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La polémica sobre el suministro de agua en Álora sigue generando indignación entre los vecinos, quienes han sufrido repetidos cortes cada vez que llueve con intensidad. La localidad se abastece del río, lo que provoca que, cuando se producen fuertes lluvias, el caudal arrastre lodo y barro hasta las captaciones de agua situadas a gran profundidad. Para evitar que los motores se dañen por la acumulación de sedimentos, se detiene su funcionamiento, lo que deja sin agua a numerosas viviendas. En el último episodio de esta crisis, sufrido el pasado domingo, el agua ya está entrando en el depósito y comenzará a llegar de manera progresiva a los hogares, aunque las autoridades han solicitado a quienes reciban el suministro en primer lugar que hagan un uso responsable para facilitar su distribución equitativa. No obstante, esta solución momentánea no resuelve el problema de fondo, que sigue afectando a toda la población y es que «cuando llueve, no hay agua», afirman los vecinos.
La indignación ha llevado a que, este miércoles 5 de marzo, cientos de personas se concentraran a las puertas del Ayuntamiento exigiendo mejoras en el sistema de abastecimiento. Con pancartas, megáfonos y cánticos de «¡Queremos agua!», los manifestantes buscaron visibilizar su malestar y presionar a las autoridades locales para que tomen medidas urgentes. La protesta reflejó el hartazgo de los vecinos, quienes denuncian que la falta de soluciones estructurales les deja indefensos ante cada episodio de lluvias intensas.
Vecinos como Noelia Martínez han sufrido estos cortes tanto a nivel personal como en sus negocios. La malagueña se ha visto obligada a cancelar reservas en sus pisos turísticos de la calle Parra al no poder garantizar agua a sus clientes. Como otros residentes de las zonas altas, como El Calvario, la zona residencial del Hacho y el casco antiguo, exige al Ayuntamiento «una mejora en las infraestructuras para evitar que la situación se repita». Martínez, que cuenta con un depósito de 500 litros en su vivienda, ha tenido que racionar el consumo y acudir a fuentes cercanas para abastecerse, llegando incluso a depender del polideportivo municipal para que su hijo pudiera ducharse.
En una situación similar se encuentra María del Mar Alvear, quien lleva una semana sin poder abrir su negocio de belleza y cosmética debido a la falta de agua. Vecina de Álora desde hace siete años y originaria de Fuengirola, denuncia que, pese a la sequía y la falta de inversiones en infraestructuras, resulta incomprensible que «por cuatro gotas» se produzcan estos cortes. La imposibilidad de trabajar le está causando un perjuicio económico significativo, ya que, aunque no ha podido abrir su negocio, sigue teniendo que afrontar gastos como el alquiler, la luz y la cuota de autónomos. Ante la falta de respuestas, junto a otros afectados, ha comenzado a organizar una plataforma vecinal para exigir mejoras urgentes.
Desde el Ayuntamiento han reconocido la gravedad del problema y aseguran que han trabajado sin descanso para restablecer el suministro. Explican que la última tormenta en la zona de Ardales provocó que la captación del Pozo de la Ermita quedara enterrada, lo que obligó a detener las bombas hasta que se logró eliminar la turbidez. El consistorio prevé que el servicio se recupere paulatinamente a lo largo del día, aunque recomienda no consumir el agua hasta obtener los resultados de las analíticas, previstas para este jueves.
El alcalde de la localidad, Francisco Martínez, ha manifestado su comprensión ante el malestar de los vecinos, pero ha subrayado la dificultad de encontrar una solución definitiva. Explica que la construcción de una planta potabilizadora costaría alrededor de cinco millones de euros, con un mantenimiento anual superior al millón, lo que haría «inviable su sostenibilidad a largo plazo». A pesar de ello, asegura que están explorando alternativas como la instalación de filtros de arena en las captaciones para reducir la turbidez antes de que el agua llegue a los depósitos. También han realizado prospecciones en busca de nuevas fuentes de abastecimiento, aunque hasta ahora sin resultados satisfactorios.
Además, el Ayuntamiento está evaluando el uso de un tratamiento químico para eliminar la turbidez del agua, siempre y cuando sea seguro para el consumo humano. Insisten en que no existen soluciones fáciles ni inmediatas, pero se comprometen a seguir trabajando en la mejor alternativa posible para garantizar un suministro estable y de calidad a la población. Mientras tanto, los vecinos siguen esperando una solución definitiva que les permita vivir sin la incertidumbre de quedarse sin agua cada vez que llueve con fuerza.
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