Vista del Castillo de Álora. sur

¿Por qué se convirtió el Castillo de Álora en cementerio durante dos siglos?

Aunque se instaló de manera oficial en 1818, sus primeros usos como camposanto comienzan en el siglo XV

Lunes, 21 de noviembre 2022, 00:06

El Castillo de Álora es una de las insignias del municipio. Su amplia historia ha propiciado que sea un lugar muy turístico y de visita ... obligada en el pueblo. Construido por los árabes en la Edad Media, este conjunto ha tenido múltiples versiones a lo largo de los siglos: desde fortaleza musulmana a un templo gótico, para terminar siendo el cementerio local durante 200 años. Este último uso es menos conocido por los vecinos más jóvenes. ¿Por qué se convirtió el Castillo en camposanto?

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La historia del cementerio del Castillo finaliza en 2009, cuando el Ayuntamiento de Álora aprobó la clausura definitiva del mismo. Culminaba así un proceso que duró 11 años, desde la apertura de expediente hasta el definitivo traslado de los restos inhumados al nuevo cementerio. Aunque el camposanto llevaba instalado de manera oficial desde 1818, sus primeros usos como necrópolis comienzan varios siglos atrás, como explica María José Sánchez, doctora en Historia del Arte y directora del Museo Municipal de Álora. Desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVII el cementerio estuvo en el Castillo, ya que sobre la mezquita se construyó la primitiva parroquia de Santa María de la Encarnación, templo que fue el primer lugar de enterramiento de Álora, según un documento fechado en 1685, en el que Joseph del Castillo afirmaba que poseía «capilla y entierro en la Parroquial, con la advocación del Dulce Nombre de Jesús».

A comienzos del siglo XVII, Álora contaba con más de 600 vecinos, por lo que la parroquia se había quedado pequeña. Fue entonces cuando se inicia la construcción de un nuevo templo en la plaza Baja en 1600 para trasladar la parroquia a esta zona. Según se detalla en el estudio del profesor Francisco José Rodríguez, la escasa entidad de la población, que sufragaba el coste de las obras a sus expensas, y el esfuerzo económico para emanciparse de la jurisdicción de Málaga, explica que el templo no se terminase hasta 1699, consagrándose al año siguiente. Sin embargo, el cementerio no se trasladó a este emplazamiento hasta un siglo después, donde permanecería hasta la llegada de epidemias. El lugar concreto de ubicación fue junto a la puerta lateral del templo que se abría a la calle Benito Suárez, de ahí que popularmente se conozca a este espacio como 'El Panteón'. Hoy en día, esta iglesia, Santa María de la Encarnación, sigue siendo uno de los templos más grandes de Málaga.

Con la Ilustración llegaron también nuevos conceptos e ideas relacionadas con la higiene pública, que cuestionaron la práctica de inhumar dentro de las iglesias, según explica Rodríguez. Así, en 1804 los enterramientos por muertes de fiebre amarilla volvieron a hacerse en el recinto alto del Castillo, una situación que se repitió en 1812, cuando se inhumaron a los fallecidos por la hambruna y la Guerra de la Independencia contra los franceses. La decisión de trasladar el cementerio, como exigía la Real Cédula de 1787 de Carlos III, a un lugar fuera del casco urbano situado en paraje ventilado, fue oficial en 1818.

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El solar de la antigua iglesia acogió el nuevo camposanto, y los restos del templo fueron restaurados entonces para convertirse en capilla del cementerio. A medida que crecía la necesidad de espacio, el castillo se fue ampliando hasta configurar los cinco patios existentes.

El Libro de Defunciones de la Parroquia aporta el dato de la última inhumación que tuvo lugar junto a la iglesia parroquial: Juan Reinoso Oviedo, el 24 de julio de 1820, mientras que el primer entierro en el nuevo cementerio del Castillo correspondió a Juana García, el 3 de agosto del mismo año. Por aquel entonces, el camposanto era cuidado por una persona conocida como 'Pata de Palo', según detalla la responsable del Museo Municipal. La mayoría de los enterramientos tenían lugar en nichos, aunque el primero de los panteones familiares que se tiene constancia data de 1889, y fue reedificado en 1935.

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Cementerio en el Castillo de Álora. Archivo Temboury

Con el objetivo de poner en valor el Castillo y su conjunto histórico, en 1997 se inaugura un nuevo camposanto en Álora para iniciar el traslado de todos los nichos a este emplazamiento a las afueras de la localidad, ya que ocupaban «por completo» los dos recintos de los que se compone la fortaleza medieval. El traslado de restos óseos al nuevo cementerio de San José se llevó a cabo durante 10 años, hasta que en marzo de 2007 se inicia el expediente de clausura del antiguo enterramiento del Castillo. Según explica Sánchez, la demolición de todos los nichos se realizó bajo la supervisión del arqueólogo Francisco Melero, que vigiló muy de cerca los trabajos para que no afectaran a los muros medievales.

La estructura sí conservó varios panteones en el patio de entrada y en el recinto superior. La eliminación de nichos supuso la aparición de la columna de la capilla gótica y el despeje de calles que le dieron una imagen más «portentosa» a la Torre del Homenaje.

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