María Rodríguez dedica las mañanas a poner lavadoras y hacer acopio de agua para el resto del día. Salvador Salas

«Invertimos todos nuestros ahorros en el bar, y ahora hemos tenido que cerrar por falta de agua»

Mientras el casco urbano de Casabermeja dispone de cinco horas diarias de suministro, las zonas rurales sólo tiene cinco horas a la semana para abastecerse

ALBA TENZA

Viernes, 14 de julio 2023, 02:00

Desde el zaguán se ve la luz natural que entra por el patio interior de su casa. Al atravesar el pasillo que conduce hasta él, ... Luke, su perro, saluda con felicidad plena a quien se adentra en su hogar. Sin embargo, lo que siente María Rodríguez en estos momentos nada tiene que ver con esa sensación. Desde hace varias semanas dedica sus mañanas a poner lavadoras y asegurarse de que, tanto ella como su marido, tengan abastecimiento suficiente para cada día. Su mirada está fija en las tres botellas que descansan sobre la mesa en la que algunas plantas buscan algo de agua para sobrevivir. Una búsqueda con la que también se han acostumbrado a vivir el resto de vecinos de Casabermeja, que como Rodríguez, llevan semanas sufriendo el corte del agua durante 18 horas al día en el casco urbano y las urbanizaciones. En las zonas rurales, todo empeora, el sector primario del municipio sólo dispone de cinco horas de agua a la semana para abastecerse.

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«No podemos vivir ni trabajar en nuestros campos con cinco horas de agua a la semana», sostiene el ganadero Juan Brenes. Los más afectados por estas medidas severas son aquellos que viven en el entorno rural del pueblo. Mientras bebe un vaso de agua fría para combatir el calor, solo siente alivio por no tener animales en su campo, ya que «sería muy difícil mantenerlos hidratados». El casabermejeño dispone de un aljibe de 5.000 litros en su casa del casco urbano, pero confiesa que su campo está completamente seco porque allí no dispone de un depósito así. Sin embargo, en la zona urbana del pueblo, la situación de cada uno es diferente, dependiendo si tienen, o no, aljibes en sus casas.

Las escasas seis horas de agua de las que dispone al día hace que Rodríguez, que está terminando de llenar sus botellas, viaje décadas atrás. «Aún recuerdo cuando teníamos que colocar cántaros por la noche para poder pillar algo de agua», comenta Rodríguez, que asegura que con esa cantidad de agua que tiene ahora sobre la mesa tiene más que suficiente para esta jornada. Los vecinos de Casabermeja aprovechan el horario de agua disponible al día—desde las ocho de la mañana hasta alrededor de las 13.30 horas— para llenar sus garrafas, cubos y botellas.

Un brindis. En el bar La Romana, cinco amigas aprovechan, recién llegadas de la piscina, para ponerse al día. Ana Haro, Margarita Santiago, Toñi Cuesta, Paqui Monci y Cristo Vallejo están de acuerdo en que el año pasado los cortes de agua eran «más llevaderos porque se hacían por la noche». Entre sus preocupaciones remarcan que no saben qué alternativas habrá porque tienen claro que no va a llover. Justo en la barra, una de las camareras, Belén Ruiz, cuenta que en este bar disponen de cinco bidones que suman un total de 5.000 litros, por lo que, por ahora, pueden subsistir. «Sí es verdad que la presión del depósito no es la misma que cuando había mucha agua, por lo que el café, por ejemplo, no sabe igual de bien», apunta Ruiz.

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En la fuente «de abajo», como los vecinos la llaman, Juan García aprovecha las últimas horas de agua del día para llenar sus garrafas. El vecino jubilado cuenta que en su casa han recurrido a construir un pequeño aljibe improvisado, con el que intentan salir adelante. «El agua lleva años estando mal gestionada, con precios muy altos y todo por intereses políticos», critica García, que prefiere identificarse como 'El Poli', nombre con el que le conocen en el pueblo. En la fuente junto al Cementerio Municipal, en cambio, son los ganaderos, en su mayoría, los que llegan con cubos y garrafas para llevarlos hasta el territorio rural.

Al lado de la panadería El Puerto, donde se abastecen aljibe, se encuentra un bar con las puertas cerradas. Su nombre es La Flor de Cai y aunque por lo que indica el horario de la fachada, debería estar abierto, esta situación ha hecho imposible que así sea. «Llevamos desde el jueves pasado cerrados porque después de invertir todo nuestro dinero en este negocio, la falta de agua impide que pueda seguir abierto», relata la dueña, Rosario Cortés con una carta llena de productos frescos que no puede sacar adelante y una larga lista de impagos que le ha hecho imposible continuar.

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«Yo diría que esta sequía es crónica, se lleva sufriendo toda la vida aquí, hay muchas casas tienen depósitos o aljibes para guardar agua, pero va a llegar el momento en el que no va a haber agua para rellenarlos», opina la geógrafa Marta Fernández. La experta alega a que es normal que en un pueblo con clima mediterráneo haya sequía en época estival. Su hermana Carmen, con quien vive en la urbanización La Yesera, explica que ellos no están sufriendo «tanto» gracias al aljibe de 13.000 litros del que disponen. Su vecino, Miguel Domínguez, cuenta que «por desgracia estos no son los únicos cortes de este verano», aunque él dispone de dos bidones en el tejado que suman 6.000 litros de agua, por lo que no convive con los problemas con lo que lo hacen las personas afectadas en las zonas rurales.

El alcalde de Casabermeja, Antonio Artacho, ha anunciado a SUR que tras la reunión de ayer con la Consejería de Medioambiente, la localidad cuenta con la concesión del pozo de Sierra de Cabras que se pondrá en funcionamiento pronto. «Aún no sabemos cuándo será, pero iremos haciendo un seguimiento cuando empiece a funcionar para controlar que no afecte al manantial de Antequera desde donde viene, no queremos quitarle agua a nadie», destaca el regidor municipal. Artacho remarca que, gracias a los cuatro contenedores cisternas que abastecen al pueblo desde el martes, ayer mismo se pudo cortar el agua a las 17.00 horas, unas tres horas más que a lo que acostumbran estas últimas semanas.

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