de 50.000 años

Miércoles, 1 de junio 2022, 20:16

La Cueva de Ardales salta de nuevo a la investigación internacional como cuna mundial del arte rupestre. La revista científica Plos One, editada en Estados Unidos, ha sacado a la luz un nuevo artículo sobre la cavidad, donde se recogen más de cincuenta dataciones cronológicas ... que avalan la importancia del yacimiento en particular y de Málaga como «territorio privilegiado» en esa época de tránsito entre los últimos Neandertales y los primeros Homo sapiens. Esta publicación llega tras los primeros resultados en 2018, cuando la revista Science publicó las dataciones del arte rupestre arcaico de la cavidad malagueña, rompiendo el techo de 40.000 años para el origen del arte humano.

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Este descubrimiento, que cambió las fechas conocidas hasta ahora, supuso un intenso debate en la comunidad científica. Se puso en duda que las marcas rojas datadas en Ardales, la Pasiega (Cantabria) y Maltravieso (Extremadura), fuesen verdaderas obras humanas. Una investigación posterior, publicada por la revista internacional PNAS en 2021, corroboraba la autoría neandertal de las pinturas de la Cueva, con el «uso inequívoco» de pigmentos rojos obtenidos en canteras exteriores al yacimiento.

Como ya publicó SUR, los investigadores llegaron a la conclusión de que se trata de un pigmento a base de ocre «aplicado intencionadamente», a partir del análisis de pequeñas cantidades del residuo rojizo recolectadas en la superficie de las estalagmitas. Según afirman los autores, la localización y distribución de las marcas, así como el tamaño y la morfología de los cristales que componen estos residuos rojos descartan que se trate de depósitos de origen natural.

Esta nueva publicación de la revista Plos One saca ahora a la luz un amplio repertorio cronológico obtenido mediante la aplicación de varios métodos científicos, que demuestran que los niveles arqueológicos excavados están vinculados con las visitas espeleológicas de Neandertales para la realización de actividades relacionadas con el arte desde hace más de 60.000 años.

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Las dos fases artísticas en la Cueva de Ardales. sur

Asimismo, se explica cómo estos grupos humanos fueron reemplazados por los primeros Homo sapiens. Éstos siguieron usando el interior oscuro de la cavidad para elaborar nuevas imágenes «más ricas en temática» que las antiguas marcas rojas, convirtiendo la Cueva de Ardales en uno de los grandes espacios del arte humano figurativo. En ella se han estudiado y publicado más de 1.000 motivos gráficos del Paleolítico.

Según explican los investigadores, estas nuevas dataciones dan un paso más en la técnica del carbono 14, que complementan a las ya realizadas en 2018 con el método de urano-torio. Las dataciones de carbono 14 solo pueden hacerse sobre objetos que han tenido vida (carbón, huesos animales, dientes, huesos humanos). Se puede aplicar también a la pintura (si ésta ha sido elaborada, además de con ocre -óxido de hierro- con grasas de animales). Por uranio/torio se datan las costras calcáreas -espeleotemas, estalactitas, estalagmitas- que son las películas que se forman de manera natural en las cuevas. En Ardales cubren las columnas que tienen pinturas, como señalan.

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El arte rupestre más antiguo de la Cueva consiste en puntuaciones realizadas con pintura roja con las yemas de los dedos, discos soplados, trazos horizontales, marcas directas de manos manchadas de rojo y marcas en los filos o puntas de las estalactitas. Posteriormente, los primeros Homo sapiens crearon figuras de animales (en Málaga los más frecuentes son cabras montesas, ciervos, caballos, toros, aunque también se representaron peces o cetáceos, focas y aves) y figuras femeninas en menor cantidad (las conocidas como 'Venus paleolíticas').

Estas dos grandes temáticas, que ahora las nuevas tecnologías sitúan en épocas muy distintas, se repiten en otras cavidades malagueñas. Así, los últimos descubrimientos han suscitado el interés por parte de equipos internacionales que están realizando muestreos y dataciones de los motivos más antiguos. El proyecto First Art, coordinado por el investigador español Hipólito Collado, ha incluido en esta fase 2022 muestreos en las cuevas de Rincón de la Victoria y en la recién descubierta en Antequera. Además de las cuevas ya estudiadas de Ardales, la Pasiega y Maltravieso, se están investigando una treintena de cavidades similares en la Península Ibérica.

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Esas líneas, puntos y manchas pueden entenderse como una forma de arte o incluso como «un sistema de comunicación», una especie de mapa que el neandertal usaba para orientarse en el interior de la cueva. Sea lo que fuera, constituye un signo de inteligencia. «Es otro dato a favor de que estas poblaciones ni eran tan torpes, ni tan brutas, ni tan salvajes», destaca el arqueólogo José Ramos Muñoz.

Este nuevo avance es solo un ejemplo «de lo mucho que todavía tiene que decir» Ardales. De hecho, una vez completada esta etapa, los investigadores solicitarán a la Junta de Andalucía otra fase de excavación en las galerías altas de la cueva, intactas al quedar tapadas por un terremoto, donde hay entierros neolíticos y arte paleolítico.

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Un equipo hispano-alemán con la dirección de los profesores José Ramos Muñoz (Universidad de Cádiz) y Gerd-Christian Weniger (Universidad de Colonia) viene realizando excavaciones arqueológicas en la Cueva de Ardales desde 2011. Esta tercera publicación científica internacional es la última aportación al cúmulo de artículos, libros y guías que con motivo del bicentenario del descubrimiento de la cavidad malagueña ha realizado el equipo de investigadores del Ayuntamiento de Ardales, Universidad de Cádiz y Neanderthal Museum/Universidad de Colonia, donde destacan los nombres de Pedro Cantalejo, José Ramos, María del Mar Espejo y Gerd C. Weniger.

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