El maestro chocero, Antonio Gandano; junto al alcalde de Carratraca, Antonio Sepúlveda; la directora de la plataforma organizadora, Inma Rivas, y los participantes. Alba Tenza

Carratraca rescata un antiguo oficio: cómo construir una choza

El municipio recibe la visita del maestro chocero, Antonio Gandano, con más de 30 años de experiencia en bioconstrucción y cubiertas vegetales

Alba Tenza

Domingo, 22 de octubre 2023, 00:06

Justo al dar la curva para adentrarse a la plaza de la parte baja del Ayuntamiento de Carratraca ya se escuchaban sus consejos. Más de 30 años de experiencia dan para mucho. «Toca el pasto, siéntelo», repetía Antonio Gandano a sus aprendices la mañana de ... este sábado mientras pasaba sus manos llenas de experiencia por la paja del techado a medio hacer que tenía delante. El maestro chocero, que es reconocido como una voz internacional en el oficio, ha estado durante cuatro días en este pueblo con alrededor de 800 habitantes, donde la sierra acoge muchas historias por contar. La misión del maestro, originario de Arcos de la Frontera (Cádiz), no ha sido otra que enseñar el arte de las chozas a los vecinos, embarcando a los presentes en un viaje temporal hacia el origen de la construcción.

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El motivo de la visita de Gandano es un taller organizado por la plataforma vecinal Los Baños del pueblo, compuesta por unos 300 vecinos y dirigida por Inma Rivas. El amor por el pueblo es su motor para trabajar con el fin de que Carratraca pueda lograr un mayor desarrollo. «La bioconstrucción está en auge y esto nos pareció un tema muy interesante para generar empleo en el propio pueblo, de hecho, el alcalde ha becado a cinco jóvenes desempleados para que no se pierdan esta oportunidad de aprendizaje», explicó Rivas.

Trabajo en equipo para construir una choza. Alba Tenza

Junto a ella, el alcalde, Antonio Sepúlveda, de acuerdo con su afirmación, aseguró que esta iniciativa por parte de la plataforma ciudadana es muy importante para el pueblo, ya que «un pueblo que vive de espaldas a su cultura pierde su identidad y si una plataforma ciudadana va a trabajar en eso, un ayuntamiento no puede negarse a estar ahí». Mientras tanto, los 18 participantes seguían su objetivo: conseguir hacer una choza y tres sombrillas como las que ayudan a pasar los días de playa a los pies de los chiringuitos.

Participantes

Entre los participantes que asistieron al Taller de Cubierta Vegetal y Técnicas Tradicionales, celebrado desde el 19 al 22 de octubre, diferentes perfiles convivían en un amplio programa de formación. Los primeros días se dedicaron a aprender las cualidades, calidades y adversidades de los materiales. Ya el sábado la teoría tomó forma. Varios trozos de madera formaban la estructura de una casa, esperando a que el techo se llenara de pastos. «Estos techos se empezaron a hacer desde que el hombre salió de la cueva, el hombre necesitaba una cubierta», explicaba Gandano. Y parece que Carratraca, por un momento, viajaba más de ocho mil años atrás cuando la paja, la piedra, la madera, la tierra y la cal eran más que suficiente para hacer una casa.

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«Se trata de recuperar la construcción atemporal, popularmente conocida hoy día como bioconstrucción para distinguirla de la construcción normal. Tenemos que recuperar los materiales limpios, ese es el patrimonio que se mantiene, como el que encontramos en los castillos o las catedrales», relataba Gandano mientras alineaba las partes bajas del techado que ya iba tomando forma. Con las manos en el pasto, se encontraba el joven arquitecto Pablo Bertolet, quien fue desde Arcos de la Frontera para asistir al taller. «Después de muchos años en la facultad de arquitectura aún me pregunto cómo nunca nos han enseñado de dónde venimos. Esto, que es el origen del oficio, se ha perdido en la profesión del arquitecto», señaló.

Vecinos de Carratraca y Arcos de la Frontera aprenden cómo se cosntruye una choza. Alba Tenza

Una caravana es su casa. Viven en medio de la naturaleza y el taller de bioconstrucción ha sido su plan perfecto para este fin de semana. Laurens Arenas y Lola Calle quieren crear una empresa donde haya cabañas para organizar talleres y cursos sobre ecología. Al enterarse de la presencia de Gandano en el pueblo, decidieron ir sin pensarlo. «Hemos venido para aprender cómo se hace la técnica de la cubierta vegetal, esto puede ser de gran ayuda para que nuestro proyecto avance», sostenía Arenas. Junto a la pareja, Toñi Rey, quien se dedica a las casas rurales, reconocía su amor por el arte en todos sus sentidos: «Disfruto viendo el pasto y tocándolo, la mente se abre cuando conoces todo esto y yo quería conocer a gente que le gustase lo mismo que a mí».

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El sonido del pasto amenizaba el ambiente. «Los pastos son diferentes, los pastos buenos son los que llamamos pastos de caña, un pasto con una pared muy fina, una cámara de aire muy gorda y el pasto que tenga mucho sílice y mientras más alto mejor y tiene que ser no mucho más grueso que una pajita de beber refresco», explicaba el maestro. Lo que al principio eran unas estructuras de hierro huecas acabaron siendo sombrillas, y la estructura de madera acabó siendo una choza. Esta oportunidad de rescatar un antiguo oficio ha llevado a los participantes a descubrir más de un secreto que desconocían. «Yo no tenía ni idea de que el secreto del nudo no está en el nudo. Apretar bien en un nudo de orca, es el secreto para que no entre agua», relató el joven Bertolet, quien espera seguir aprendiendo su profesión desde el verdadero origen del oficio.

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