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Paso de comerciantes, de viajeros, de productos agroganaderos o manufacturados... La enorme red de infraestructuras que crearon los romanos cuando llegaron a la tierra a la que llamaron Hispania servía para todo tipo de usos, en pos de facilitar la conexión de las poblaciones, los puertos marítimos y las explotaciones agrarias. Muchas de esas vías han quedado para la posteridad, como es el caso de la calzada de Monda. A la salida del municipio, en dirección a Coín, se conserva un tramo empedrado de uno de estas antiguos caminos que discurría paralelo a la costa mediterránea por el interior, enhebrando las poblaciones del Valle del Guadalhorce y sus áreas adyacentes, poniéndolas en contacto con el puerto de 'Malaka' y la costa marbellí. «Esta vía ha sido testigo mudo y directo a lo largo del devenir histórico de muchísimos acontecimientos memorables pero sobre todo cotidianos y mundanales: por él han sido transportados productos agrícolas en época romana como vino, aceite y cereal, hasta el bullicioso y comercial puerto de Málaga, donde presumiblemente embarcarían en dirección a destinos como Roma y otros puntos del Imperio», explica el historiador local Diego Sánchez.
El tramo que se conserva cuenta con unos 100 metros de longitud y desciende hacia el arroyo Alcazarín, donde la bajada se resuelve mediante varios peldaños. A lo largo de toda la superficie se aprecian distintos tratamientos y diferentes tamaños de cantos, según indica el investigador, que explica que a pesar del nombre que popularmente recibe, 'calzada romana', lo cierto es que no está del todo claro su origen. «Las opiniones de los autores son diferentes, a falta de una investigación detallada, pero hay que advertir que en las inmediaciones aparecen materiales cerámicos romanos dispersos e igualmente existe una villa romana no muy lejos, en Guaro».
En este sentido, Sánchez destaca que se viene aceptando este origen romano «pero lo cierto es que no hay ningún estudio específico que haya determinado sus orígenes o cronologías». Observando la disposición de los cantos rodados que conforman su superficie, se puede ver un importante tramo efectuado con la técnica del 'opus spicatum' «cuyo origen, aunque muy antiguo, se generalizó en época medieval».
Por estas vías no sólo transitaban mercaderías como el vino, el cereal o el aceite, también era el lugar donde se encontraban numerosos viajeros y caminantes. «Lo que si es cierto es que este tramo de vía empedrada discurre por una zona de paso natural que debió de estar frecuentada por el ser humano desde tiempos muy, muy remotos».
La calzada de Monda es un fragmento de camino que perteneció a una red de comunicaciones mucho más importante, compleja y densa, que hilvanaba poblaciones y recursos desde el valle del Guadalhorce hasta la Sierra de las Nieves. Hacia el este se dirige a Coín y Cártama, donde enlazaría con otras «más importantes». Según apunta el investigador, se conservan algunos tramos empedrados en el viejo camino de la Vega. «Hacia el oeste, tras salir de Monda, se bifurcaba. Un brazo se dirigía a Ojén y la Costa, discurriendo junto al río Real, y el otro brazo se dirigía a Istán atravesando distintos parajes serranos».
Esta vía era el camino del puerto de Malaca, donde en época romana llegaba el cereal, aceite y vino. En la época medieval, destacaban las pasas y la seda. Por otra parte, a las alquerías y poblaciones de la zona podía llegar vajilla y cerámicas bien elaboradas de la ciudad y otros productos que no se fabricaban en el campo, según detalla el investigador. «No sólo eran productos los que circulaban por ésta y otras vías, sino también ideas, avances tecnológicos, culturas, religiones… era lo más parecido al internet de aquella época».
Para Sánchez, esta calzada sí podría datar de la época romana, «ya que existen algunos restos claramente atribuibles», aunque explica que posteriormente sufriría arreglos y reestructuraciones «muy importantes».
«No sabemos ciertamente qué civilización la empedró o pavimentó, pero debió hacerse en un momento de intenso uso del mismo que necesitó de su empedrado para evitar su deterioro. Sólo una excavación arqueológica nos sacaría de dudas», subraya el historiador, que recalca que este fue el camino que en los años treinta tomaron muchos refugiados de Monda, Marbella y de la zona de Cádiz, en su huida de la Guerra Civil para dirigirse a Málaga y Almería. «Muchos de ellos nunca regresarían porque fueron víctimas del crimen de la carretera de Málaga-Almería», en febrero de 1937, conocido como 'la Desbandá'.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
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